EL LECTOR COMO CLIENTE

 

 

“En una de las crónicas que envió Pla  al Diario “La Publicidad”,  en los años veinte y desde París, relataba la visita del pintor Domènec Carles al estudio de Picasso; visita y diálogo observado por Pla  como testigo del encuentro, y que podría clasificarse muy bien como entrevista indirecta. Carles le pregunta a Picasso: “¿Tiene alguna idea preconcebida cuando trabaja?”, y Picasso contesta:” Ninguna. El cliente. Lo más importante de un pintor es el cliente. En una sociedad como la de antes de la guerra yo no hubiera hecho nada.  Habría sido un pintor como tantos. Ahora, acabada la guerra, ha aparecido un nuevo cliente. ” Pla, gran dibujante de tipos y caracteres , deja en esa entrevista, en la que él únicamente mira silencioso, ese contorno de los ojos  y la figura de Picasso: “ Los de Picasso ( los ojos) — escribe— no son mórbidos, sino fuertes,

 

quizá porque todo el cuerpo es un poco destartalado e intenso. Sus ojos contribuyen a que su presencia sea permanente, se vuelva inolvidable y se proyecte sobre lo que le rodea. Picasso — un hombre pequeño, delgaducho, todo ojos —  tiene algo diferente del tono gris habitual de las facciones humanas y parece un hombre más frito con aceite de oliva que con manteca de cerdo o mantequilla.  Tiene el pelo duro, áspero, sin suavidad. A priori parece un pilluelo, pero después parece tender a la inocencia.”

 

 

Siempre que hay un periodista o un escritor con vigoroso estilo, éste se plasma en las entrevistas.

Actualidad de todo esto cuando se publica una selección de entrevistas de ‘The Paris Review” (Acantilado), que nos abre de nuevo la intimidad de muchos autores.

(Imágenes- 1 y 4 – portadas de “The Paris Review”/ 2- Josep Pla/ 3- Picasso)

LAS MUJERES Y LA LITERATURA

 


“La vida  de la mujer tiene un carácter anónimo  extremadamente engañoso y desconcertante—escribía Virginia Woolf en 1929, en “Las mujeres  y la narrativa” —Por primera vez este territorio tan oscuro comienza a ser explorado por la novela. Pero, al mismo tiempo,  la escritora  debe también dar cuenta de los cambios que en las mentes y costumbres de las mujeres han producido los accesos a las profesiones. La escritora ha de observar el modo en que el vivir de las mujeres deja de ser subterráneo, ha de descubrir los nuevos colores y matices que la mujer muestra, ahora que está en contacto con el mundo exterior.

Si, ahora, tuviéramos que resumir los rasgos que distinguen a la narrativa femenina en los presentes días, diríamos que se trata de una narrativa valiente, sincera, que sigue de cerca los sentimientos de la mujer. No es narrativa amargada. No insiste en su feminidad. Pero, al mismo tiempo, el libro de una mujer no está escrito como un hombre lo escribiría. (…)  Las relaciones de la mujer, ahora, no sólo son emotivas, sino también intelectuales y políticas.  Aquel viejo sistema que la confinaba a mirar de soslayo la realidad, a través de los ojos, o a través de los intereses, de un marido o de un hermano,  ha sido sustituido por los intereses directos y prácticos de una mujer que ha de actuar por sí misma, en vez de limitarse a influir en los actos de los demás. En consecuencia, la atención de la mujer se aparta de aquel mundo personal que la centraba con carácter exclusivo en el pasado, y queda dirigida hacia lo impersonal, por lo que sus novelas, como es lógico, adquieren un carácter menos  analítico de las vidas individuales, y más crítico del vivir social.”

 

( Imgenes—1- Virginia Woolf a los 18 años/ 2-carta de Virginia Woolf- The parís review-  The estate of Virginia Wool)