
«La mayoría de los novelistas – dice Patricia Highsmith – tienen muchas ideas que son breves e insignificantes, que no pueden ni deben convertirse en libros. Con ellas pueden escribirse relatos cortos buenos y hasta estupendos (…) Sé de novelistas que tiran a la papelera, por así decirlo, ideas para relatos breves, sin molestarse siquiera en anotarlas (…) Toma nota de todas estas ideas – aconseja la creadora de «El talento de Mr. Ripley «-. Es sorprendente ver cuán a menudo una frase anotada en una libreta conduce inmediatamente a otra frase. Puede ocurrir que se desarrolle un argumento a medida que vas tomando notas».

En muchas ocasiones he utilizado estas y otras opiniones de Highsmith en mis cursos de escritura. Me parecen llenas de sentido común, muy prácticas y aleccionadoras. Ahora se vuelve a su breve e interesante obra «Suspense…Cómo se escribe una novela de misterio«en una nueva edición (Círculo de Tiza), páginas que nacerían como artículo en septiembre de 1957 en la revista «The Writer», y que años más tarde, en 1965, se desarrollarían como libro. La novelista, sentada ante su máquina de escribir Olympia, hablaba entre otras cosas del «extraño poder que tiene el trabajo de transformar una habitación, cualquier habitación, en algo muy especial para un escritor que ha trabajado en ella, y que en ella ha sudado y maldecido y tal vez conocido unos pocos minutos de triunfo y satisfacción». «No hay que ser un monstruo, o tener la impresión de serlo, para exigir dos o tres horas de intimidad absoluta. Este programa debe convertirse en un hábito, y el hábito, como el escribir mismo, es una forma de vida».

«Debido a la naturaleza solitaria del oficio de escribir -confesaba también -, estos recuerdos y emociones tan vivos no pueden compartirse con nadie«. Y sin embargo transmitió muchos consejos a quienes se dedicaban a crear historias fueran o no de intriga o de misterio. «Un libro – decía – es en realidad un proceso largo y continuo que, idealmente, sólo el sueño debe interrumpir (…) Desde luego, la mente necesita distraerse mientras escribes un libro, pero la distracción tiene que escogerse cuidadosamente y no ser de un tipo que trastorne o produzca cansancio físico».
Con su privacidad obsesiva para todo cuanto fuera su trabajo creador, cuando en marzo de 1980 inspectores de Hacienda entraron en su vivienda para investigar en sus cuentas y papeles, al concluir y marcharse, limpió una y otra vez su máquina de escribir y frotó su escritorio, intentando disolver en agua y detergente su profunda sensación de violación.
Era la habitación donde escribía y también la habitación de su obra. «La redacción del libro – había dicho – te protegerá de toda suerte de golpes emocionales, de índole destructiva, que, de no ser por el libro, podrían herirte y confundirte».

(Imágenes.- 1 y 2.- Patricia Highsmith/ 3.- Patricia Highsmith- 1975- getty-images/ 4.- Patricia Highsmith- 1976 – foto Jacques Pawlosky. symac- corbis)