VIAJES POR EL MUNDO (4) : LISBOA

mar.-55ffy.-ríos.-ciudades.-Lisboa.-Eduardo Gageiro.-Lisboa

 

«Apenas amanece, te me apareces posada sobre el Tajo como una ciudad que navega. Es natural: cada vez que me encuentro en alturas desde las que creo abarcar el mundo, en la cima de un mirador o sentado en una nube, te veo ciudad- nave, barca con calles y jardines por dentro, y hasta la brisa que corre me sabe a sal. Hay olas de mar abierto dibujadas en tus calzadas; hay anclas, hay sirenas. El combés, en ancha plaza con una rosa de los vientos bordada en el pavimento, está gobernado por dos columnas surgidas

 

ciudades.-r5bbn.-Lisboa.- 1956 -música.-Eduardo Gageiro

 

de las aguas, que montan guardia de honor a la partida hacia los océanos. Parecen flanquear la proa o ésa es la impresión que dan; detrás, a pocos pasos, un rey-niño sobre un caballo verde está mirando a través de ellas hacia el otro lado de la Tierra y a sus pies se ven nombres de navegantes y fechas de descubrimientos inscritos en basalto sobre la plaza batida por el sol. Enfrente corre el río hacia los meridianos del paraíso. Es el Tajo al que cronistas alucinados pueblan de tritones que cabalgan sobre delfines.

 

ciudades.-reebb.-Lisboa.-calles.-Gérard Castello-Lopes.-1957

 

(…) Pero  esto no es sólo luz y río, como bien sabes. No es sólo geografía, revelaciones o memorias, ni el vacuo palabrerío de los manuales y de los oradores fracasados. Hay voces y olores reconocibles – olores, claro que sí: el del pescado en sal y  barrica de las tiendas de la Rua do Arsenal, sin ir más lejos; el del mar, a ciertas horas, en los muelles del Tajo; el de las noches de verano en los jardines de A Lapa; el de los almacenes de aparejos marineros entre Santos y el Cais do Sodré; el del pescado asado a la parrilla a la puerta de las tascas en rincón o travesía, desde el Bairro Alto a Carnide; y, en el invierno, por las calles, el olor humeante de las castañas asándose en los hornillos de los vendedores ambulantes».

José Cardoso Pires – «Lisboa – Diario de a bordo»

 

ciudades.-tyuu.-lluvia.-Lisboa 1956.-foto António Sena da Silva

 

(Imágenes -1-Lisboa- Eduardo Gageiro/ 2.-Lisboa- Eduardo Gageiro- 1956/ 3.-Lisboa-Gerard Castello Lopes -1957/ 6.- Lisboa-António Sena da Silva- 1956)

LISBOA , CIEN AÑOS

Leo que el gran director de cine portugués Manoel de Oliveira entra en el 2008, año en que, si Dios quiere, llegará a su centenario, con una nueva película, Cristóbal Colón. El enigma.
La edad no parece hoy, al menos en muchas ocasiones, obstáculo para que la imaginación vuele. En la Historia, Goethe escribió su gran obra a los ochenta y dos, Cervantes acabó El Quijote a los sesenta y ocho, Miguel Ángel pintó frescos a los setenta y uno, Verdi compuso a los setenta y cuatro, Haendel a los setenta y dos. Tras la afirmación de la individualidad en la juventud, tras la crisis del desasimiento en la madurez – esa expectación que estira el tiempo, ese saber a qué atenerse que le obliga a uno a aprovechar el tiempo al máximo- he aquí al hombre sabio cuya conciencia es cada vez más clara sobre aquello que no pasa, sobre aquello que es eterno.
Lisboa es el escenario ante el que se abren varias películas de Oliveira. Como también los barrios populares de Oporto. «El cielo negro al fondo del sur del Tajo – describirá Pessoa – era siniestramente negro contra las alas, por contraste, vívidamente blanco de las gaviotas de vuelo inquieto. El día, sin embargo, no estaba ya tempestuoso. Toda la masa de la amenaza de lluvia había pasado hacia la otra orilla, y la ciudad baja, húmeda todavía de lo poco que había llovido, sonreía desde el suelo a un cielo cuyo norte se azulaba todavía un poco blandamente».
Eso, respecto a la luz, a los reflejos. Porque del ruido – los ruidos perceptibles o no de una Lisboa de sueños – hablará otra película, Lisboa Story, la investigación- documental de Wim Wenders, ese paseo inolvidable y mágico en busca de grabaciones por las calles, ese sonido del casco antiguo, el sonido persiguiendo a la imagen hasta fundir imagen y sonido entre canciones de Teresa Salgueiro y de Madredeus.