LA GRAMÁTICA DE LOS SUEÑOS

 

 

“Un día empecé a preguntarme — decía el escritor Kazuo Ishiguro —, ¿ cuál es la gramática de los sueños? Imagine usted — le proponía a su interlocutor —que estamos ahora mismo teniendo esta conversación en esta sala y no hay nadie más en la casa y de pronto entra en escena una tercera persona . En una obra convencional, alguien llamaría a la puerta, entraría y le saludaríamos. Pero la mente del que sueña es muy impaciente para estas cosas, lo que suele pasar en los sueños es que estamos aquí sentados en esta sala y de pronto nos  damos cuenta de que una tercera persona lleva sentada aquí todo el tiempo, a nuestro lado. Puede que experimentemos una ligera sensación de sorpresa por el hecho de que hasta  ahora no hayamos sido conscientes de la presencia  de esa persona, pero pasaremos  a hablar con toda naturalidad del tema que saque el  recién llegado. Esto me pareció bastante interesante para escribir un libro. Y empecé a ver paralelismos entre la memoria y el sueño, en la forma en que manipulamos ambos conforme a las necesidades emocionales de cada momento. El lenguaje de los sueños iba a permitirme además escribir una historia que pudiera leerse como un relato metafórico y no como el comentario a una sociedad en particular. A lo largo de unos cuantos meses llené una carpeta de notas y al final me sentí preparado para escribir una novela.”

 

 

(Imágenes— 1-He Zubin- Virginia miller gallerie- artnet/ 2- Julia Fuillerton- Batten)

GOLPES EN LA PUERTA

 

 

“Yo tenía más o menos veinte años y dirigía una escuela pública. Absorto en mis deberes, éstos ocupaban mis pensamientos de noche cuando soñaba tanto como de día durante mis horas de trabajo — cuenta Camille Flammarion al hablar de lo desconocido —.Una noche soñé  que estaba en la escuela y que acababa de terminar los ejercicios de apertura cuando oí golpes en la puerta.  Abro la puerta y veo a un señor con dos chiquillos, una niña de once años y un chico de ocho. Ese visitante entra y me explica que, a consecuencia de la guerra de Secesión, ha abandonado su casa de Nueva Orleans para traer a su familia al distrito de mi escuela. Su deseo era confiar sus hijos a mis cuidados, para su educación e instrucción. Me preguntó entonces qué libros se necesitaban, le di una lista y se la llevó. Al día siguiente los niños eran recibidos entre mis alumnos.”

 

 

El sueño se detuvo ahí. Pero me impresionó vivamente, y la imagen de ese padre y de esos dos hijos se fotografiaron con tanta fuerza en mi mente que los habría reconocido en cualquier parte entre la población de París o de Londres.

Cuál fue mi asombro cuando al día siguiente de ese sueño oí llamar a la puerta con los mismos golpes oídos en el sueño, fui a abrir y vi delante de mí a ese visitante con sus dos hijos. El resto siguió igual: mantuvimos la misma conversación del sueño.

Añadiré que aquel hombre era absolutamente desconocido para mí. Nueva Orleans está a 1.350 millas, es decir, a más de 2.000 kilómetros de aquí, y yo nunca me había alejado más de 100 millas, o 160 kilómetros de mi casa.”

 

 

(Imágenes— 1– Helena Almeida- gallery electaweb/ 2- foto – Konstantin Smilga-2003 –  The surface series – house Photographie- 3- René Magritte)

ALGUNOS SUEÑAN CON FESTINES

 

“Algunos sueñan con festines y lloran al despertar; otros lloran en sus sueños y al despertar salen de caza. Pero ni unos ni otros saben durante sus sueños que sueñan, y a veces sueñan que están soñando. Sólo en el momento de su despertar saben que no han hecho otra cosa que soñar —dice el francés Roger Caillois —. Sólo durante el gran despertar se sabe que todo no ha sido más que un gran sueño. La multitud ignorante se cree despierta y quiere distinguir al príncipe de un pastor. ¡Qué prejuicio! Jiu y tú mismo no sois más que sueños. Cuando ahora te digo que sueñas, también yo sueño mi sueño.”

(Imagen —Jerry Uelsmann- all -art)

UN HOMBRE QUE ME SUEÑA

 


“Existo porque hay un hombre que me sueña; un hombre que duerme y sueña y me ve actuar y vivir y moverme, y que en este momento sueña que hablo con vosotros como hago. Cuando empezó a soñarme, empezó mi existencia; cuando él se despierte, dejaré de existir. Soy un juego de su imaginación, una creación de su espíritu, un huésped de sus largas fantasías nocturnas. El sueño de ese “alguien” tiene tanta consistencia y duración que me he vuelto visible incluso a los que están despiertos.”

Giovanni Papini— “ La última visita del caballero enfermo”

(Imagen—foto Yoshitaca Uchida- Ito Kosho -1991- museo de arte de la ciudad de Takamatsu)

LA MÚSICA Y LOS SUEÑOS

 

 

“Hace dos años — cuenta Berlioz en sus “Memorias” —, en una época en la que el estado de salud de mi esposa me acarreaba muchos gastos, y aún existía cierta esperanza de que mejorara, una noche soñé que componía una sinfonía, y la oí en mis sueños. A la mañana siguiente, al despertar, oí casi todo el primer movimiento, que era un Allegro en La menor con un compás de dos por cuatro (…) Ya me dirigía a mi escritorio a anotarlo cuando de repente pensé: “ Si lo hago, acabaré componiendo el resto. Hoy en día mis ideas suelen expandirse mucho, y esta sinfonía podría acabar siendo enorme. Me pasaré quizá tres o cuatro meses trabajando (tardé siete en escribir “Romeo y Julieta”), y durante este tiempo no escribiré artículos, o muy pocos, por lo que mis ingresos disminuirán. Cuando la sinfonía esté escrita estaré tan débil que mi copista acabará convenciéndome de que la haga copiar, lo que inmediatamente me hará contraer una deuda de mil o dos mil doscientos francos. Una vez las partes existan, me acosará la tentación de hacer que la obra se interprete. Daré un concierto, cuyos ingresos apenas cubrirán la mitad de los costes, algo inevitable hoy en día. Perderé lo que no tengo y me faltará dinero para cubrir las necesidades de mi esposa impedida, y ya no podré  afrontar mis gastos personales ni el pasaje de mi hijo a bordo del barco en el que pronto partirá.”

 

“Estos pensamientos — seguía diciendo Berlioz — me estremecieron , y tiré la pluma sobre el escritorio, pensando: “¿Y qué? ¡Mañana la habré olvidado!”. Esa noche la sinfonía volvió a aparecer y resonó obstinada en mi cabeza. Oí el Allegro en La menor con bastante claridad. Más aún, me pareció verlo escrito. Me desperté en un estado de excitación febril. Me canté el tema; su forma y su carácter me complacieron sobremanera. Estaba a punto de levantarme.  Entonces regresaron mis pensamientos del día anterior y me contuvieron. Permanecí inmóvil, resistiendo la tentación, aferrándome  a la esperanza de que lo olvidaría. Al final me quedé dormido; y cuando volví a despertarme, todo recuerdo había desaparecido para siempre.”

 

 

(Imágenes— 1- Albert Gleizes/ 2- Thomas Wilmerdewing- 1902/ 3- Berlioz)

EL SUEÑO DE HISAE

 


“En su sueño  Hisae descubrió de repente que por el hueco de una de las ventanas de su kimono se estaba escapando una procesión de pergaminos luminosos en los que se dibujaban escenas de su vida anterior, momentos que ella había vivido y que a veces recordaba, como cuando estuvo enamorada de Kiromi Kastase, el hacedor de espadas, y también estampas vivas de sus clases antiguas, a orillas del Lago, en los años en que había intentado explicar a los niños el misterio de la longevidad. El primero de aquellos pergaminos aparecía recubierto de oro, y el segundo igualmente bañado en oro, e incluso asomó un tercero y un cuarto que salieron de su kimono, todos ellos recubiertos de pan de oro, y los cuatro pergaminos se fueron enderezando delante de Hisae y fueron ajustando sus bordes hasta formar  las cuatro paredes de un templo que enseguida Hisae reconoció como el del «Pabellón de oro». Nunca había visto  en sueños Hisae el «Pabellón de Oro» pero ahora le pareció más deslumbrante y casi le cegó su fulgor.”

José Julio Perlado

(del libro “Una dama japonesa”) ( texto inédito)

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

(Imagen —Shimura Tatsuma)

FELLINI SUEÑA CON SIMENON

 


“Yo estaba atravesando un período negro. inercia, desánimo, marasmo, odio hacia mi nueva película, la sensación de que me había metido en un berenjenal, noches enteras diciendo tonterías, rompiéndome la cabeza para hallar la manera de liberarme sin daños excesivos del compromiso adquirido. — así le escribía Fellini a Simenon en 1976–.

Pues bien, una noche soñé que me despertaba el teclear incesante de una máquina de escribir. me doy cuenta de que me había quedado dormido en un gran jardín húmedo de rocío con grandes plantas cargadas de hojas de un verde intenso. Allí, en el centro del césped, hay una construcción en forma de torre. De ahí procede el teclear de la máquina de escribir. me acerco y cesa cualquier ruido. me alzo de puntillas, espío por la ventana circular y veo una habitación  encalada como una celda, con un hombre, un monje, que está haciendo algo que no consigo ver porque el hombre me da la espalda. está sentado y a sus pies, en el suelo, hay unos doce niños y niñas muy simpáticos que se ríen, le gastan bromas, le tocan las sandalias, el cordón del hábito. Al final, el hombre se da la vuelta: es Simenon. Lleva pegada al mentón una barba blanca, yo noto enseguida que es postiza, una barba de broma. Yo me quedo extrañado, incluso algo decepcionado, no consigo encontrar una explicación hasta que oigo a mi lado una voz que me dice:

—Es falsa. Claro que es falsa. no es un viejo. Al contrario, es muy joven. mucho más joven que antes.

—¿Y qué está haciendo?—pregunto yo.

—Está pintando su nueva novela. ¿no ves? Ya ha pintado más de la mitad. es una novela magnífica sobre Neptuno.

La voz se desvaneció y esta vez me desperté de veras. Bueno, no puedo meterme en explicaciones más o menos pertinentes […], pero el hecho indudable es que a la mañana siguiente noté que la tensión disminuía en mí, la película se me hacía menos odiosa y me puse a trabajar. Hice la película. ¿La dificultad con la lengua inglesa? Pero si en mi sueño Simenon conseguía incluso «pintar» sus novelas, ¿por qué no iba yo a poder rodar una película en una lengua que no era la mía?”

 

(Imágenes—: 1-Fellini- foto Mary Ellen Mark/ 2-Simenon – New York review)

SI SOÑÁRAMOS SIEMPRE LO MISMO

 


“Si soñáramos todas las noches lo mismo— dice Pascal —, nos afectaría tanto como los objetos que vemos todos los días. Y si un artesano estuviera seguro de soñar todas las noches, durante doce horas, que es rey, creo que sería casi tan feliz como un rey que soñara todas las noches, durante doce horas, que es un artesano.

Si soñáramos todas las noches que somos perseguidos por enemigos y agitados por estos penosos fantasmas, y que pasamos todos los días en diversas ocupaciones, como cuando se hace un viaje, sufriríamos casi tanto como si eso fuera verdadero, y tendríamos miedo a dormir como se tiene miedo a despertar, cuando se teme entrar, efectivamente, en tales desgracias. Y en efecto, produciría poco más o menos los mismos males que la realidad.

Pero como los sueños son todos diferentes, y dado que uno mismo se diversifica, lo que se ve en ellos afecta mucho menos que lo que se ve en la vigilia, a causa de la continuidad, la cual no es, por tanto, tan continua e igual como para no cambiar también, aunque menos bruscamente, si no es en raras ocasiones, como cuando se viaja y entonces se dice : Me parece que estoy soñando, porque la vida es un sueño un poco menos inconstante.”

 

 

(Imágenes— 1- John Atkinson Grimshaw/2-Andrew Wythe)

EL SUEÑO DE LA EPIDEMIA

 

El escritor francés Georges Perec publicó  en su libro, “La cámara oscura”,  muchos de sus sueños.

De una noche de octubre de 1970 contó  el siguiente que había soñado :

LA  EPIDEMIA

“El soñador ( porque toda esta historia parece una novela en tercera persona) se ha sentado en la mesa de un pequeño bistrot. Aunque sea extranjero, enseguida lo consideramos como uno de los fieles habituales de la casa. El patrón y algunos clientes  hablan de la epidemia. Entra el cocinero chino del restaurante de al lado ( el soñador piensa  que se parece a alguien que él conoce);  el cocinero chino dice que hay que encontrarle un sustituto, porque él ya no puede continuar vigilando sus fuegos y cocinando en casa de las niñas al mismo tiempo. Cita, respecto a esto, el refrán de Shakespeare:

—-¡ No todos morían, pero a todos afectaba!

Estupefacto, el patrón del café mira al soñador: él conocía ese refrán a través de este último. En ese mismo instante, el soñador comprende que deja de ser un desconocido sentado a la mesa y que se convierte en “el personaje central”; al mismo tiempo, reconoce al cocinero chino; sólo lo conoce a él. Es él quien, efectivamente, viene de vez en cuando por voluntad propia a echarle una mano a las chicas.

 

Ha habido una gran epidemia de cólera. Todo el mundo quiere que le examine el médico. Los síntomas son esputos de sangre. El soñador y dos de sus amigos recorren la ciudad. Llegan hasta una escalera bloqueada por una multitud de chicas jóvenes, sin duda de un internado. Fingen tener prioridad, como si uno de ellos padeciese la enfermedad, para obligar al médico a ocuparse antes de ellos. El médico se ve obligado a abrirse camino entre las chicas.

Un poco más tarde, en medio de un montón de chicas tumbadas, enfermas, el soñador recoge del suelo un pedazo de tierra ( y no una inmundicia o un excremento). Y descubre, tras una puerta, a su amigo J., yacente, muerto, convertido en tierra, convertido en bloque de tierra al que le falta el pedazo que él acaba de recoger.”

(Fin del sueño)

 

 

(Imágenes—1- Joshua Flnt/ 2- David Kapp- 2014/ 3-Saúl Leiter- 1956)

LOS SUEÑOS DE LOS OTROS

 


“Es cierto que no me gustan los sueños de los otros — decía Francois Mauriac —. De alguno que comienza a contarme lo que ha soñado escapo pronto. Me es suficiente saber que es un sueño lo que se me está contando para que no escuche más o no lea más. Tampoco siento interés  por mis propios sueños que no podrían aburrirme puesto que los ignoro. No los cuento a nadie, sobre todo no me los cuento a mi mismo.

Es cierto que yo sueño mucho. El despertar me libra de una vida ilusoria, pero que al menos es vida. Mi experiencia sobre este punto no se identifica en absoluto  con la de Proust. Él vuelve frecuentemente a esa angustia de sus despertares, sobre todo en habitaciones que no le son familiares y donde la realidad no coincide con sus recuerdos. Nada más salir de la noche, Proust ignora dónde se encuentra y quién es. El sueño ha hecho de él un ser sin memoria, arrojado enteramente a la bruta sensación del existir. Para mí, por el contrario, despertar es sentirme seguro, entrar en un mundo amigo dentro del cual me siento  un dueño; es escapar a imágenes que me poseían y contra las cuales me encontraba sin ningún poder.

Por tanto mi sueño no lo hago mío; cada noche  cierro los ojos con confianza y con un sentimiento de abandono: me duermo en estado de gracia. Pero no disfruto con mis sueños. Mi primer pensamiento al despertar es siempre un suspiro de alivio: “Ah! no era más que un sueño…” No es que yo me haya peleado con una pesadiila: simplemente  me escapo de situaciones complicadas, no precisamente  dolorosas ni siquiera penosas, —sino absurdas y algunas veces humillantes.”

 

 

(Imágenes- 1-Julia Fuillerton- Batten/ 2-julia Fuillerton-Batten-randall scoot gallery/

EL TIEMPO Y LAS AVES

 

 

“Soñé  — describe  el inglés J B Priestley así su sueño —que estaba de pie en lo alto de una torre elevada, solo, contemplando desde arriba miríadas de aves que volaban en una dirección. Estaban allí todas las especies de aves, todas las aves del mundo. Era un noble espectáculo aquel vasto y aéreo río de aves. Pero, de pronto y de manera misteriosa, cambió el engranaje y el tiempo se aceleró, de modo que vi generaciones de aves, las vi romper los cascarones, nacer a la vida, debilitarse, vacilar y morir. Las alas solo crecían para  arruinarse; los cuerpos eran lisos y lustrosos, y luego, en un abrir y cerrar de ojos, sangraban y se consumían, y la muerte  hería por doquier a cada segundo.  ¿Cuál era la finalidad de aquella ciega lucha hacia la vida? (…) Permanecía de pie en lo alto de la torre, solo, desesperadamente desdichado. Pero el engranaje volvió a sufrir un cambio y el tiempo corrió aún más deprisa, y con tal velocidad lo hacía, que no se percibía en las aves el menor movimiento, asemejándose a una enorme llanura sembrada de plumas. Sin embargo, por aquella llanura, oscilando entre los cuerpos, pasaba ahora una especie de llama blanca, temblando, danzando, apresurándose luego. Y, tan pronto como la vi, comprendí que aquella llama era la vida misma, la quintaesencia del ser. (…) Lo que yo juzgara tragedia no era sino mero vacío, o sombras chinescas. Porque ahora todo sentimiento genuino  estaba capturado y purificado, y danzaba extáticamente con la blanca llama de la vida.  Jamás había experimentado  dicha tan profunda como la de mi sueño de la torre y las aves…”

MIS MEJORES DESEOS PARA 2020, Y ESPECIALMENTE  PARA TODOS CUANTOS LEEN “MI SIGLO”

 


 

(Imágenes—1-anónimo francés del siglo XVll/ 2- las aves y las flores – periodo moyomana- escuela  Kano -siglo XVll)

UN SUEÑO

 

 

“Anoche soñé que estaba sentado en mi viejo sillón de casa, algo ya desvencijado, el sillón de mi despacho, un sillón de recias patas y respaldo suavemente curvado donde yo paso tantas tardes escribiendo sobre el mundo y sus cosas, y no sólo sobre el mundo cercano y moderno, el más vecino a mí, sino también sobre el mundo lejano, incluso a veces, con asombrosa e inaudita osadía, escribiendo sobre lo invisible y la eternidad. Recordaba perfectamente la primera vez en la que quise asomarme al umbral de la eternidad. No era exactamente el umbral, así no lo debería definir, sino una sucesión de innumerables cordilleras violáceas y azules tales como yo las vi aquella tarde, cuyos tonos dependían del paso de la luna y del sol, y que se extendían de forma ondulada en el borde de la eternidad. ¿Y dónde podía empezar la eternidad si es que empezaba en algún lado? De pie en aquella altura de la entrada a la eternidad, contemplando las cordilleras que se perdían en la lejanía, pensé en una imagen pintada por Caspar David Friedrich, un gran artista del romanticismo alemán del siglo XlX, en el que un hombre en pie, tal como ahora me encontraba yo, envuelto en nubes, envuelto también en densos vahos que surgían de un fondo indescriptible, apoyado en un ligero bastón, contemplaba de espaldas el mar de nubes extendido entre las rocas, un mar insondable, unas nubes igualmente insondables, un infinito al final de sus ojos que también eran los míos cuando ahora veía la eternidad frente a mí sin poder naturalmente abarcarla, oyendo únicamente los pasos que en ella se daban.

 

 

Me acordaba también de cómo Dante escribía en su gran poema: “levanté los ojos, y así como por la mañana la parte oriental del horizonte supera en claridad a aquella por donde el sol declina, del mismo modo, mirando como el que va desde el valle al monte con los ojos, vi una parte en lo más alto que sobrepujaba en claridad a todas las demás”. Recuerdo que enseguida  me aturdió el inmenso ruido de alas que pasaban encima de mí y que me rodeaban de modo constante, alas cada milésima de segundo y que se arrojaban velocísimamente hacia la eternidad, alas igual que vidas o vidas en forma de alas, alas de médicos, de profesores, de mujeres jóvenes, alas de niños, de soldados, de comerciantes, de políticos, de poetas, alas de campesinos, de malhechores, de reyes, alas de triunfadores y de perdedores, alas de harapientos y de millonarios, alas de ancianos, alas de santos, de criminales, alas de enamorados y de despechados, todos sorprendidos por el impulso del final de sus vidas y que volaban de modo continuo abriéndose hacia la eternidad. A mí no me dio tiempo ni siquiera a contarlos puesto que alas y vidas eran bandadas y bandadas y bandadas innumerables de existencias a la vez sueltas y solitarias, cada una sin recuperarse aún de la sorpresa  y que caían de bruces en el misterio de la eternidad.

Entonces algo ocurrió en el cielo, no sé,  quizás fue un relámpago, no lo sé bien, y me encontré de nuevo  sentado de repente en mi sillón del despacho como si no hubiera soñado jamás.”

José Julio Perlado—(del libro “Recuerdos”) (texto inédito)

 

 

(Imágenes —1- Caspar David Friedrich- el caminante sobre el mar de nubes- arte selecto/ 2- Knud Andreasen Baade -1885/ 3-Turner- 1830)

LOS SUEÑOS DE LOS ARTISTAS

 

 

“Los sueños siempre tienen gran importancia para mí cuando escribo — decía Graham Greene —. A veces es tal la indentificación con un personaje que el autor sueña los sueños de él, y no los propios. Supongo que todos los autores habrán recibido la misma ayuda desde el inconsciente.”

Estos días el neurocientífico Mariano Sigman recuerda cómo  “muchas historias sugieren que el sueño es de hecho una fábrica creativa. Quizás la más extraordinaria – dice –  sea la de Paul McCartney que cuenta que despertó de un sueño con una melodía. Apurado, para no olvidarla, le puso una letra sobre unos huevos revueltos y solo un tiempo después, le dio la letra que hoy todos conocemos: Yesterday. La que quizás sea la canción más famosa  del siglo XX,  nació en un sueño.“

 

 

Borges ha dedicado muchos textos a la relación entre sueño y creación y las confesiones de los artistas nos desvelan esa atmósfera entre lo soñado y lo escrito, entre lo pensado en el sueño y lo que luego se va a realizar.  Relataba el escritor alemán Paul Heyse, Premio Nobel de Literatura: “Desde luego, la mejor parte de toda invención artística es la que se produce en un impulso secretamente inconsciente, muy afín al estado onírico, de manera que se puede aplicar también a esta actividad del cerebro humano la frase que dice : “Dios da su amor en el sueño”. Pero las más de las veces la actividad sonámbula de la fantasía reviste el carácter del mundo onírico por el hecho de prescindir de relaciones claramente establecidas. ¿A quién  no se le ha ocurrido el ponerse  a hacer versos en sueños, versos que el propio soñante admira, hasta que a la mañana siguiente, al despertar y retenerlos unos instantes en la memoria consciente, comprueba que no son más que ripiosas inepcias, desprovistas de todo sentido? De este modo también la fantasía novelística echa a correr en sueños e inventa toda clase de aventuras. Muchas veces, especialmente en el semisueño de la mañana, me ha sido dado hallar motivos que luego, al despertar naturalmente, seguí elaborando hasta configurar una obra. Fue de este modo como se originó una de mis novelas, una espantosa lucha, durante el sueño, con un animal monstruosamente fantástico. Otra vez me ocurrió que un cuento verdaderamente apasionante me fue “dictado” prácticamente mientras soñaba.”

 

Gelatin Silve

 

(Imágenes- 1-Jerry Uelsman/ 2-Lee Lawson/3- Gelatin Silve)

DORMIR

 

Durmió sobre sus manos.

Sobre una piedra.

Sobre sus pies.

Sobre pies ajenos.

Durmió en autobuses, trenes, aviones.

Durmió de guardia.

Durmió en el arcén.

Durmió sobre un saco de manzanas.

Durmió en un servicio público.

En un henal.

En el Super Dome.

Durmió en un Jaguar y en la parte trasera de una furgoneta.

Durmió en teatros.

En la cárcel.

En barcos.

Durmió en chozas y, una vez, en un castillo.

Durmió bajo la lluvia.

Con ampollas por el sol durmió.

A caballo.

Durmió en sillas, iglesias, en hoteles de lujo.

Durmió bajo techo extraño toda su vida.

Ahora duerme bajo tierra.

Duerme y duerme.

Como un antiguo rey.”

Raymond Carver – “Dormir” -(traducción de Jaime Priede)

 

 

(Imágenes -1- Félix Valloton/ 2- He Zubin- 2007 – Artnet)

CORTÁZAR EN EL TÚNEL

 

 

“El gato se escurrió en el andén y entró en el túnel atraído por la trompeta negra, la luz dorada de la trompeta con oído de hollín que torcía en la noche aquella música blanca de la estación próxima, aquella estación que se veía en sueños, aquel sueño del metro rojo y brillante donde un gato venía corriendo, huyendo del tiempo, aquel tiempo blando donde nadaba el pez ondulando los sueños de un gato multiplicado, los gatos entrando en los andenes, fascinados por las trompetas negras, los trenes rojos del tiempo echando chispas, los peces moviéndose en el tiempo de los metros llenos de música, sin llegar nunca al despertar del sueño, cuando el argentino bajó las escaleras en la noche, encendió un pitillo en el andén solitario y miró a aquel gato de los ojos de pez, ojos fluorescentes en el túnel del sueño, sueños multiplicándose, peces bailando en los andenes en el momento en que se oyó la trompeta desde la otra estación y el argentino bajó atraído por la negrura, anduvo por el túnel de la música lleno de gatos y de peces, la música multiplicándose, las chispas del metro iluminando el sueño cargado de tiempo igual que de ceniza, los faros de las cenizas abriéndose paso entre los peces que llenaban el tiempo, tiempos multiplicándose, mientras el argentino andaba por el interior de la trompeta aconpañado por miles de gatos encantados, gatos de cola eléctrica, de ojos de pez fosforescentes en el túnel de la curva del jazz, cuando la trompeta seguía atrayendo al tiempo y el sueño iba estirando su lomo y su espinazo, maullando música quejumbrosa, un alarido potente, elevado, retorcido en el aire, un túnel tocado a pieno pulmón, los dedos del sueño pulsando los peces dorados, el metro dejando oír el pitido de la noche cargada de gatos avanzando delante del hombre, el tiempo con las orejas erizadas, el bigote enhiesto, el metro con la piel de gallina, parados todos los gatos, una pata delante, tensa, otra pata hacia atrás, escuchando al miedo, los miedos múltiples, la noche que da un paso por fin y el metro quieto, iluminado dentro del túnel, los ojos del metro en la oscuridad con la cola alargada de los vagones rojos e inmóviles, llenos de peces,

 

 

peces a punto de ser tragados por el sueño y la trompeta que sigue llamando desde la otra estación para que el argentino avance y se despierte, se ve ya en el recodo de la sombra el balbuceo del amanecer del andén, los ladrillos blancos del día, los anuncios difusos de las paredes en las que se apoya lejana una sombra que enciende un pitillo solitario esperando al gato del tiempo con las ventanas iluminadas que ocupa todo el túnel, ha engordado tanto que es un animal gigante, monstruoso animal de luces y de escamas cuyas aletas no pueden avanzar trompeta adelante, está atrancado en lo oscuro de la música  y el sueño, y de repente salta escurridizo, el maullido se alarga por la piel hasta el andén, andenes múltiples, el cuerpo del tiempo se hace sinuoso y el sueño se frota al pasar con todos los peces que nadan en el túnel, las uñas del metro resbalan por las vías y queda detenido el tiempo en el momento del despertar, en el frenazo brusco en el que se abren las puertas de la noche y saltan los peces al andén escapando de millares de gatos atraídos por esa trompeta de jazz que eleva el tono del sueño, el sueño soñado por ese hombre en pie, solitario en la esquina del andén, desdoblado en sus ojos cansados, en su actitud lánguida de argentino en París, alto y desmadejado, que ahora está siendo atacado por todos los gatos del metro, por todos los metros que llegan al sueño, por todos los sueños que huyen del tiempo, absorto, colgando de la comisura de sus labios el pitillo, pitillos múltiples.”

 

José Julio  Perlado – ( del libro “Relámpagos) (texto inédito)

 

 

(Imágenes- 1- Louis Wain – wikipedia/ 2- Satoshi Okazaki/ 3- Cortázar – foto Ulla Montan -El país)

BERGMAN, LA SOLEDAD, LOS SUEÑOS

 

 

“ Yo siempre he vivido – decía Ingmar Bergman – en el medio teatral, y el teatro siempre es una comunidad. Cuando se monta una obra, uno se siente,de la manera más extrema, parte integrante de esa comunidad. En el teatro, los actores jamás están sometidos al capricho de los directores. Por el contrario, en el teatro pueden oponerse, rechazar, rebelarse de una manera muy eficaz. Yo he sentido, sin embargo, la soledad de otras formas, pero nunca en el campo profesional. Conozco un gran director de orquesta que cierta vez hablaba precisamente de la soledad que sentía ante la orquesta.  Eso nunca me ha ocurrido, ni en el teatro ni en el plató, con los actores y los técnicos. Yo nunca he sentido nunca esa forma de soledad. En la vida privada, sí, y precisamente por ello siempre he vuelto al grupo, a la comunidad, aunque sea ilusoria.”

 

 

La publicación ahora del primer volumen de sus “Cuadernos de trabajo” (1957- 1972) nos presenta una vez más los altibajos interiores de Bergman, sus exaltaciones y depresiones. Soledad y sueños entre muchas otras cosas. Ya en una de sus primeras películas, “Buque para la India”, un personaje, Sally, decía: “ No puede uno quedarse solo, si no, da igual estar muerto”. Y el mismo Bergman confesaba: “Lo importante es no estar solo”.

 

 

En cuanto a los sueños, reconocía que “ningún arte, pintura y poesía incluida, pueden comunicar tan bien como el cine la naturaleza específica del sueño. Cuando la sala se queda a oscuras, y aparece ese cuadrado blanco y brillante, nuestra mirada se fija, está inmóvil, no oscila a derecha ni a izquierda, estamos sentados en un sillón y las imágenes se suceden ante nosotros, nuestra voluntad flaquea poco a poco, deja de funcionar progresivamente, cada vez somos más incapaces de seleccionar y situar los acontecimientos, nos vemos arrastrados a una ficción y todos participamos en un sueño. Y fabricar sueños, es una cosa bastante interesante. Yo sueño muchísimo. A veces recuerdo sueños y los anoto, cuando creo que son utilizables. Otras veces, cuando sueño, me digo:”!Oh, tienes que acordarte de este sueño para hacer un film.” Es una deformación profesional.”

(Imágenes -1- Fresas salvajes, de Bergman / 2- Jerry N Uelsman/ 3-Atkinson Grimshaw)