DORA MAAR

 

 

«Cuando Picasso volvió a ver a Dora Maar en aquel mismo café de Deux-Magots en 1935 en compañía de Paul Eluard, que la conocía, el poeta hizo las presentaciones» : así lo cuenta Brassaï en sus «Conversaciones con Picasso«.  «Dora Maar acababa de entrar en su vida… Yo conocía a Dora desde hacía cinco o seis años. Empezaba, como yo, en la fotografía. No teníamos laboratorio, y durante algún tiempo revelamos nuestras pruebas en el mismo cuarto oscuro, en Montparnasse, que un americano, amigo común, puso a nuestra disposición. El padre de Dora era arquitecto, de origen croata o yugoslavo; su madre, una francesa de la Touraine. Había vivido mucho tiempo con sus padres en Argentina y hablaba perfectamente el español. A veces hacíamos exposiciones juntos. Su presencia cerca de Picasso hizo la mía, en lo sucesivo, delicada. Dora estaba en mejor situación que cualquier otro para fotografiar a Picasso y su obra. Al comienzo de su unión, velaba celosamente por este papel, al que consideraba una prerrogativa y  que desempeñaba además con aplicación y talento. Fotografió sus guijarros esculpidos y algunas de sus estatuas y le ayudó en sus experiencias fotográficas en el cuarto oscuro. Sus fotografías de las diferentes fases de la gestación del Guernica quedarán, sin duda, como un precioso testimonio del proceso creador de Picasso. Para no herir la susceptibilidad de Dora, proclive a borrascas y estallidos, me guardé muy bien de usurpar lo que iba a ser, en adelante, su dominio. Nuestras relaciones continuaron siendo amistosas pero distantes durante un largo período – aproximadamente la duración de la guerra civil española -. Mas a medida que Dora abandonada la fotografía para consagrarse a la pintura – que practicaba ya desde antes de dedicarse a la fotografía -, fue cambiando de actitud, desaparecidos los celos profesionales, no hubo obstáculo para nuestra amistad…»

 

 

Un fotógrafo habla aquí de una fotógrafa.

Ahora un nuevo libro aparece evocando  precisamente a la Dora Maar fotógrafa. La figura de esta mujer ha sido largamente comentada por testimonios y testigos. «De carácter impulsivo, capaz de bruscos enojos y arrebatos violentos – cuenta Pierre Cabanne en » El siglo de Picasso» -, ella será la única de todas las mujeres  conocidas de Picasso, capaz de medirse con él, de hacerle frente, de sostener su mirada de fuego (…)

 

 

Picasso dibujará a tinta un encantador retrato de Dora «hecho de memoria»  y en otra ocasión la representa en un lienzo con el aspecto hierático y un tanto distante que le había llamado la atención el primer día en el café. Varios otros retratos seguirán y los rasgos de la joven van adquiriendo las deformaciones que dramatizan la expresión. Por ejemplo: como ella tiene la costumbre de apoyar el rostro en su mano izquierda, con el codo doblado, Picasso le «aplasta» la sien y subraya la fijeza casi obsesiva de los ojos.»

 

 

Numerosos retratos de Dora serán evocados por los especialistas. André Fermigier , por ejemplo, se detiene en la tela del 19 de abril de 1938 «donde el rostro, visto a la vez de frente y de perfil, aparece con unas narices fuertemente marcadas y da la impresión de desequilibrio por la intensidad de la mirada; como ocurrirá igualmente con magníficos lienzos de 1939,  donde es suficiente un sombrero para desfigurar a una mujer».

 

 

(Imágenes -1- Dora Maar – Man Ray – 1936 – foto Alister Alexander -kamerarts/ 2-Dora Maar – saliendo de una concha -elpais/ 3- Picasso – Dora Maar – 1937/ 4- Dora Maar – heroinas/,5-  Picasso – Dora Maar – 1939- wikiart)

RAMÓN CASAS

 

Casas-uon- retrato de Picasso- conservado en la coleccion permanente del MNAC

 

«Bajo el gran sombrero de un pavero – escribió Miquel Utrillo sobre este retrato de Picasso hecho por Casas -, desdibujado por el clima inclemente de Montmartre, con los ojos vivos de un habitante del sur que conoce el dominio de sí mismo… su personalidad ha sugerido a sus compañeros artistas franceses el mote de «Pequeño Goya» con el que lo bautizaron». Por otro lado, y como recuerda Roland Penrose, las imágenes más exactas de las personas que visitaban asiduamente la taberna barcelonesa de Els Quatre Gats y su modo de vestir se acercaba a una especie de dandismo proletario. Se componía de sombrero negro, corbata y chaleco de amplia abertura, chaqueta oscura ampulosa y pantalones que se estrechaban a la altura del tobillo. Picasso, vestido de esta forma, comenta Penrose, le agradaba utilizar por aquel tiempo una vestimenta que lo distinguiera de la burguesía.

 

Casas- tcvvfr- cartel para la taberna Els Quatre Fats

 

Con motivo del Año Ramón Casas y de la exposición que ahora tiene lugar, el pintor modernista puede ser contemplado en multitud de facetas. Una de ellas es la relación que existió entre Casas y Els Quatre Gats . La taberna fue inaugurada el 12 de junio de 1897 y, según anota Pierre Cabanne, fue particularmente brillante. Un gran lienzo de Ramón Casas donde el propio pintor se había representado como Romeu montado en un tándem, dominaba la sala principal, recubierta hasta media altura de azulejos valencianos; una enorme araña pendía del techo, atravesado de vigas destinadas a acentuar el carácter «de época» del conjunto, recargado de cuadros, dibujos, platos, hierros, carteles y objetos diversos. Al fondo había una salita donde Miquel Utrillo hacía espectáculos de marionetas. Els Quatre Gats se afirmaba como el único y auténtico vivero del arte moderno en Barcelona.

 

Casas - tce- Les quatre gats- Ramón Casas

 

Picasso expone en Els Quatre Gats una serie de dibujos representando a sus amigos. «Lo que queremos – explicaba Sabartéses que la gente se entere de que hay otro que dibuja y que Casas no retrata a todos los que están y que en sus exposiciones no están todos los que son. Lo que queremos, más que todo, es poner a Picasso frente al «ídolo barcelonés» y que rabie la gente; la gente y Casas, si a mano viene».

 

dormir-nnhy- sueño- Ramón Casas i Carbó

 

«La delicia del aterciopelado casi vegetal en una mejilla de mujer – escribió D´Ors sobre Casas en «Mis salones«-, o de la espiral de un rizo rebelde, era la que mejor graduaba su difumino; el fuego negro de unos ojos jóvenes, lo que mejor encendía su carbón».

 

café.- rttyy.- Ramón Casas.- interior del Moulin de la Galette

 

(Imágenes.- 1.-Ramón Casas- retrato de Picasso- colección permanente del MNAC/ 2.- cartel de ELs Quatre Gats/ 3.- Casas- cartel de Els Quatre Gats/ 4.-Ramón Casas/ 5.- Ramón Casas- interior del Moulin de la Gallette)

EL TALLER DE » GRANDS – AUGUSTINS»

pintores.-rrffvb.-Picasso en su estudio de Grands -Augustins.-París 1939.-Brassai

«Desde la calle, la casa no parece muy grandecuenta Patrick O `Brian en su biografía de Picasso -, pero una vez dentro la escalera varía, y los dos pisos superiores ocupados por el pintor tenían talleres que parecían catedrales de techo bajo. Resultaban todavía más impresionantes debido a que se llegaba a ellos por una oscura escalera en espiral. Al paso de los siglos, el edificio había sido dividido y ampliado sin seguir un plan preconcebido, por lo que, ahora, tenía buena cantidad de pequeñas estancias accesorias, junto con más escaleras imprevisibles, pero lo que quedaba principalmente grabado en la memoria del visitante eran los estudios, vastos y polvorientos espacios con grandes vigas y traviesas desnudas, viejas y rojas losetas hexagonales en el suelo, y altas ventanas que daban a un patio interior. Estas ventanas estaban orientadas a poniente, pero Picasso nunca se preocupó gran cosa de la luz. De muchacho había utilizado una lámpara o una vela, cuando la luz del día no le servía, y, ahora, encendía la iluminación eléctrica cuando el cielo de París estaba cubierto o cuando, como ocurría con frecuencia, decidía trabajar de noche.»

pintores.-66h.-Brassaï.-estudio de Picasso.-rue des Grandes- Augustins.-1944

En este taller de Grands -Augustins se pintó el Guernica. Prácticamente todos los estudiosos de la obra del pintor hablan de este inmenso taller, en lo alto de una mansión del siglo XVll que al parecer — como indica Pierre Cabanne en «El siglo de Picasso» – había formado parte del Hotel Savoie- Carignan antes de la Revolución, en el que Balzac situaba la acción de su «Obra maestra desconocida«. La descripción que hace Balzac de esta casa, de la empinada y sombría escalera –así lo recuerda Brassaï en sus «Conversaciones con Picasso» -, es de una sorprendente semejanza. En 1937 Picasso se traslada a este taller, conocido en el barrio como «el desván de Barrault«, por haber vivido allí algún tiempo el joven actor Jean Louis Barrault. (…) Pero «el desván de Barrault» – continúa diciendo Cabanne – no era un lugar corriente. El acceso lo tenía no por la noble escalera ornada de una barandilla en hierro forjado, sino por una siniestra escalerilla de caracol a donde apenas llegaba la luz.

Picasso.-eedvvn.-Brassai.-mano de Picasso.-romanianculture.org

Brassaï hará por esa época una fotografía de la mano de Picasso con un pincel. «Examiné – dice el fotógrafo – la «paleta» que aparecía también en la imagen. Picasso no suele tenerla casi nunca en la mano, se desembaraza siempre de ella, dejándola en una silla, en un taburete, incluso en el suelo… Muchas veces ni la utiliza, En la rue des Grands- Augustins mezclaba sus colores sobre una mesa desplegable recubierta de una espesa capa de hojas de periódicos. Una vez saturado de colores, de aceite de linaza, de aguarrás, quitaba y tiraba este mantel.»

Picasso.-55ty.-Brassaï.-Picasso y los retratos de Dora Maar en el taller de Grands Augustins

Ahora que ese ático de París cobra actualidad, los recuerdos y evocaciones de aquel célebre taller reavivan la memoria. El cuarto donde pintaba Picasso tenía como se sabe las paredes inclinadas, y a través de las tablas que formaban el bajo techo caía una lluvia de polvo procedente de la buhardilla… Eran los tiempos de Dora Maar. Precisamente una de las noches en las que los dos se conocieron, sentado junto a ella en el café, Dora se quitó lentamente los guantes de lana negra bordados de florecitas rosa que llevaba y – como recuerda también Cabanne  – mientras Picasso hablaba, ella jugueteaba con una navajita afilada clavándola en la mesa entre sus dedos separados; de vez en cuando, fallaba el golpe y la punta le pinchaba la mano haciendo brotar una perlita de sangre. Fascinado, Picasso pidió a la joven que le diera sus guantes y los tuvo guardados en una vitrina del taller en la calle Grands- Augustins, donde conservaba sus recuerdos más preciados.»

(Imágenes:- 1.Brassaï.-Picasso en su estudio de la calle des Grands- Augustins-1939/2.-Brassaï.-Picasso en ese mismo taller.-1944/3.-Brassaï.-mano de Picasso.-romanianculture.org/ 4.- Brassaï.- Picasso y los cuadros de Dora Maar en el taller de Grands- Augustins.-1939)

PICASSO, PINTURAS Y AMIGOS

«Bajo los llamativos oropeles de los satimbanquis esbeltos que Picasso pinta – había dicho Apollinaire – se advierte indudablemente a los jóvenes del pueblo, ingeniosos, maliciosos, astutos, pobres y mentirosos». Era el año 1905. Fernanda Olivier en un libro delicioso,» Picasso y sus amigos» (Taurus), cuenta las andanzas en aquella Colina de París con Max Jacob, Ambroise Vollard o el marchante Clovis Sagot. «Nunca se comía tan bien en casa de Picassorecordaba Fernanda – como cuando no teníamos ni un céntimo. Entonces recurríamos al truco del pastelero. Pedíamos un almuerzo al pastelero de la plaza Abbesses, rogándole que lo llevara a las doce exactamente. A esa hora llegaba un dependiente, llamaba a la puerta y, como nadie abría, terminaba por irse, dejando su cesta ante ella. Abríamos cuando él ya había desaparecido. Pagábamos días después, cuando se podia».

«De 1903 a 1912 – seguía contando Fernanda – el número 13 de la calle Ravignan, en Montmartre, una incómoda casa de madera denominada el «Bateau- Lavoir«, acogió a pintores, escultores, escritores, humoristas, actores, lavanderas, costureras y vendedores ambulantes. Nevera en invierno, estufa en verano, los inquilinos se encontraban todos con un jarro de porcelana en la mano ante la única fuente que existía. Picasso fue a vivir allá en 1903, al volver de una temporada en España. Entonces fue cuando yo le vi por primera vez. El charlaba en la pequeña plaza Ravignan (después plaza Emile- Goudeau) con su compatriota el pintor catalán Ricardo Canals, que había llegado al mismo tiempo que él a París, algunos años antes».

«Picasso era bajo, cetrino, rechoncho, inquieto, inquietante, con ojos sombríos, profundos, taladradores, extraños, casi fijos –evocaba Fernanda Olivier -. Gestos desmañados, manos de mujer, mal vestido, poco aseado. Un mechón de pelo espeso, negro y brillante, le cortaba la frente inteligente y obstinada. Medio bohemio, medio obrero en su traje, sus cabellos demasiado largos rebasaban el cuello rozado de su chaqueta».

André Salmon, en «Recuerdos sin fin» , habla de que el mismo Picasso abría la puerta de la vivienda con «el famoso rizo encima de un ojo de color grosella negra, vestido de azul y con la chaqueta abierta para dejar ver una camisa blanca sujeta a la cintura por una faja de franela color rojo amapola con flecos…».

Penrose, en su biografía de Picasso, confirma como tantos otros que el pintor prefería trabajar de noche y que la mayoría de los cuadros anteriores a 1909 los pintó a la luz de una lámpara de aceite que colgaba encima de su cabeza, agachado en el suelo delante de la tela: «Y puesto que en los primeros tiempos a  menudo no tenía dinero para pagar el aceite, Picasso sostenía una vela con la mano izquierda mientras trabajaba con la derecha. André Salmon dice que la primera visita que le hizo en compañía de Max Jacob lo encontró pintando en esa postura un «cuadro que era azul».

(Pequeño apunte con motivo de la exposición «Devorar París 1900-1907» que acaba de inaugurarse en el Museo Picasso de Barcelona)

(Imágenes:-1.-arlequin a caballo.-1905.- Washington.-propiedad Mellon/ 2.- Picasso en 1904.-tumblr/3.- autorretrato con paleta.-1906.- Philadelphia Museum of Art.-E. A. Gallatin collection/ 4.- Fernanda Olivier, Picasso y Ramón Rentevós en Barcelona, en el estudio del pintor J Vidal.-Joan Vidal Ventossa.- museo Picasso.-París/ 5.-muchacho con pipa.-1905.-Nueva York.- Colección de Mr. y Mrs. John Hay. Whitney.- Nueva York)

FASCINACIÓN DE «LAS MENINAS»

«Supongamos que alguien quiere copiar pura y simplemente Las Meninasle dijo Picasso a su amigo Sabartés -, llegaría un momento en que si fuese yo quien lo hiciera, me diría: «¿qué pasaría si pusiera este personaje un poco más a la derecha o a la izquierda?». Y trataría de hacerlo a mi manera, sin preocuparme de Velázquez. Esta tentativa me llevaría sin duda a modificar la luz o disponerla de otra forma, puesto que habría cambiado de sitio un elemento. Asi, poco a poco, lograría hacer un cuadro, Las Meninas, que sería detestable para cualquier pintor especializado en copiar y no serían Las Meninas tal como aparecen en el cuadro de Velázquez: serían Las Meninas del que lo hiciera».

Esa tarea de realizar sus propias Meninas la emprende Picasso desde el 17 de agosto al 30 de diciembre de 1957 en su casa de «La Californie«, consagrando cuarenta y cuatro pinturas al tema de Velázquez.

«Velázquez está visible en el cuadro –le explica Picasso hablándole de Las Meninas a Roland Penrosse – cuando en realidad no debería estarlo puesto que le vuelve la espalda a la infanta del primer término que tiene por modelo. Está delante de un gran lienzo en el que parece estar trabajando, pero como se ve solo el reverso del cuadro, no podemos ver lo que pinta. En realidad, está pintando al rey y a la reina de quienes vemos la imagen reflejada en el espejo al fondo de la habitación. Sin embargo, el hecho de que los veamos implica que ese rey y esa reina no miran a Velázquez sino a nosotros. Y las meninas se han agrupado en torno al pintor no para posar, sino para mirar el retrato del rey y la reina, y como éstos, nosotos, espectadores, estamos detrás de ellas».

El 2 de octubre de 1957 Picasso pinta estas Meninas.

Les dio una personalidad propia, transformó el lenguaje de los signos y hasta el flemático perro de Velázquez se convirtió en el perro que hacía poco el fotógrafo David Duncan le había regalado.

Veinticuatro horas después – el 3 de octubre de 1957 Picasso pinta estas otras Meninas.

«La realidad es más que la cosa propiamente dicha – le diría a Penrose, y así lo cuenta éste en la biografía del pintor -.Yo siempre busco la suprarrealidad. La realidad reside en la forma en que ves las cosas. Un loro verde también es una ensalada verde y un loro verde. Aquél que sólo hace de ello un loro reduce su realidad. El pintor que copia un árbol queda ciego ante el árbol real. Yo veo las cosas de otra manera. Una palmera puede convertirse en un caballo. Don Quijote puede incorporarse a Las Meninas«.

Picasso pinta casi cada día unas Meninas distintas. Pinta aparte el grupo de la infanta y sus meninas, el perro y el hombre de la capa, luego la infanta sola. El 6 de septiembre deja Las Meninas por las palomas, el palomar y la vidriera del balcón abierta, el jardín, el mar y el cielo, que son los motivos de su creación. Y el día 14 vuelve otra vez a su serie de Las Meninas con 19 estudios sucesivos que acabará en diciembre.

Es la fascinación por un mismo tema. Las variantes de una fascinación. Siempre han existido fascinaciones y de algunas de ellas hablé ya en Mi Siglo. Pero ahora el Museo del Prado – dentro de ese mundo de las fascinaciones – presenta diversas Meninas.

Las de Picasso:

Las de Goya:

También las de Richard Hamilton:

Y al final siempre vuelve a plantearse la misma pregunta: ¿qué está pintando Velázquez?.

Uno se acerca al misterio de esta pintura y cada pintor se acerca también a ella intentando descubrirla, intentando pintarla, como hiciera Picasso, como hiciera Goya, como hiciera Hamilton, y como hicieran muchos.

(Museo del Prado.-«Las meninas de Richard Hamilton».-hasta el 30 de mayo de 2010)

(Imágenes: 1.- Meninas de Picasso.-17-8-57/ 2.-Las Meninas de Velázquez.-wikipedia/3.-Meninas de Picasso.-2-10.57/4.- Meninas de Picasso.-3-10-57/5.-Meninas de Picasso- 1957.-Barcelona.-Museo Picasso-16- 8-57/ 6.-Meninas de Goya.-preparado a lápiz.-1778.-colección particular/ 7.-Meninas de Richard Hamilton.-1973.-colección del artista)