LOS CLÁSICOS

“Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír decir: “Estoy releyendo…” y nunca “Estoy leyendo…”

Se llama clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quienes los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para saborearlos.

Los clásicos — sigue diciendo Italo Calvino —son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual.

Toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera.

 

Toda lectura de un clásico es en realidad una relectura.

Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.

Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado ( o más sencillamente, en el lenguaje o en las costumbres).

Un clásico es una obra que suscita un incesante polvillo  de discursos críticos pero que la obra se sacude continuamente de encima.

Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas,  tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad.

Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a la categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo.

 

 

(Imágenes-1- Franz Sedlacek/ 2-Penguin poets/ 3-Anastasia Lisitsyna)

RELEO

«Releo tu carta, a la sombra del cielo azul de la sombrilla.

A mis pies, el mar muelle se ondula rítmico en la arena.

Se orea el canto. El mar hasta la boyas se asemeja a tus ojos de algas y de arena

hasta la masa profunda de altamar, donde florecen todos los milagros

bajo los gritos blancos de las gaviotas, la espuma de las piraguas alargadas.

Por la playa rítmica, los patos salvajes sueñan en bandadas, inmóviles y mudos.

Yo sueño en mi hijo último, el hijo del porvenir de ojos de palma, de ojos de pozo sin fondo.

Sus cabellos lisos fulguran con destellos leonados.

¿Dónde está di la hija de mi esperanza muerta, Isabel la de ojos claros o Sukeina de seda negra?

Me escribiría cartas con temblor de alas locas

con imágenes coloreadas, con grandes animales de ojos de Serafín

con pájaros-flores, serpientes-manatíes tocando trompetas de plata.

Porque existe, la hija Poesía existe. Es mi pasión su búsqueda

La angustia que me hiere el pecho, de noche

la joven recatada con los ojos bajos, que oye crecer sus pestañas sus uñas alargadas.

Y tú preguntas:

– ¿Pero ¿por qué esta bruma y estos espejismos al fondo de tus ojos en calma?

– Bello es el mar y suave el aire, como en otro tiempo al borde de los Grandes Lagos».

Léopold Sédar Senghor.- «Releo».- de «Lettres d´hivernage» (1972)

(Imágenes.- 1.-Vadim Balakin.-vadimbalakin com/ 2.- Matt Bridger/ 3.-Richard Ernst Eurich/ 4.-los grandes lagos.-panorama por descubrir com).