SONREIR EN UN BLOG (10) : PISA Y VENECIA

 

 

 

 

‘Los alcaldes de Pisa y Venecia se pusieron de acuerdo para contrariar de súbito a los visitantes de sus ciudades, que durante siglos se han sentido por igual encantados, tanto de Pisa como de Venecia, haciendo trasladar y erigir, en secreto y de la noche a la mañana, la Torre de Pisa en Venecia y el Campanile de Venecia en Pisa. Sin embargo, no pudieron mantener secreto su propósito y, la noche misma en que querían transportar la Torre de Pisa a Venecia y el campanile de Venecia a Pisa, fueron internados en un manicomio, como es natural, el alcalde de Pisa en el manicomio de Pisa y el alcalde de Venecia en el manicomio de Venecia. Las autoridades italianas supieron llevar el asunto con toda discreción.”

Thomas Bernhard – “El imitador de voces”

(Imagen – Torre de Pisa – pingtree)

EN UNA TAZA DE CAFÉ

Antesdeayer, que Claudio Magris presentó en Barcelona su nuevo libro, «Así que usted comprenderá», me acordaba del Café San Marcos de Trieste, ese café que aparece en «Microcosmos», la pequeña mesa de mármol con el pie de hierro colado, y encima de ella, entre Magris y yo, esa presión de la cerveza, o bien la taza de café, el aroma que asciende de la conversación. Tabucchi va a un viejo café de Forte dei Marmi, una ciudad costera cercana a Pisa, y allí escribe, como escribe Magris en Trieste, como escribían y corregían los franceses en el parisino «Les Deux-Magots». En todos los sitios, como en el de Lisboa que visitaba Pessoa o como en los de la Viena imperial de entreguerras, el café parece que está esperando el azúcar y la cucharilla pero únicamente espera que revuelvan un poco a las palabras, que las palabras se escriban en el cuaderno y que el cuaderno se lea o bien que las palabras dialoguen en voz alta con otras palabras que están en la mesa de al lado, y éstas a su vez dialoguen con otras y salgan todas paseando a la calle y a veces se exciten en la esquina, en alguna ocasión choquen sus nudillos y presenten las palmas de sus manos como si se retaran. El café llama a la conversación y a la confidencia y la taza es el pretexto para consumir el tiempo y arreglar el mundo, para vaciar la vida de uno en ese platillo que hay a veces con un cigarrillo y otras veces sólo sostiene al aire.
Pero de pronto viene el camarero a quitarnos todos esos pensamientos. No hay más remedio que levantarse.
-Así que usted comprenderá.-me dice Magris ya en la puerta.