CIERVOS Y LITERATURA

«Fuera del espacio y del tiempo – cuenta Juan José Arreola en sus «Mujeres, animales y fantasías mecánicas« (Tusquets) – los ciervos discurren con veloz lentitud y nadie sabe dónde se ubican mejor, si en la inmovilidad o en el movimiento que ellos combinan de tal modo que nos vemos obligados a situarlos en lo eterno.

Inertes o dinámicos, modifican continuamente el ámbito natural y perfeccionan nuestras ideas acerca del tiempo, el espacio y la traslación de los móviles. Hechos a propósito para solventar la antigua paradoja, son a un tiempo Aquiles y la tortuga, el arco y la flecha: corren sin alcanzarse ; se paran y algo queda siempre fuera de ellos galopando.

El ciervo, que no puede estarse quieto. avanza como una aparición, ya sea entre los árboles reales o desde un bosque de leyenda: Venado de San Huberto que lleva una cruz entre los cuernos o cierva que amamanta a Genoveva de Bramante. Donde quiera que se encuentren, el macho y la hembra componen la misma pareja fabulosa.

Pieza venatoria por excelencia, todos tenemos la intención de cobrarla, aunque sea con la mirada, Y si Juan de Yepes nos dice que fue tan alto, tan alto que le dio a la caza alcance, no se está refiriendo a la paloma terrenal sino al ciervo profundo, inalcanzable y volador».

Sobre San Huberto  y sus ciervos habla en sus «Animales célebres» Michel Pastoureau, al que ya me referí en Mi Siglo. Trepan los ciervos empinadas cuestas de  palabras hasta las cimas de las vidrieras y desde allí nos miran retadores, alados, contemplando a quienes les contemplan; permanecen en pie sobre las fachadas, coronan las puertas, dominan los valles. Nosotros intentamos pasar la mano sobre su mansedumbre y acariciamos la velocidad de su lentitud.

(Imágenes:- 1.- Susan C Waters.-1880-1889/ 2.-dibujos 101.com/ 3.- alto relieve del milagro de San Huberto en el castillo de Amboise-.Francia.-wikipedia/4.-ciervos.-digireflex. net)

EL INFINITO

«Siempre caro me fue este yermo cerro

y este seto, que priva a la mirada

de tanto espacio del último horizonte.

Mas, sentado y contemplando, interminables

espacios, más allá de aquellos, y sobrehumanos

silencios, y una quietud hondísima

en mi mente imagino. Tanta, que casi

el corazón se estremece. Y como oigo

el viento susurrar en la espesura,

voy comparando este infinito silencio

con esta voz. Y me acuerdo de lo eterno,

y de las estaciones muertas, y de la presente

y viva, y de su música. Así que, en esta

inmensidad, mi pensamiento anego

y naufragar me es dulce en este mar».

Giacomo Leopardi: «El infinito»

(Imágenes:- 1 –Francois August Biard.-islas de Tombeaux.-efectos de la aurora boreal.-1841.-Museo del Louvre/ 2.-Thomas Moran.-Sol rojo en los cielos.-1875.-Museo de Arte de Carolina del Norte)