SONREIR EN UN BLOG (6) : TOSES EN EL TEATRO

En varias ocasiones han aparecido en Mi Siglo distintas variaciones sobre la sonrisa y el humor.

«En aquellos tiempos- contaba Miguel Mihura en sus «Memorias» al hablar del teatro – no se oían esas tosecillas ridículas que se oyen ahora, tan contenidas y discretas. Entonces se tosía virilmente, a todo toser, y muchas noches las toses eran tan fuertes, que había que suspender la representación y darla al día siguiente, por la mañana, si hacía buen tiempo. Y la causa de esto es que la afición al teatro era tan grande, que no sólo asistían a las funciones los que estaban acatarrados, sino también los que tenían bronconeumonía, pulmonía, apendicitis, tos ferina y otras enfermedades terribles. Y en muchas se veían enfermos gravísimos tapados con mantas hasta los ojos, y en algunos palcos había moribundos, asistidos por el médico y rodeados de su familia, que no dejaba de darles jarabes y medicamentos.

El teatro entonces sí que valía la pena».

(«El humor -explicaba Mihura – es verle la trampa a todo, darse cuenta de por dónde cojean las cosas; comprender que todo tiene un revés, que todas las cosas pueden ser de otra manera, sin querer por ello que dejen de ser tal como son, porque esto es pecado y pedantería»)

Como decía la señora Gamp, el personaje de Dickens – y así lo recuerda Paul Johnson en su libro sobre  los «Humoristas» -,» qué maravilloso es, cuando se vive en constante lamento, que alguien te haga sonreír».

Quizá por todo eso, dados los tiempos que vivimos, conviene que de vez en cuando asome una sonrisa en un blog.

(Imágenes.- 1.-Everett Shinn.-1908.-Museum of American Art.-Nueva York/2.-Mary Cassatt.-1878 – Museo de Bellas Artes.-Boston)

DETRÁS DE LAS LETRAS

«Siempre con el deseo de acercarme lo mejor posible a la realidad – decía Braque -, en 1911 introduje letras en mis cuadros. Eran formas donde no había nada a deformar porque siendo planas las letras estaban fuera del espacio y su presencia en el cuadro, por contraste, permitía distinguir los objetos que se situaban en el espacio de aquellos que estaban fuera de él«.

Fascinación de las letras. La madre al lado del hijo le va llevando con su dedo sobre la epidermis de la A, luego pasa a la piel de la B y de la D y de la M; el dedo de la madre, al cabo de muy poco tiempo, es sustituido por el de la maestra y enseguida se blanquea de tiza en la pizarra y se ennegrece en el cuaderno cuadriculado. La A se transporta de casa a la escuela y de la escuela a casa en un ir y venir de vocales que se casarán pronto con las consonantes y tendrán hijos igual que palabras, escoltados por las lanzas de las admiraciones y cercados por interrogaciones de preguntas.

El trazo de las letras es el primer paso, aún titubeante, sobre la alfombra de la educación. Se gatea entre mayúsculas y minúsculas buscando la puerta del párrafo, sudando fatigados al no encontrar pronto la salida. Es el pasillo del abecedario tan cantado en las aulas, repitiéndose por las calles en coro de juegos infantiles. Pero las letras solas no bastan. El Maestro Eckhart recuerda al hablar del arte de escribir que si uno «quiere dominar este arte, tiene  que ejercitarse mucho y con frecuencia en él, por difícil y penoso que sea y aunque le parezca imposible. Si hace ejercicios frecuentemente y con gran aplicación, llegará a aprender y obtener este arte. En primer lugar tiene que pensar en cada una de las letras y representárselas firmemente. Después que ha llegado a poseer el arte de escribir, no necesita pensar en cada una de las letras, ni necesita la ayuda de la imaginación. Escribe libremente y sin dificultad alguna lo mismo cosas pequeñas que grandes obras que han de surgir por medio de su arte. A él le basta no saber que en un momento dado tiene que ejercitar el arte. Y bien que no piense siempre en él, y sea lo que quiera en lo que piense, lleva a cabo la obra mediante su arte».


Es el trasfondo de la escritura como también el trasfondo de la vida. Quien mira única y fijamente la inmediatez de la vida no es capaz de ver su profundidad. Quien mira fijamente a la A sin ver nada detrás de ella no ha conseguido asomarse a la transcendencia. Palpa con el dedo los trazos de la gran A inmediata sin ver el universo que hay detrás, sin ver la infinitud de la palabra que existe al otro lado de la letra.

(Imágenes:1.-Bruce Nauman.-Máscara facial.-1981.-Museo de Arte Moderno de Nueva York/2.-Kazimir Malévich.-Un inglés en Moscú.-1914.-Museum Stedelijk , Amsterdam/ 3.-Georges Braque.-mujer con guitarra.-1913.-Museo Nacional de Arte moderno de París)