ELOGIO DE LA SOBREMESA


“Una sobremesa un poco animada es algo que seduce y atrae. Un comedor de una casa particular, lujoso; ocho o diez convidados — escribe  Baroja en “Juventud, Egolatría” —, tres o cuatro mujeres bonitas, alguna de ellas extranjera, otros tantos hombres que ninguno sea aristócrata — porque los aristócratas son muy poco amenos en general — ni sea tampoco artista — porque son de la misma casta de los aristócratas —;  tener de vecino a algún banquero o algún judío de perfil aguileño, y hablar de la vida, de la política, estar un poco galante con las señoras, dejar que cada uno tenga un momento de lucimiento, es, sin duda alguna, cosa muy agradable”.

(Imágenes—1- Antonio Sicurezza- 1972/2- Felix Valloton)

PASAPORTE DE POETA

 

 

”Cuando me preguntan a qué me dedico — confesaba el poeta inglés W. H. Auden —-, les digo que soy medievalista. Eso detiene la conversación. Si les dices  que eres poeta, te miran con cara rara, como diciendo : “Vaya, ¿ y de qué vive?”. En los viejos tiempos los hombres se enorgullecían de que en su pasaporte dijera “ Ocupación: caballero”. El pasaporte de Lord Antrim decía simplemente, “Ocupación: lord”, lo cual me parece muy correcto.”

(Imagen — Magritte-1965)

PALABRAS DE PIERRE BONNARD

 

 

Hice mis primeros cuadros con mayor intuición, los otros con un  mayor saber, quizás. La intuición, que reemplaza al saber, puede ser a veces superior al saber, que reemplaza  a la intuición.

 

La realización  se lleva a cabo sobre la tela o sobre el papel. Hay que conocer de antemano el efecto de las líneas, de los volúmenes , de los colores vistos a distancia, lo que de ellos quedará en potencia.

Por la seducción o primera idea, llega el pintor a lo universal. Es la seducción la que determina la elección de un motivo y la que se corresponde exactamente a la pintura. Si esta seducción o primera idea se borra, ya no queda más que el motivo, el objeto que invade domina al pintor. A partir de ese momento ya no hace su propia pintura.

 

Lo que produce buen efecto tiene que ser verdadero. La armonía es un fundamento más sólido que la observación, que tan fácilmente falla.

 

 

La preocupación por ser claro y legible es la mejor guía para la composición y la interpretación.

Casi todo el arte de la pintura consiste en aclarar y oscurecer los tonos sin  decolorarlos.

 

 

La naturaleza es infinita — la obra de arte es limitada, finita, rodeada con frecuencia por un entorno hostil,

Lo que es hermoso en la naturaleza no siempre lo es en la pintura, sobre todo reducido. Ejemplo: los efectos del atardecer, de la noche.

El encanto de una mujer puede revelar al artista muchas cosas sobre su arte.

Un cuadro es un microcosmos que debe bastarse a sí mismo.”

 

 

 

(Imágenes— : Pierre Bonnard-: 1- 1917/ 2-Pierre Bonnard / 3- taller con mimosa/ 4- 1910/ 5- Pierre Bonnard/ 6- 1906- national gallery/ 7– christies com)

ANTE UN PARÍS VACÍO

 

Bernard  Buffet y su ciudad sin  habitantes. Como así la estamos viendo y viviendo . Día a día.

“Bernard Buffet — comentaba el académico Gérard Bauer hablando del pintor —, ha suprimido los aspectos directos de la vida y  ha hecho desaparecer, en sus cuadros, a los habitantes de la ciudad, para ceder el lugar y la expresión a la piedra, a los monumentos, a las casas, únicos testigos del pasado y del presente. Bernard Buffet no acepta ni siquiera un pájaro, cuervo, mirlo o gorrión. Sólo lo inanimado, pero un inanimado aparente, pues un alma vela sobre esas extensiones de piedra, tejados o chimeneas.

La realeza, por ejemplo,  de la plaza de los Vosgos se afirma en una disposición magistral que sólo un maestro del dibujo podría transcribir con esta infalibilidad. Esas altas ventanas con marcos de ladrillo y de revoque blanco son las que han presenciado el desfile de la Historia.”

Ahora las atraviesa el virus.

 

 

“La isla de Sant-Louis, en el recodo del Quai d’Anjou, perfila sus casas antiguas, rostros impasibles y confidentes, en el pasado, de la nobleza aventurera y de la poesía.”

Ahora las visita el virus.

 

 

“Este París en estado puro — sigue diciendo Bauer de Buffet—, sin estorbos, sin adornos humanos, incluso sin la gracia de una primavera ni la caída de hojas de un otoño, es la ciudad tal como los hombres la han hecho. Este París lineal, sin embargo, tiene un alma. El pasado reside en ese inmenso silencio.”

 

 

 

(Imágenes —París – por Bernard Buffet)

LA VOZ DE VAN GOGH

 

 

“Para huir de la desesperación me precipité en la pintura —le hace decir a Van Gogh Giovanni Papini en suJuicio Universal” —. Rechazado por las mujeres y por los hombres, me refugié en el amor por la naturaleza. La naturaleza se hacía amar, pero no respondía, no correspondía y a veces se rebelaba.

 

 

Someterla a mí poder, trasladarla toda entera al lienzo, con sus luces de paraíso, sus colores esplendorosos, sus candores insostenibles, era para mí demasiado difícil. Y de la pintura recibí las poquísimas horas de alegría pura que experimenté en la tierra. Apoderarme del amarillo apagado y quemado de un campo maduro; del verde envenenante de las hierbas y de los cardos; de los azulados de los horizontes; del amarillo agudo y ardiente de los girasoles; del rojo  descarado de un paño o de un geranio, era para mí un espasmo de poder fugaz, pero violento.

 

 

Me di cuenta, sin embargo, de que también la naturaleza me rechazaba. A pesar de todo mi paciente ímpetu no llegaba a conquistarla, a poseerla entera. También ella, con su taciturna imposibilidad, que es más dura que una repulsa, me rechazaba.

 

 

Y entonces tú sabes lo que acaece en el débil corazón de los débiles. Cuando todo el amor está encerrado y contenido, el hombre se siente desconcertado, perdido, perseguido, es decir, abandonado, enajenado. Los hombres le llaman loco, lo ahuyentan o lo encarcelan. Así fue de mí.”

Y la voz de Van Gogh volvió a callar.

 

 

(Imágenes—1- matas de lirios/ 2–ramas de almendro en flor/ 3/tronco de tejo/ 4-campo de trigo con un vuelo de cuervos/5-girasoles)

DORMIR

 

Durmió sobre sus manos.

Sobre una piedra.

Sobre sus pies.

Sobre pies ajenos.

Durmió en autobuses, trenes, aviones.

Durmió de guardia.

Durmió en el arcén.

Durmió sobre un saco de manzanas.

Durmió en un servicio público.

En un henal.

En el Super Dome.

Durmió en un Jaguar y en la parte trasera de una furgoneta.

Durmió en teatros.

En la cárcel.

En barcos.

Durmió en chozas y, una vez, en un castillo.

Durmió bajo la lluvia.

Con ampollas por el sol durmió.

A caballo.

Durmió en sillas, iglesias, en hoteles de lujo.

Durmió bajo techo extraño toda su vida.

Ahora duerme bajo tierra.

Duerme y duerme.

Como un antiguo rey.”

Raymond Carver – “Dormir” -(traducción de Jaime Priede)

 

 

(Imágenes -1- Félix Valloton/ 2- He Zubin- 2007 – Artnet)

SUEÑOS Y RECUERDOS

 

 

”Cada uno de nosotros posee un mundo interior de sueños y recuerdos, imperceptible a los demás – decía Juan Benet y, como tal, llegamos a la ineludible conclusión de que el texto literario no puede ser más que un vano reflejo de una realidad interna, la del autor. ¿Quién mejor que él va a conocer su intención y significado, sea expreso o tácito, su estilo, su tratamiento narrativo, su relación con la propia experiencia, el medio cultural en el que fue engendrada, las influencias que lo marcaron, etcétera? El escritor que quiera reflejar mejor la realidad tendrá que crear un texto lleno de zonas oscuras, contradicciones y ambigüedades, e intentar resolver los enigmas daría al traste con su obra.”

(Imagen –Man Ray – autorretrato)

EL DÍA QUE ME PONGA TRISTE

 

 

“El día que me ponga triste,

de pronto buscaré mi agenda,

y sin un grito ni un suspiro

a algún amigo llamaré.

¡Oh vuestras voces, mis amigos!

Oh gracias, gracias por haber

estado en casa aquellas tardes

de una completa oscuridad,

y porque siempre bajo el yugo

de vuestra angustia y vuestro amor

os olvidabais de vosotros

y me decíais: todo bien.

Y en las palabras cotidianas

se percibía tal bondad,

como si Dios a vuestra espalda

os ayudara a contestar.”

Alexandr Kushner ( traducción de Xenia Dyakonova)

(Imagen –Dora Maar)

RETENER LOS PAISAJES

 

“A mí me han interesado siempre los paisajes. Cuando era niño, en un vagón, yo no me imaginaba mas que en la ventanilla nirando aquello que pasaba. Retenía bien los paisajes, advertía las diferencias sutiles y las guardaba en mi memoria – asi lo confesaba el gran escritor francés Julien Gracq -. Creo que mi formación geográfica me ha ayudado mucho a retener los paisajes pues ella me ha permitido atrapar su estructura y por tanto reconstituir los elementos que se hubieran podido olvidar. Retengo también los paisajes según el mayor o menor placer que he tenido al descubrirlos. Nunca los miro con ojo indiferente. Para mí los paisajes influyen sobre el humor y sobre el comportamiento. Existen paisajes sombríos, paisajes aburridos. Hay, por el contrario, paisajes que uno ama conservar.

 

 

Creo que cuando yo viajo mi formación geográfica la llevo en la punta de la nariz. Es imposible, cuando se dedica uno a la geografía física, que no se pueda evitar mirar un paisaje con ojos de geógrafo, como para un médico lo es el contemplar una escultura sin olvidar su anatomia y las sesiones de disección. Instintivamente, cada uno tiene una forma de ver. Muchas veces me pregunto cómo ven el mundo las gentes que no tienen formación geográfica. El viaje debe de ser para ellos una especie de fantasmagoría desunida, una yuxtaposición de formas extrañas o muy poco encadenadas. Por otro lado, el conocimiento libresco e incluso el fotográfico del país no reemplaza en absoluto a la experiencia directa y no sustituye el efecto de la sorpresa. La fotografía aplana el paisaje; esto se comprueba especialmente en los paisajes de montaña, y reduce el espacio que hay alrededor de las cosas. El relieve, la amplitud de los desniveles, uno se los imagina mal. Se retienen así de una forma muy distinta los paisajes”.

 

 

(Imágenes-1-Felix Valloton- 1924/ 2-Per Ekstrom/ 3- Andrew Wyeth- 1931)

EL INSTANTE DE LA CREACIÓN

 

 

“El instante de la creación literaria nos es tan desconocido como el de la creación del universo mismo . Podemos estudiar cada momento posterior al Big Bang, así como podemos leer (en los días en que los escritores conservaban sus primeros garabatos) cada borrador de “A la recherche du temps perdu”. Pero el momento mismo del nacimiento de nuestros libros más queridos es más misterioso. ¿Qué encendió la chispa de la primera idea de la Odisea en la mente del poeta o poetas que llamamos Homero? ¿Cómo fue que un narrador a quien no le interesaba añadir su nombre a su obra soñó la atroz historia de Edipo que más tarde inspiraría a Sófocles y a Cocteau? ¿Qué triste amante de carne y hueso prestó su personalidad a la irresistible figura de Don Juan, condenado por toda la eternidad?

 

 

Todo esto lo cuenta Alberto Manguel en “Mientras embalo mi biblioteca” y allí también evoca una anécdota de Stevenson : “ Una noche – dice – , una de las muchas noches en que yacía febril en la cama, sin aliento y tosiendo sangre, Robert Louis Stevenson, que entonces tenía treinta y ocho años, soñó con un terrorífico tono de color marrón. Desde su primera infancia, Stevenson había llamado a sus frecuentes terrores nocturnos “las visitas de la Bruja de la Noche”, que solo la voz de su niñera podía calmar, con canciones y cuentos folklóricos escoceses. Pero las apariciones de la Bruja de la Noche eran persistentes, y Stevenson descubrió que  podía convertirlas en algo beneficioso si las exorcizaba con palabras. Así, el espantoso color marrón de esas pesadillas se convirtió en una historia. De esta manera, nos cuenta, nació el cuento del doctor Jekyll y el señor Hyde.”

“(…) La existencia de creaciones literarias magistrales asombra tanto a los escritores como a los lectores (…) Podemos averiguar lo que un autor determinado cuenta sobre las circunstancias que han rodeado el acto creativo, qué libros leía, cuáles  eran los detalles cotidianos de su vida, su estado de salud, el color de sus sueños. Todo excepto el instante en que las palabras aparecieron, luminosas y claras, en la mente del poeta, y las manos comenzaron a escribir”.

 

 

(Imágenes -1- Albert Marquet/ 2- Max Lieberman – 1923/3- Emil Nolde -1935)

EL DETALLE EN EL ARTÍCULO

 

«Al escribir en la prensa o en Internet siempre los temas están ahí, en la vida, en las pequeñas cosas de la vida cotidiana, en las grandes cuestiones eternas con las que se enfrenta al ser humano (vistas generalmente, sin embargo, desde un ángulo significativo, desde un detalle preciso, como una pequeña puerta que se abre a la amplia consideración del artículo).

«Ese detalle, el hallazgo inesperado de ese detalle, no es fácil encontrarlo. Se requiere ir con los ojos abiertos, una apertura que se llama atención. “Para hacer un periodismo real y tangible ‑recordaba Plaes indispensable una curiosidad, un interés por las cosas de la historia y de la vida”. Sin esa curiosidad se camina con los ojos cerrados y aplicándolo a este oficio del periodismo esa ceguera lleva a la destrucción. No se es periodista ‑ni siquiera se disfruta como ser humano‑ porque la vida aparece como un muro, una masa compacta y rutinaria en donde no cabe el asombro. “Yo he sido periodista toda la vida ‑seguía diciendo Pla‑, porque he tenido toda la curiosidad que me ha permitido la existencia y porque me gusta comunicar a los conciudadanos lo que, por una razón u otra, he podido observar.”

 

 

Pero el detalle está ahí, hay infinitos detalles escondidos en las arrugas de un rostro, en el brillo de unas pupilas, en los giros de una mano, en una modulada entonación, en la manera como un político le señala el cielo a otro político, porque los dos aún no saben de qué hablar y de alguna forma ese color del día, de la temperatura del día los une, les hace sonreír forzada y protocolariamente, y les ayuda a romper el hielo… Todo está lleno de detalles en las individuales existencias y en las grandes cuestiones del mundo. El periodista ‑el articulista‑ va en busca de esos detalles y en esos detalles encontrará muy posiblemente sus temas.

“No se cansará este cronista ‑ha escrito González Ruano‑ de dar gracias a las agencias periodísticas que recogen noticias mínimas y pintorescas con las que los periódicos llenan huequecitos de poca importancia pero necesarios en la confección de sus páginas. Muchas de estas pequeñas noticias, que pocos leen, son para este cronista la base de sus artículos. Lo más difícil en una colaboración de muchos tentáculos y de una sistematización bien ordenada no es la materialidad de escibir, sino encontrar un tema que tenga siquiera condición de pretexto, y que vaya medianamente con nuestros gustos y preferencias.”

 

 

El gallego Álvaro Cunqueiro, por otra parte, tomaba de las fotografías de agencias que se publicaban en la última página de Faro de Vigo motivo para sus comentarios. A veces no buscaba los temas, simplemente los encontraba. Se surtía para escribir sus textos de lo que veía en televisión o escuchaba por la radio, o simplemente de lo surgido en las conversaciones con los amigos. “Un amigo ‑escribía por ejemplo en Faro de Vigo en 1974‑ que escuchó un artículo mío en Radio Nacional de España, en el que yo decía que ya no se encontraban en el país gallego gentes que hubiesen visto la Santa Compaña (…) se muestra conforme conmigo (…) pero me asegura que sueltos, cada uno por su lado, andan por los caminos unos cuantos inquietos. (…) Pero a mi amigo, lo que le preocupan son esos secretos, casi niebla, figura de viento, que andan por ahí, pasajeros vespertinos silenciosos, y sin duda difuntos. Cuando me despido de él, me retiene por un brazo (…) y me dice que también habría mucho que hablar del cadáver de Evita. (…) Lo del traslado del cadáver de Evita desde la quinta peronista de Madrid al ‘altar de la patria’ en Buenos Aires, es operación política”. “Ayer ‑comentaba en otra ocasión el mismo Cunqueiro‑ estaba viendo, después de almorzar, la televisión. Y daban en ella un reportaje sobre la visita de los reyes de los belgas al Japón. Fabiola y Balduino iban a ver una representación de ‘kabuki’ ‑el locutor de la televisión le llamaba ‘kiburi’; por televisión se oyen siempre muchos disparates de este tipo, (…)‑ El drama que vieron Balduino y Fabiola era ‘La muerte de Susiku una mañana de viento’ (…) La hermosa Susiku fue muerta por Nakko (…).” Y así Cunqueiro proseguía con su cultura y erudición caminando a través de una prosa mágica y personal como la que él tenía hasta cubrir por entero uno de sus textos.

 

 

Camba, a su vez, procedía de forma parecida. “Leía yo recientemente una estadística del doctor Rokeby sobre el tiempo que pierden los hombres en hacerse el nudo de la corbata ‑escribía en su artículo Una estadística impresionante, en 1944‑. Suponiendo que, por término medio, pierdan tan sólo un minuto, ello arrojaría por cada millón de hombres el total de un millón de minutos, lo que, en un país como España, se elevaría en seguida a la fabulosa cantidad de doscientas mil horas diarias, o sea veinticinco mil jornadas de ocho horas. Es decir, que invirtiendo en otras actividades el tiempo que emplean en anudarse la corbata, los españoles, según el doctor Rokeby, podrían hacerse muy fácilmente cada mes un túnel, un rascacielos, un puente, una carretera, un buque o un aeródromo.”

José Julio Perlado – «El artículo literario y periodístico – Paisajes y personajes», págs 24-26

 

 

(Imágenes -1-Jacek Malczewski– 1907/ 2-Vincent Giarrano/ 3-Bernard Lamotte- 1940/ 4- Georges Dambier– 1952/ 5- David Lyle)

LOS ESCRITORES SECUNDARIOS

 

 

El tema del olvido – y más grave aún el de la ignorancia – es singular en todas las literaturas pero quizá de modo especial afecta a la literatura española. Los nombres suben y bajan a lo largo del tiempo en las cotizaciones de lecturas, la popularidad asciende irresistible y luego poco a poco se evapora hasta llegar a desvanecerse y muchos autores – nada más morir – son arrojados a lo que podríamos llamar “purgatorio” de la fama, lugar incierto de opacidad y silencio en el que – a veces durante pocos y otras veces durante largos años – no se les nombra, tal como si no hubieran existido nunca; algunos – y de ellos algunas obras suyas – reaparecen al cabo de esos años, obras ya escogidas y solitarias y sin duda realzadas y justamente valoradas. Son piezas que la crítica más objetiva ha ido puliendo y decantado con enorme cuidado, aisladas piedras que ya no irán a sumergirse en el olvido, y hasta algunas de ellas serán consideradas como joyas.

Pero si esto ocurre con los grandes autores se extiende igualmente un ejército en la sombra que conforma todas las literaturas y también su historia y al que Eliot quiso aludir con su proverbial agudeza en la conferencia que pronunció en Cambridge en 1942 bajo el título “Los clásicos y el hombre de letras”. “La expresión “hombre de letras” – decía entonces Eliot – abarca a hombres de segunda y tercera fila e incluso a los de categorías inferiores, así como a las máximas figuras; porque esos escritores secundarios, colectivamente y en diversos grados individualmente, forman una parte importante del medio ambiente en que se mueve el gran escritor, como lo forman también sus primeros lectores, los que primero le valoraron, los que formularon los primeros reparos y también quizá sus primeros detractores. La continuidad de una literatura es esencial para su grandeza. En muy gran medida es función de los escritores secundarios preservar esa continuidad y formar un cuerpo de obra escrita que, aunque no haya de leer necesariamente la posteridad, desempeña un gran papel como eslabón entre los escritores a los que se sigue leyendo. Esta continuidad es en gran parte inconsciente y solamente es ostensible con una visión histórica retrospectiva”.

 

 

(Imágenes -1-Felix Vallotton – 1922/  2- Luca Carlevaris- 1725 . ashmolean museum- Oxford)

SOBRE LA CONVERSACIÓN

 

magritte-bzc-el-arte-dela-conversacion-mil-novecientos-sesenta-y-tres

 

«El motivo de que haya tan pocas personas que resulten agradables en la conversación – leo en las «Máximas morales» de La Rochefoucauld – es que cada cual piensa más en lo que quiere decir que en lo que están diciendo los demás. Hay que  escuchar a los que hablan, si se quiere ser escuchado; hay que dejarles en libertad de hacerse oír y hasta de decir cosas inútiles. En lugar de contradecirles o interrumpirles, como suele hacerse, debemos al contrario, tomar parte en sus ideas y gustos, mostrarles que los escuchamos, hablarles de cosas que les atañen, alabar lo que dicen si lo merece y demostrarles que los alabamos más por convicción que por amabilidad. Hay que evitar discusiones sobre cosas indiferentes, hacer pocas preguntas inútiles y no dar a entender nunca que pretendemos tener màs razón que los demás, así como cederles de buen grado el privilegio de tomar una decisión.

Se deben decir cosas naturales, fáciles y más o menos serias, según el humor y la inclinación de las personas con quienes se conversa; no acosarlas para que aprueben lo que decimos, ni siquiera para que nos contesten. Cuando se han satisfecho de esta suerte los deberes de cortesía, pueden exponerse los propios sentimientos sin prevención ni tozudez, dando a entender que tratamos de apoyarlos con la opinión de aquellos que nos escuchan.

 

gentes-nyu-pierre-bonnard-mil-novecientos-quince

 

Hay que evitar hablar mucho de sí mismo y ponerse a menudo como ejemplo. Nunca será excesivo el interés que pongamos en conocer la inclinación y alcances de aquellos con quienes hablamos, para unirnos a la opinión del que más talento tiene y añadir nuestras ideas a las suyas dándole a entender, en lo posible, que  las tomamos de él. Es de gran habilidad no agotar los temas que se tratan y dejar para los demás algo que pensar y que decir.

Nunca se debe hablar con aire de autoridad, ni utilizar palabras o términos exagerados. Podemos mantener nuestras opiniones cuando éstas son razonables, pero aunque las mantengamos nunca debemos herir los sentimientos de los demàs, ni dar la impresión de que nos escandalizamos de lo que dicen. Es peligroso querer adueñarse siempre de la conversación y hablar con excesiva frecuencia de una misma cosa. Se deben aceptar indiferentemente todos los temas agradables que se presenten y no mostrar jamás que queremos llevar la conversación hacia aquello de lo que nos interesa hablar».

 

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(Imágenes-1-´René Magritte- 1963/ 2.- Pierre Bonnard- 1915/ 3.-Auguste Chabaud- 1908)

DEFENDIENDO EL AMOR

 

cielos- nhu- Emil Nolde- mil novecientos treinta

 

«Es hielo abrasador, es fuego helado,

es herida que duele y no se siente,

es un soñado bien, un mal presente,

es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,

un cobarde con nombre de valiente,

un andar solitario entre la gente,

un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada

que dura hasta el postrero parasismo:

enfermedad que crece si es curada;

este es el niño Amor, éste es su abismo,

¡mirad cuál amistad tendrá con nada

el que en todo es contrario de sí mismo!».

Luis de Camoes

(Imagen – Emil Nolde – 1930)

VERANO 2016 (6) : INSOMNIO

 

dormir-unnn-sueño- Albert Gleizes- el hombre en la hamaca- mil novecientos trece

 

«A veces me parece ver el Sueño,

monstruo enorme, impalpable,

que sobre mí está dispuesto a devorarme

y en ese mismo instante soy su presa.

Qué tremenda, desgarradora guerra,

es la que yo he entablado

con él, frecuentemente.

Al Sueño me refiero. Y paso delirando

las horas que son suyas.

Larva inquieta, durmiente, que camina

y va soñando y cree estar despierto».

Vincenzo Cardarelli.- «Insomnio»

(Imagen.- Albert Gleizes.- 1913)