«NECESÍTASE HOMBRE JOVEN
Oh dime cuánto tiempo
Tendré que esperar
para contable avispado y ambicioso, en banco que recluta a sus dirigentes entre sus propias filas…- escribe Dos Passos en el «Noticiario 47» de su novela «El gran dinero» (1938) al contar la Gran Depresión – delineante proyectista con experiencia en construcciones fabriles e industriales de ladrillo, madera y cemento armado…broncista…rotulista…moldeador…pintor de carrocerías…oficial de primera para filetes y remates…joven para calcetería, lencería y mercería…auxiliar para departamento de compras…calígrafo versado en cuentas…operario trabajador y vigoroso para montar troqueles de piezas mecánicas… agente electoral…químico para estandarización de sabores…encargado de montacargas…vendedor a domicilio…agente de seguros…encargado de facturación…joyero…peón…maquinista…fresador…empleado para naviera…vendedor de zapatos…rotulista…agente comercial para mercado de pescado al por menor…maestro…cronometrador…matricero para utillaje, calcador, encargado de almacén de herramientas, traductor, mecanógrafo…guarnecedor de ventanas…empaquetador…»
«Cuando estalló la pompa de la Bolsa – sigue escribiendo Dos Passos en otra página de ese libro -, el señor Ford, el filósofo de aldea, dijo jubiloso: «Os lo advertí. Es lo que os pasa por daros al juego y endeudaros. El país demuestra que está sano» Pero cuando el país, con los zapatos rotos, los pantalones deshilachados, los cinturones apretados sobre los estómagos vacíos, las manos ociosas, resquebrajadas y agrietadas por el frío del día más frío de marzo de 1932…», y el novelista deja caer los puntos suspensivos.
«No echéis toda la culpa a Broadway – sigue diciendo Dos Passos en el «Noticiario 5o» de su novela- , salvo contadas excepciones, la gestión de nuestro gobierno ha estado y está en manos honradas y competentes: las finanzas son sólidas y están bien administradas, los intereses económicos de la nación – incluidos patronos, ejecutivos y empleados -, responden a motivaciones honrosas y patrióticas, y la situación económica actual garantiza el mantenimiento de la confianza y la prosperidad».
Y pocas páginas más allá se lee en «El gran dinero«:
«afuera, la escena constituía un auténtico alborozo: mujeres elegantemente vestidas se paseaban de un lado a otro retorciéndose las manos, impotentes para salvar sus pertenencias, mientras de las ventanas de los pisos superiores caía una lluvia indiscriminada de baúles, maletas y ropa. Joyas y curiosidades valoradas en miles de dólares eran recogidas del césped por los mirones, que las escondían bajo los abrigos y desaparecían».
Era la Gran Depresión. Leo estos días la trilogía de Dos Passos mientras miro los telediarios. Alguien en algún lugar está tomando notas mentales y en su día escribirá un libro. Leo también reflexiones sobre cuanto sucede y destaco aquí el interesante coloquio que acaba de tener Juan Pedro Quiñonero con Philippe Moreau Defarges recogido en Una temporada en el infierno, coloquio muy ilustrativo para iluminar los tiempos que vivimos.
(Imagen: Nueva York,1947, foto: Louis Faurer.-Michael Hopper Gallery)
