JEFES Y EMPLEADOS

 


“¡Vosotros, jefes auténticos, acercaos para que pueda percibir el aspecto de las verdaderas cualidades de jefe! —escribe Robert Walser en “Desde la oficina”—. Los jefes son, en mi opinión, una rareza muy valiosa, y un jefe es, a mi juicio, una persona a la que aquí y allá asalta la extraña necesidad de olvidar que es un jefe. Mientras que los empleados se distinguen porque se imaginan encantados de ser jefes, los jefes encaran de vez en cuando con cierto desdén y una especie de envidia fácilmente comprensible las alegrías e imprudencias de los empleados.; porque me parece un hecho indudable que los jefes están solos en que continuamente tienen razón y en consecuencia añoran conocer el sabor o el aroma  de la equivocación que les está vedado conocer. Los jefes pueden hacer lo que se les antoje;  los empleados, no, y en consecuencia ansían continuamente el mando del que carecen, contra lo que cabría decir que a menudo los jefes se hartan de mandar , que preferirían servir, obedecer, más que mandar, en lo que ven consumirse su existencia de una manera en realidad muy monótona.

 

“Cómo me gustaría que me echasen una bronca en alguna ocasión “, puede, en mi opinión, venirle fácilmente a la cabeza a algún que otro jefe, mientras que los empleados desconocen por completo tales deseos que jamás se cumplen.  Lo que distingue al jefe no es la mera riqueza, y por otra parte un empleado tampoco tiene por qué ser necesariamente  un pobre diablo. Opino que un jefe más bien es lo que es porque le consultan, igual que un empleado es lo que cree ser porque de su boca salen preguntas. El empleado espera; el jefe hace esperar. Pero esperar puede ser a veces tan agradable o incluso más agradable  aún que hacer esperar, que exige fortaleza. El que espera puede permitirse el lujo delicioso de no ser responsable de ningún modo; puede , mientras espera, penar por su mujer, por sus hijos, etc. Como es natural, esto también puede hacerlo el que hace esperar, si le satisface. Pero sucede que la figura insignificante del que espera no quiere absolutamente írsele de la cabeza, lo que, como es natural, lo incomoda.”

 

 

(Imágenes— 1- Peter Masek/ 2- Amir Shingray- 2008- craig scott galería – artnet/ 3- Mircea Suciu – 2011)

GENTES (3) : EL VANIDOSO

 

“El vanidoso es tal —dice el filósofo griego Teofrasto —que estando en los mostradores  del puerto del Pireo, cuenta a los forasteros las muchas riquezas que tiene por el mar. Discurre largamente del dinero que tiene dado en préstamos, en cuánta cantidad, y cuántos réditos ha percibido.  El vanidoso es el que, si yendo de camino se junta con otro, le cuenta que militó con Alejandro y cuántas copas de piedras preciosas trajo, y defenderá contra todos que los artífices del Asia son mucho mejores que los europeos.  Dirá que en la carestía y hambre de la ciudad él gastó mucho dinero, por haberlo repartido entre los ciudadanos más indigentes. Añade que todo esto lo invirtió en limosnas, y que no cuenta tantos empleos públicos como ha servido. El vanidoso se acerca a los que tienen caballos generosos, y aparenta que quiere comprarlos. Se llega también a los mostradores de los mercaderes y pide que le saquen un vestido de valor; pero castiga al esclavo o criado porque le viene acompañando sin traer el dinero. Habitando en casa alquilada , dice al que no lo sabe que es heredada de sus padres; pero que tiene que venderla, por ser muy pequeña para aposentar huéspedes.”

(Imagen —Peter Masek)