APUNTES SOBRE DICKENS

 

Cuando Dickens tenía veinte años y trabajaba en el periódico liberal “The Morning Chronicle” debía de recorrer distintas partes de Inglaterra para informar sobre los discursos políticos.  Era característico en él que tomara algunas de sus noticias taquigráficas “ sobre la palma de la mano, a la luz de un mortecino farol, o en un coche de posta y galopando por un campo desolado”. Chesterton, Maurois, Somerset Maugham, Edmund Wilson  y muchos otros han recorrido su infancia, trabajos, triunfos e influencia. Pero si nos adentramos en su correspondencia descubriremos muchas cosas más. Por ejemplo su defensa de la fantasía: “No me parece bastante decir de una descripción que es la verdad exacta —le escribía a John Foster en 1859 — .La verdad exacta tiene que figurar, pero el mérito y el arte del narrador están en la forma de exponer esta verdad. Y respecto a esto, siempre me pareció que en la literatura había todo un mundo por crear. El verdadero fundamento de la literatura popular, a lo largo de una especie de época popular de oscurantismo, puede depender del hecho de que se traten los temas con fantasía.”

 

Dickens se preocupaba de hacer muy verosímiles sus personajes y por tanto se documentaba mucho.  A   un tal Mr. Haines, en 1837, le decía: “ en mi próximo número de “Oliver Twist” tengo que poner a un magistrado, y meditando en busca de un magistrado cuya rudeza e insolencia hicieran de él un sujeto adecuado tropecé con Mr. Laing, celebridad de Hatton-garden. Conozco a este personaje perfectamente bien, pero como sería también necesario describir su aspecto personal, me era preciso verlo, lo cual nunca he hecho. En este dilema se me ocurrió que tal vez cualquier mañana podría introducirme subrepticiamente, por unos pocos instantes, bajo los auspicios de usted, en el despacho de Hatton-garden. Si puede ayudarme en mi proyecto, le quedaré  sinceramente muy agradecido.”

Cuando dejó de existir en 1870,  Dickens se convirtió en patrimonio nacional, y en las páginas de ‘The Times” se decía: “ Políticos, hombres de ciencia, filántropos, reconocidos bienhechores de su raza desaparecerán , y, sin embargo, no dejarán el vacío que ha causado la muerte de Dickens”.

En su testamento el novelista había dicho. “En mis publicaciones están mis títulos de opción al recuerdo de mi patria”.  Y Anthony Trollope escribió a raíz de su muerte: “ Dickens profesaba una profunda devoción por la literatura en todas sus variedades, y su fe en ella encerraba una verdadera convicción”.

 

(Imágenes- 1- Dickens/ 2- Giuseppe de Nittis/3- Atiknson Grimshaw)

ENTRANDO EN LOS PERSONAJES

 

 

“Puede que sólo conozcas el aspecto exterior de tus personajes y no su esencia – decía Anne Lamott, una novelista norteamericana. – No te preocupes. Se te revelarán más elementos con el paso del tiempo . Mientras tanto, ¿ puedes ver qué aspecto tienen tus personajes? ¿Qué primera impresión causan? ¿ Qué es lo que más le importa a cada uno de ellos, lo que más ansían en el mundo?  ¿ Qué secretos tienen? ¿ Cómo se  mueven, cómo huelen? Todo el mundo camina como un anuncio  de lo que es; así pues, ¿quién es esta persona? Muéstranoslo…

 

 

Algo que también debes preguntarte es qué postura tienen, qué llevan en los bolsillos o bolsos, qué pasa en sus rostros y en su postura cuando piensan, o cuando están aburridos o cuando tienen miedo. ¿A quién habrían votado en las últimas elecciones? ¿Por qué tendrían que importarnos?  ¿ Qué sería lo primero que dejarían de hacer si descubriesen que les quedan seis meses de vida? ¿Volverían a fumar?  ¿Seguirían limpiándose los dientes con hilo dental? “.

Richard Cohen incluye estas preguntas en su obra “Cómo piensan los escritores”, pero los personajes – y su interior, además de su apariencia exterior que suele estar llena de  detalles – siempre han sido un enigma. .¿Cómo darles entonces verosimilitud?

Estas cuestiones han preocupado lógicamente a los novelistas. Hay muy diversas opiniones: Jane Austen decía que no había que presentar cuadros perfectos;  Charlotte Brontë, Stevenson o Flaubert, que no había que hacer retratos;  Henry James reconocía que el novelista siempre está obsesionado con sus personajes; Virginia Woolf declaraba que todas las novelas  se ocupaban del carácter del personaje,  y Dickens, para dibujar con perfección en “Olivier Twist’  a un personaje que representaba a un magistrado “ cuya rudeza e insolencia – decía –  marcaban su personalidad”, procuró introducirse en un despacho de Hatton- garden para observar y luego describir con exactitud todos sus modales.

 

 

Imágenes – 1 y 2 – George Segal – 1964- museum Washington / 3- Erich Hartmann – 1976)

 

EN BUSCA DE UN PERSONAJE

En busca de un personaje fue muchas veces Graham Greene a lo largo de su vida. En enero de 1959, viajando por el Congo belga, de donde nacerían «Un caso acabado» y «El revés de la trama«. En Viena, «la Viena de 1948– contaba el escritor -, que aún estaba dividida en zonas bajo control norteamericano, ruso, francés y británico. (…) » Había dado mi último adiós a Harry hacía una semana cuando depositaban su ataúd en la helada tierra de febrero – escribí en la solapa de un sobre como párrafo inicial, decía Graham Greene -, de manera que no me lo creí cuando le vi pasar por el Strand, sin un gesto de reconocimiento, entre una muchedumbre de desconocidos».

Esta sería la primera frase concebida de «El tercer hombre«, «que no fue escrito para ser leído, sino para ser visto. El relato, como muchos asuntos amorosos, comenzó en una cena y continuó con dolores de cabeza en varios lugares: Viena, Venecia, Ravello, Londres, Santa Mónica«.

«Veo «El tercer hombre» cada dos o tres años – declaraba Orson Welles -; es la única película en que aparezco que veo en televisión porque me gusta mucho; y me quedo mirando a Alida Valli«.

«Cuando se terminó – concluyen las páginas de donde se tomó el guión -, la muchacha se marchó sin decirnos ni una palabra por la larga avenida flanqueada por árboles que conducía a la entrada principal y la parada del tranvía, chapoteando por la nieve fundida».

(Pequeña evocación de Alida Valli entre los árboles, cuando se anuncia una nueva edición de «El tercer hombre«)

(Imagen: Orson Welles.-elmundo.es)