PERFILES OLVIDADOS (4) : MONTSERRAT ROIG.

 

“Tenía claro desde muy pronto – confesaba Montserrat Roig – que quería escribir. Y también muy pronto me di cuenta de que no era nada fácil. Tenía que trabajar en mí el oficio de escritora, preocuparme de su proceso interno, pero también observarlo desde fuera”.
Así empezó a concienciarse en una de las modalidades del periodismo una personalidad fuertemente marcada por las ideas de izquierdas, el catalanismo y los derechos de la mujer. Hija de un escritor y abogado y de una defensora de las ideas feministas, autora de la novela El tiempo de las cerezas (1977) –  galardonada con el Premio Sant Jordi -, y La hora violeta (1980) entre sus principales obras de ficción, recibió diversos premios literarios y periodísticos –el Victor Català y el Recull -así como el Omnium Cultura en 1980 por sus diálogos en TVE, en el programa Claro y catalán, y a la vez reunió en varios libros –Retrats parallels (tres volúmenes) (Biblioteca Serrador, 1978) y Personatges (dos Series)(Editorial Portic, 1980) las numerosas entrevistas aparecidas en distintos medios.

Varios grupos generacionales de escritores y artistas fueron interrogados por ella. Desde Benet y Llorenc Villalonga, Mercé Rododera, Torrente Ballester o Donoso hasta Néstor Luján, Pla, Mompou, Ferrater Mora, Joan Fuster y tantos otros más. “Soy partidaria del escribir bien antes que dejarse vencer por la banalidad de los gustos que mandan en el momento – decía – No soy de las que enfrentan puerilmente contenido y forma. Son dos cosas complementarias que deben estar para existir. Creo, no obstante, que las ideas tienen que ser anteriores a la forma”.

Paralelamente a su quehacer periodístico y sobre su tarea literaria, la profesora de la Universidad de Venecia Susanna Regazzoni valoraba en ella, en 1984, por un lado la utilización del testimonio y la biografía como herramientas básicas en la construcción de sus novelas, y por otro la elección de un punto de vista femenino mediante el cual se intentaban retratar las voces inquietas de una época.

 

 

Montserrat Roig había nacido en Barcelona. “Soy del Ensanche – decía -, de un barrio de segunda categoría, con iglesias que hacen la competencia dominical. De un barrio de señoras y señores que poseen más cordura que oro”, señaló en el prólogo de Molta roba i poc sabó…i tan neta que la volen, el retrato de la burguesía catalana desde principios del siglo XX a través de la repetición de personajes, especialmente, de las familias Miralpeix y Claret. Fue lectora de catalán y de castellano en la universidad inglesa de Bristol. Políticamente, entró en el PSUC, salió, volvió a entrar y volvió a salir. Firmaba en la revista Treball con el seudónimo de Capitá Nemo. En 1968 se había licenciado en Filosofía y Letras (Románicas) y quiso apuntarse a la Escuela de Arte Dramático Adriá Gual, donde conoció a Josep Maria Benet i Jornet y a Maria Eulalia Capmany. Trabajó como redactora de la Gran Enciclopedia Catalana y del Diccionari de literatura catalana.
Como entrevistadora solía acompañarse por la fotógrafa Pilar Aymerich, a la que había conocido en la Escuela de Arte Dramático. Como periodista colaboró en Tele/Express, Serra d´Or, Destino, Triunfo, Oriflama, Presencia, Avui, Arreu, Cavall fort, El temps. En su libro Els catalans als camps nazis (1977) (Edicions 62) investigó y recogió testimonios de los supervivientes, y en L´aguila daurada (1985) sobre el sitio de Leningrado por el ejército alemán, quiso mezclar personajes históricos, como Pushkin, con la experiencia de una ciudad sitiada. En 1990 escribió El canto de la juventud (Ediciones 62), en 1991 se publicó Digues que m`estimes encara que sigui mentida” y tras su muerte, se publicaría Un pensament de sal, un pessic de pebre: dietari obert (1992).

Pero quizá su personalidad destaque sobre todo en algunas de sus novelas y en su trabajo como excelente entrevistadora. Murió a los 45 años víctima de un cáncer. Se encontraba dando clases en la Universidad de Arizona y tuvo que volver precipitadamente a Barcelona. “Conciencia de finitud – escribió –, atrapar el tiempo. He aquí el castigo del oficio de escribir. Sueño que tengo palabras y que, con ellas, poseo el mundo”.

 

 

(Imágenes- 1-Montserrat Roig- foto Pilar Aymerich- Aula de las Artes/ 2.- Montserrat Roig -catalán films/ 3.-Montserrat Roig- el diario es)

PERFILES OLVIDADOS (2): CIRO BAYO

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Singular periodista, Ciro Bayo – como colaborador y articulista sobre costumbres, vocabulario, romances populares y leyendas – en La Revue Hispanique y en la madrileña Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos; también en Argentina, en El Diario y La Tribuna de Buenos Aires, e incluso en Sucre, cuando llega a fundar un periódico, El Fígaro (revista cómico- literaria decenal), cuyo primer número sale en 1893 y con medio año de vida deja de existir; colaborador igualmente en La Estrella del Oriente, de Santa Cruz de la Sierra -, pero sobre todo viajero, viajero por el mundo, autor, entre otras obras, de El peregrino entretenido (1910) , El Lazarillo español (1911), La Colombiada (1912) y Chuqisaca o la plata perulera. Cuadros históricos, tipos y costumbres del alto Perú (1912), El peregrino de Indias (1912), Con Dorregaray. Una correría por el Maestrazgo (1912), Por la América desconocida (1920).
Soy un caballero andante de nuevo cuño – quiso retratarse en El peregrino entretenido -, o si le parece a usted mejor, un pícaro; porque a eso viene a parar la antigua caballería traducida a la prosa de la vida corriente. Soy también letrado, que es lo mismo que decir hidalgo pobre dos veces, con la agravante de conllevar con buen ánimo y conformidad mi pobreza. Por esto quisiera haber vivido en tiempos de Gil Blas, de Guzmán de Alfarache y de otros modelos de la épica picaresca. Lo confieso: soy un español rezagado del siglo XVll. Es esa misma pobreza de la que él habla la que le llevará, después de recorrer medio mundo, a refugiarse desde 1927 hasta su muerte – tras solicitar una plaza acuciado por la pobreza y el desvalimiento – en la Residencia de Escritores y Artistas madrileños, llamada Instituto Cervantes, y allí hubo de convivir, escribiendo sus últimos libros, con viejos periodistas y con cómicos venidos a menos. El complemento exterior de su retrato podría ser quizá el trazado por Emilio Carrere cuando señaló: Don Ciro es un hombre ecuánime, alto y magro, con ojos oscuros y zahoríes, y nariz encendida de bebedor… Y Manuel Cardenal de Iracheta en Clavileño anotó : vagabundo pulcro que jamás dio sablazos, eterno habitante de las buhardillas madrileñas.

 

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La figura de Ciro Bayo atraviesa obras y autores importantes. Valle Inclán lo esboza en Luces de bohemia tras la figura de Don Peregrino Gay ( Valle también quiso utilizar como fuente Los Marañones, de Bayo, en Tirano Banderas), Azorín le dedica elogios a varias de sus obras, mantiene una correspondencia epistolar con Unamuno tras un artículo de Bayo en El Globo, en 1902, Pío Baroja lo evoca en sus Memorias, Ricardo Baroja en Gente del 98 le consagra un entero capítulo bautizándolo como el último aventurero español de la vieja, noble cepa. Si alguna vez un compositor de alegorías y emblemas realizara el símbolo de don Ciro – dice -, había de dibujar en la cartela la pluma, la espada y el báculo del viajero. Magnífico compuesto de soldado, de viajero, de poeta, de asceta, de bohemio, dando a esta palabra su sentido más noble. A su vez, Julio Caro Baroja, en Semblanzas ideales, le dedicará el capítulo Un escritor aventurero.
Ciro Bayo, por intermedio del editor Rodríguez Serra, había hecho amistad con los hermanos Baroja y en su compañía realizará un memorable viaje a pie a Yuste. Este viaje Pío Baroja, como así lo recordó Luis Granjel, lo noveló en La dama errante y Ciro Bayo a su vez en El peregrino entretenido. (Pío Baroja señaló en sus Memorias: D. Ciro no poseía ningún sentido realista, escribió un libro sobre nuestro viaje, libro de episodios y aún de paisajes inventados pues no tiene nada de lo visto en el camino. Sin embargo – añadió con su sorna el novelista – algunos críticos dijeron que era de una realidad extraordinaria, pues en esto de no notar la realidad los críticos españoles han sido especialísimos).Pero la verídica historia de tal viaje nos la ofrece Ricardo Baroja en Gente del 98. Se ha destacado al estudiar esta obra de Bayo el tratamiento de los personajes, la descripción del paisaje y el papel del diálogo, aspectos todos ellos que se madurarán en otro de sus libros importantes, El Lazarillo español. Los personajes no son tratados con densidad personal, son tipos costumbristas mezclados con otros reales y su presencia quita protagonismo al paisaje, que se realzará más en El Lazarillo español. Por último, el diálogo da a veces la impresión de que se utiliza solamente para la transmisión de anécdotas o de curiosidades.

(Imágenes.-1-Ciro Bayo- la taberna del librero/ 2.-Ciro Bayo- lectorati)

PERFILES OLVIDADOS (1) : CANSINOS ASSENS

 

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Probablemente bastante conocido y consultado por sus volúmenes La novela de un literato en donde repasa vidas y anécdotas de toda una época, Cansinos Assens fue un periodista y escritor muy prolífico que iniciaría sus trabajos en prensa en El Motín, periódico ácrata, para pasar luego a las páginas de El país y seguir luego en La Correspondencia de España, La Tribuna, El Imparcial, El Heraldo y La Libertad, entre otras varias publicaciones. Hay que añadir a ello sus colaboraciones en destacadas revistas, como Grecia, Revista Latina, Renacimiento (1907), Helios (1903) y Prometeo. Mientras Gómez de la Serna ejerce su magisterio en Pombo, Cansinos Assens se refugia en grandes cafés, como El Colonial o El Universal. Cansinos entraba alto, grande e impecable en aquellos cafés arrastrando cierto dandismo y ocupaba un lugar central en el diván. Destacaban sus cabellos rizosos y los ojos tristes bajo unas cejas pobladas. Gómez de la Serna, que no le tenía gran simpatía, le describió con aire de murciélago. A pesar de ello, Ramón constató también que Cansinos “tenía una buena cultura conseguida en un largo silencio de grandullón huérfano, y escribía con una prosa lírica, evocativa y nostálgica”.
Borges escribió de él en repetidas ocasiones. Conocí en Madrid a un hombre –dijo – que sigo considerando quizá menos por su escritura que por el recuerdo de sus diálogos. Conocí a Rafael Cansinos Assens y de algún modo yo soy discípulo de Cansinos, no de las teorías de Cansinos y sí del diálogo de Cansinos, de la sonrisa de Cansinos.

 

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Había aprendido idiomas y tradujo numerosas obras famosas. Como traductor tuvo que trabajar incansablemente y para editar sus libros hubo de pasar verdaderas angustias. Vivía muy modestamente en una casa muy cercana al Viaducto madrileño y era amante de la soledad. Él dejaba correr el rumor de que era sefardí y en su literatura aparecen de vez en cuando estas influencias.
Concebía la crítica como complemento a la creación literaria, y en esa creación resalta su novela El candelabro de los siete brazos (1914) y otras obras varias, como La madona del Carrosel, El divino fracaso, La huelga de los poetas, Las odas triunfales, El madrigal infinito o el movimiento V. P., novela de humor corrosivo en crítica al modernismo. Nace tras ello ese Movimiento V.P. que enseguida lanza un manifiesto: será el de una revista en la que querrán suprimirse las comas, los puntos, las haches y se requerirá como ejecutoria para un verdadero poeta moderno el no haber escrito un soneto jamás. Cansinos afirmaba por entonces: Mi obra es un paisaje vago y tenue… Música y fragancias perdidas y luminarias a lo lejos….

 

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Sus críticas literarias, años después, serían muy valoradas. Largos artículos –de rigor analítico y prosa exuberante- publica en La Libertad, por ejemplo sobre el cante flamenco (él lo titularía La copla andaluza), y reivindica la otra Andalucía para decir: el hombre bueno de Andalucía ha puesto su bomba a la puerta del teatro de los Quintero, echando por tierra sus muñecos. Su prolífica labor periodística, casi diaria, llegaría más a los iniciados que al gran público. Era en los cenáculos literarios donde más se le conocía. Fue siempre más literario que periodístico. Escribiría en La Esfera y Nuevo Mundo e igualmente publicó en La novela corta y en La Novela Semanal. Pero sobre todo quedará en la memoria y en los vivos archivos documentales por su obra La novela de un literato, visión singular – a veces discutible – de toda una época creadora de España.
Con su sombrero blando y aplastado, de alas generosas, con su abrigo amplio y nada nuevo que solía flotar al ritmo de sus parsimoniosos y desgarbados andares, con su aire ausente de la vida, recorriendo madrileños caminos nocturnos – desde la Puerta del Sol hasta el Viaducto y desde el Viaducto a la Puerta del Sol -, Cansinos Assens fue desapareciendo poco a poco tras las tensiones de la guerra civil en el ocaso de una soledad voluntaria, sólo con ánimo de reavivar un día sus recuerdos, cosa que hizo de manera brillante.

 

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(Imágenes.- 1-Cansinos Assens- ABC es/ 2.-Borges- Borges todo el año/ 3.-Cansinos Assens en la Cuesta de Moyano- el cultural/ 4.-Cansinos Assens- ABC es)