PALABRAS DE PATRICIA HIGHSMITH

 

 

 

Los especialistas como Boileau – Narcejac han dicho de ella que “ es el autor más completo, el que ha conseguido realizar la síntesis entre la novela y la  historia policiaca”. Hoveyda, en su “Historia de la novela policiaca”, anota que Highsmith se interesa ante todo por el comportamiento del criminal, sin descuidar por eso las necesidades externas del relato policiaco. Sus personajes son inadaptados. El tema de la usurpación o del intercambio de identidad constituye la base de su obra. Se sale casi por completo de la novela policiaca  y, aunque sus libros  tengan algún nexo de unión con este género, hay que reconocer que prefiere moverse cerca de las fronteras”.

 

 

Cuando se cumplen cien años de su nacimiento y se relee  su libro “Suspense. Cómo se escribe una novela de intriga” , las reflexiones y consejos de Patricia  Highsmith siempre son  prácticos y aleccionadores. “ No hay que ser un monstruo —dice—, o tener la impresión de serlo,  para exigir dos o tres horas de intimidad absoluta para un escritor. Este programa debe convertirse en un hábito, y el hábito, como el escribir mismo, es una forma de vida.  Debe convertirse en una necesidad: entonces uno puede trabajar y trabajará siempre. Escribir es un oficio y necesita una práctica constante. “ Pintar no consiste en soñar o en estar inspirado. Es un oficio manual y se necesita un buen artesano para hacerlo bien”, dijo Pierre Auguste Renoir. Y Marta Graham dijo lo siguiente sobre el arte de la danza: “Es una curiosa combinación de habilidad, intuición y, debo decirlo, crueldad…, y de un hermoso elemento tangible llamado “fe”.  Si no tenéis esta magia, podéis hacer una cosa hermosa, podéis hacer treinta y dos pasos,  y no pasa nada.  Creo que esta cosa es algo innato. Es algo que puedes sacar de la gente pero no infundírselo, no se puede enseñar”. Renoir habla del oficio, Marta Graham del talento, la gracia, el genio. Las dos cosas deben ir juntas. El oficio sin talento no tiene encanto ni sorpresas, nada original. El talento sin oficio…,, bueno, ¿cómo puede el mundo verlo en alguna parte?”


(Imágenes— : 1- Dan Adkins/ 2- Roy Lichtenstein— 1963/  3- Patricia Highsmith)

OBSERVAR OFICIOS Y GENTES

 

El escritor contempla, pero además observa. Observa no sólo a los demás hombres sino también  sus tareas.  Aprende.  Patricia Highsmith aconsejaba “que  los escritores deberían aprovechar todas las oportunidades  de aprender cosas sobre las profesiones  de otras personas, ver cómo son sus cuartos de trabajo, oír de qué hablan.” Y el  novelista español Rafael Chirbes apuntaba : “carpinteros, cerrajeros, estucadores, albañiles: a veces les oigo discutir de su trabajo en el bar. Comentan las dificultades con las que se tropiezan, se cuentan unos a otros cómo las resuelven. Al tiempo, levantan paredes, ponen puertas, instalan grifos,  colocan barandillas. Ellos siguen hablando en el bar sobre si han hecho una buena obra o les han obligado a hacer una chapuza. “ Es decir,  el escritor observa, escucha,  aprende de los oficios y de la sociedad. Highsmith insistía también: “ el escritor debe observar bien todos los nuevos escenarios que se  le presenten, tomar notas y sacar partido  de ellos. Puede que el carpintero permita al escritor que le acompañe a hacer algún encargo. Un amigo abogado tal vez le deje estar presente algún día en su despacho y tomar notas.  No son muchos los escritores que, una vez se dedican de lleno a esta profesión, tienen la oportunidad de aprender cosas sobre otros tipos de trabajo. En una ciudad pequeña, de esas donde todo el mundo se conoce, la cosa puede resultar más fácil.  Lo mismo cabe decir respecto a la observación  de los pueblos, ciudades y países nuevos. O incluso de calles que nunca había visto antes : una calle miserable en alguna parte, llena de cubos de basura, chiquillos, perros vagabundos, es tan fértil para la imaginación como una puesta de sol.

 

Y por último pueden llegar también las comparaciones entre los distintos oficios. Chirbes añadía oyendo a los demás hablando en el bar. “Les envidio esa posibilidad de trabajar juntos, de poder poner a prueba sus habilidades. Lo que dura, lo que no se agrieta, lo que soporta la acción del agua, lo que encaja, la puerta que no cede. Entretanto—decía el escritor —, me veo a mí mismo braceando entre sombras, incapaz de nada, vacío un día tras otro.”

 

 

 

(Imágenes—1– Hans Holbein/ 2-Rodrigo Moynihan/ 3- Martina Maccianti)

CÓMO ESCRIBIR UNA NOVELA ( DE INTRIGA)

 

escritores.-2m2m.-Patricia Highsmith

 

«La mayoría de los novelistas – dice Patricia Highsmith – tienen muchas ideas que son breves e insignificantes, que no pueden ni deben convertirse en libros. Con ellas pueden escribirse relatos cortos buenos y hasta estupendos (…) Sé de novelistas que tiran a la papelera, por así decirlo, ideas para relatos breves, sin molestarse siquiera en anotarlas (…) Toma nota de todas estas ideas – aconseja la creadora de «El talento de Mr. Ripley «-. Es sorprendente ver cuán a menudo una frase anotada en una libreta conduce inmediatamente a otra frase. Puede ocurrir que se desarrolle un argumento a medida que vas tomando notas».

 

escritores.-998bb.-Patricia Highsmith

 

En muchas ocasiones he utilizado estas y otras opiniones de Highsmith en mis cursos de escritura. Me parecen llenas de sentido común, muy prácticas y aleccionadoras. Ahora se vuelve a su breve e interesante obra «Suspense…Cómo se escribe una novela de misterio«en una nueva edición (Círculo de Tiza), páginas que nacerían como artículo en septiembre de 1957 en la revista «The Writer», y que años más tarde, en 1965, se desarrollarían como libro. La novelista, sentada ante su máquina de escribir Olympia, hablaba entre otras cosas del «extraño poder que tiene el trabajo de transformar una habitación, cualquier habitación, en algo muy especial para un escritor que ha trabajado en ella, y que en ella ha sudado y maldecido y tal vez conocido unos pocos minutos de triunfo y  satisfacción». «No hay que ser un monstruo, o tener la impresión de serlo, para exigir dos o tres horas de intimidad absoluta. Este programa debe convertirse en un hábito, y el hábito, como el escribir mismo, es una forma de vida».

 

escritores.-99jj,.- Patricia Highsmith.-20 de noviembre de 1975.-imagen AFP Getty Images

 

«Debido a la naturaleza solitaria del oficio de escribir -confesaba también -, estos recuerdos y emociones tan vivos no pueden compartirse con nadie«. Y sin embargo transmitió muchos consejos a quienes se dedicaban a crear historias fueran o no de intriga o  de misterio. «Un libro – decía – es en realidad un proceso largo y continuo que, idealmente, sólo el sueño debe interrumpir (…) Desde luego, la mente necesita distraerse mientras escribes un libro, pero la distracción tiene que escogerse cuidadosamente y no ser de un tipo que trastorne o produzca cansancio físico».

Con su privacidad obsesiva para todo cuanto fuera su trabajo creador, cuando en marzo de 1980 inspectores de Hacienda entraron en su vivienda para investigar en sus cuentas y papeles, al concluir y marcharse,  limpió una y otra vez su máquina de escribir y frotó su escritorio, intentando disolver en agua y detergente su profunda sensación de violación.

Era la habitación donde escribía y también la habitación de su obra. «La redacción del libro – había dicho – te protegerá de toda suerte de golpes emocionales, de índole destructiva, que, de no ser por el libro, podrían herirte y confundirte».

 

escritores.-7vcxxe.-Patricia Highsmith en Fontainebleu en 1976.-foto Jacques Pawlosky -Symac-Corbis

 

(Imágenes.- 1 y 2.- Patricia Highsmith/ 3.- Patricia Highsmith- 1975- getty-images/ 4.- Patricia Highsmith- 1976 – foto Jacques Pawlosky. symac- corbis)

 

«EL PROCESO CREADOR»

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Hablar de un nuevo libro – que hace el número nueve entre los publicados – es siempre una alegría.

Aparece estos días «El proceso creador» (Netbiblo), que intenta ser una reflexión sobre el misterio de la creación artística. Voy recorriendo en él brevemente las cinco etapas y retos que todo escritor debe superar en su quehacer. Indago – en la medida en que eso es posible – en las preguntas esenciales del por qué se escribe y qué puede hacer uno para desbloquearse. Procuro adentrarme en el instante en que nace el germen de una idea, y en el plano material  desciendo a cómo deben usarse – a mi parecer – los cuadernos de notas y de qué forma se han de emplear los sentidos para la escritura. También en estas páginas intento abordar las dificultades que pueden encontrarse para hallar la “voz” en cada relato e igualmente y sobre todo cuánta inspiración y disciplina deben unirse a la vez en el trabajo de un escritor, así como en qué momento debe corregirse un texto, a qué se llama “la escritura de la autenticidad” y cuál es la utilidad de la belleza.

escribir-rfttn-Leopoldo Maler

Son, como digo, páginas sobre la creación, no sólo literaria sino también pictórica y musical – la creación en Mozart, en Beethoven, en Schubert, por ejemplo; la creación en Picasso o en Juan Ramón Jiménez – anotando, ya en el caso de la literatura, opiniones muy diversas que van desde Umberto EcoPatricia Highsmith, desde Clarice Lispector a Virginia Woolf  o a Zadie Smith, desde Orhan Pamuk a Stefan Zweig, o desde Flannery O`Connor a David Foster Wallace por citar a algunos de los que aquí aparecen.

Se unen en este libro reflexiones generales y testimonios concretos, respuestas y preguntas que todo creador suele hacerse.

Sobre todo hablar de un nuevo libro es siempre – al menos para el autor – una gran alegría.

libros-biurt-escribir.-ilustración de vonMonkey

(Imágenes:- 1.-portada de «El proceso creador»/ 2.- Lepoldo Maler.-Hommage.-La Colección Hess.-Mount Veeder- California- EEUU/ 3.-ilustración de vonMonkey)

INSPIRACIONES Y OFICIOS

«La vida del escritor es muy desembarazada y libre- recuerda Patricia Highsmith -, y si hay estrecheces proporciona cierto consuelo el hecho de que no seamos los únicos que las padecen y nunca lo seremos mientras siga existiendo la raza humana. La economía suele ser un  problema y los escritores siempre andan preocupados por su culpa, pero esto forma parte del juego. Y el juego tiene sus reglas: la mayoría de los escritores y artistas necesitan tener dos trabajos en sus años jóvenes, uno que les proporcione dinero y otro consistente en realizar su propia obra. El noventa y cinco por ciento de los escritores norteamericanos necesitan tener otro empleo durante toda la vida para que les cuadren los números«. Más o menos sobre todos estos temas habla Daria Galateria en «Trabajos forzados» (Impedimenta) cuando se refiere a las distintas ocupaciones que los escritores se han sentido obligados a tener: Kafka, como es sabido, en el Instituto de Seguros de Accidentes Laborales ocupado hasta las dos de la tarde; Eliot en el Lloyds Bankes el trabajo más interesante del mundo – decía el gran poeta -. Es tranquilo y me permite vivir en Londres, continuar mis trabajos y ver a los amigos; el banco es acogedor y estimulante«),

En alguna ocasión he hablado en Mi Siglo de la soledad y de los oficios de los escritores. Los viajes en avión del piloto Saint- Exupery; el recorrido por diversas pensiones y en diversas ciudades del italiano – de profesión ingeniero y luego corrector de textos-  Carlo Emilio Gadda; la dura responsabilidad de George Orwell en la policía birmana; la profesión de empleado de Banca del francés Jean Giono (he estado en el banco -decía – no un día o unos meses, sino dieciocho años : y entre un cliente y otro escribía, sin equivocarse nunca en las cuentas), todo ello nos lleva al aprendizaje en otros quehaceres y tareas que, además de proporcionar alimento a los escritores, les transmiten indudables experiencias. En ese libro en donde se recogen varios consejos útiles – «Suspense» (Anagrama) -, Patricia Highsmith recuerda que « si uno intenta escribir, y al mismo tiempo tiene un empleo, es importante que cada día o cada fin de semana se reserve cierto tiempo para crear, tiempo que deberá ser sagrado y sin interrupciones».

«Los escritores – sigue diciendo la novelista norteamericana -deberían aprovechar todas las oportunidades de aprender cosas sobre las profesiones de otras personas, ver cómo son sus cuartos de trabajo, oir de qué hablan. El escritor debe observar bien todos los nuevos escenarios que se le presenten, tomar notas y sacar partido de ellos. Lo mismo cabe decir de los pueblos, ciudades y países nuevos. O incluso de calles que nunca había visto antes: una calle miserable en alguna parte, llena de cubos de basura, chiquillos, perros vagabundos, es tan fértil para la imaginación como una puesta de sol».

«En cuanto a las pequeñas dificultades de la vida – prosigue -, las hay a miles. ¿Qué escritor no ha tenido que trabajar con dolor de muelas, con facturas que hay que pagar, con un niño enfermo en la habitación de al lado o en la misma habitación, cuando te visitan los parientes políticos, cuando una relación amorosa acaba de terminar o cuando el Gobierno te exige que rellenes más y más formularios?».

Es la vida, la riqueza de la vida, las contrariedades enlazadas con la literatura, hechas a veces literatura, inspiraciones que conviven con distintos oficios, oficios que sin ellos quererlo dan nuevas luces a la creación.

(Imágenes:- 1.- manuscrito de «La tierra baldía» de Eliot con correcciones de Ezra Pound/ 2.-T. S. Eliot.-foto de Ida Kar/ 3.-manuscrito de «1984», de George Orwell/ 4.-manuscrito de Jonathan Edwards.-1703-1758)

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CUADERNOS DE NOTAS

«Veo a nuestros ciudadanos, mujeres y hombres – quiso profetizar Leonardo en sus Cuadernos de notas -, atados fuertemente de brazos y piernas por gentes que no entenderán vuestra lengua. Y vosotros sólo seréis capaces de suavizar vuestras penas y vuestra pérdida de libertad con suspiros y lamentos, porque los que os aprisionan no os entenderán ni vosotros les entenderéis a ellos».

Son apuntes muy variados sobre arte, literatura y ciencia, filosofía y elementos de la naturaleza, vuelo y universo, cuyos manuscritos se guardan en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, en la Laurenziana de Florencia, en la Royal Library de Oxford y en muchos otros lugares importantes. Cuadernos de notas de Leonardo da Vinci salpicados a veces de dibujos, como cuando habla, por ejemplo, de cómo la sonrisa favorece a la paciencia: » la paciencia – comenta Leonardo– nos ayuda contra los insultos, como los vestidos lo hacen contra el frío. Porque si te pones más vestidos cuando aumenta el frío, éste no puede hacerte daño. De la misma manera, aumenta tu paciencia con las injurias, y así no podrán perturbar tu espíritu».

Varias veces he hablado en Mi Siglo de diferentes cuadernos de notas. Importantes cuadernos de Henry James. Cuadernos de Irène Nèmirovsky. Cuadernos que aparecen en películas, como en «Buda explotó por vergüenza«. Cuadernos de Auster o de Tabucchi.

A Patricia Highsmith también he querido referirme en más de una ocasión y a su muy útil libro «Suspense« (Anagrama), que no se limita a comentar las experiencias de la novela de intriga sino a analizar las dificultades que conlleva todo proceso creador. Allí, entre consejos sobre «el primer borrador»o » el segundo borrador» y sobre las convenientes» revisiones» de textos, la autora del ciclo de Ripley recomienda «encarecidamente a los escritores  que lleven una libreta para tomar apuntes, pequeña si durante el día tienen algún empleo, grande si pueden permitirse el lujo de quedarse en casa. Incluso vale la pena anotar tres o cuatro palabras si sirven para evocar un pensamiento, una idea o un estado de ánimo. Durante los períodos estériles conviene que el escritor hojee estas libretas. Puede que de pronto alguna idea empiece a moverse. Quizás dos ideas se combinarán la una con la otra porque ya estaban destinadas a hacerlo desde el principio».

«La función de la libreta de notas – continúa Highsmith – consiste en parte en llevar un registro de cosas de este tipo de experiencias emocionales, aunque en el momento de anotarlas uno no sepa en qué narración o novela saldrán».

No todo se consigue llevando un cuaderno de notas y consultándolo de cuando en cuando pero sí puede ser instrumento conveniente para ayudar a nuestra creación.

(Imagen.-vista del conjunto de manuscritos de la familia Odier.-Bibliothéque Publique et Universitaire de Geneve.-(del libro «Un journal à soi: histoire d`une practique».-por Philippe Lejeune).-(Textuel)

UNA CASA, UN LIBRO, LA SOLEDAD

«Carpinteros, cerrajeros, estucadores, albañiles: a veces les oigo discutir de su trabajo, en el bar. Comentan las dificultades con las que tropiezan, se cuentan unos a otros cómo las resuelven. Al tiempo, levantan paredes, ponen puertas, instalan grifos, colocan barandillas. En lo que hace sólo unos meses era un descampado, si pasas ahora descubres que se levanta una casa en la que alguien se asoma a la ventana. y desde cuyo interior llegan voces, o música. Ellos siguen hablando en el bar sobre si han hecho una buena obra o les han obligado a hacer una chapuza. Les envidio esa posibilidad de trabajar juntos, de poder poner a prueba sus habilidades. Lo que dura, lo que no se agrieta, lo que soporta la acción del agua, lo que encaja, la puerta que no cede».

Confiesa todo esto el novelista Rafael Chirbes en Por cuenta propia. Leer y escribir (Anagrama) y añade: «Entre tanto, me veo a mí mismo braceando entre sombras, incapaz de nada, vacío un día tras otro. Echo de menos esas certezas artesanas: tener los avatares del tiempo por testigos.(…) Ya sé que un libro no tiene la solidez de una casa, pero en Moscú quedan pocas casas de las que se construyeron cuando Tolstoi vivía, y de la vieja Alexanderplatz berlinesa qué quedaría de no ser por el libro de Döblin. Me digo que puedo discutir sobre la resistencia de los materiales con los obreros del bar, porque una casa y un libro son expresiones de la sorprendente dureza interior que guarda ese frágil animal humano al que cualquier accidente tumba».

Sobre la artesanía del escritor al construir y trabajar he hablado varias veces en Mi Siglo. Es la soledad del quehacer personal, la obligada incomunicación y concentracion imprescindibles para crear. Patricia Highsmith, hablando de ese trabajo, anota que para el escritor «la gente puede ser estimulante, desde luego, y una frase dicha al azar, una anécdota o algo parecido puede poner en marcha la imaginación del escritor. Pero en la mayoría de los casos, el plano de las relaciones sociales no es el plano sobre el que vuelan las ideas creativas. Es difícil ser receptivo hacia el propio inconsciente cuando se está en grupo, o incluso con una sola persona, aunque esto último resulta más fácil. Es curioso, pero a veces las personas que nos atraen o de las que estamos enamorados son como una especie de caucho que nos aisla de la chispa de la inspiración (…) Hay algunas personas, a menudo las más inesperadas -sosas, perezosas, mediocres en todos los sentidos -, que por alguna razón inexplicable estimulan la imaginación».

Bendita soledad, permanente compañera del escritor, donde se fragua todo: el cuaderno en el que se escribe, el libro donde vivirá el lector.

En el fondo, su casa.

(Imágenes.-1. Drago Persic– 2007-.-Engholm Galerie– Viena/ 2.-«X NaNa Subroutine».-Constanze Ruhm.-Engholm Galerie.-Viena)

EL MAL, LA LITERATURA Y LA VIDA

PATRICIA HIGHSMITH.-1.-thrillercafe.it

«Temo ver sangre» – confesó Patricia Highsmith hace algunos años -. Sorprendente y a la vez lógica declaración de esta autora – de la que ya hablé en Mi Siglo – en la que las veredas del mal se deslizan siempre tortuosas,  juegos de personajes que traman  falsedades y falsificaciones. «Yo  no escojo mis temas en función de determinado gusto del público y jamás me ha interesado especialmente la literatura policiaca del género practicado por Agatha Christie. Simplemente escribo lo que siento, mi propia necesidad de escribir«. El mal en Patricia Highsmith está siempre menos teñido en sangre que en astucias cerebrales y frías, ese ir y venir de Tom Ripley, neurótico sonriente, psicópata escondido tras sus gafas de sol. Ahora se publican juntas varias de esas experiencias amorales de Ripley (Anagrama) y Germán Gullón, en sus comentarios sobre este libro, recordaba que en Highsmith se hace patente el reconocimiento de la existencia de la maldad humana.  El mal, en la literatura y en la vida, siempre pide su tiempo, se agazapa en una espera paciente para dar el salto sutil de la ascensión calculada, la gran explosión nacida en el laberinto. Mientras uno está leyendo este post los rastreos del vientre del mal recorren la piel de la

PATRICIA HIGHSMITH.-2- tinpycic. com tierra y las televisiones nos darán hoy noticia de cuántos males – aparte de los naturales – los hombres han urdido. A veces el mal limpia muy bien todas las sucias sospechas de sus móviles y el misterio del mal se presenta desnudo y brillante, sin que ningún detective pueda desnudarlo más. «La semilla del mal y la del bien vuelan por todas partes. – recordaba Bernanos en una de sus novelas –La gran desgracia está en que la justicia de los hombres interviene siempre demasiado tarde: reprime o marchita los actos, sin poder remontarse más alto ni más lejos que el que los ha cometido. Pero nuestras faltas ocultas envenenan el aire que otros respiran, y determinado crimen, del que un miserable llevaba el germen sin saberlo, jamás hubiera hecho madurar su fruto sin este principio de corrupción«.

Pero también el bien – mientras leemos este post – está pasando bajo los puentes cotidianos y deja un manso cauce de semillas que fructificarán un día inolvidable.

Lo que sucede es que el bien no goza de publicidad.

(Imágenes: 1.-Patricia Highsmith/2.- portada de una de las novelas protagonizada por Tom Ripley)

REFUGIOS DE ARTISTAS

 

Barbizon.-8.-camino en el bosque de Fontaineblau.-Theodore Rousseau.-arnet

«Aquel que no ha visto bailar al padre Corot no puede hacerse de él más que una idea incompleta – escribe en 18881  Menard en «El mundo visto por los artistas» -. Es Camille Corot el que nos muestra cómo se practica la danza de las botellas. Se colocan botellas vacías en el suelo separadas irregularmente pero bastante alejadas entre sí para que pueda pasarse entre ellas sin volcarlas; únicamente, el espacio debe ser exacto. Cada uno se pone en fila, hombres y mujeres a continuación uno del otro, y al sonido de un rústico violón Corot abre la marcha. Al principio el movimiento es lento, pero después se acelera cada vez más hasta acabar siendo una galopada carrera; se trata de no hacer caer nunca las botellas para no ser expulsado del juego. El vencedor, en premio a sus habilidades, recibe una flor de manos de la recien casada«.

Son ocios y  diversiones a los que se entregan muchos artistas a mitad del siglo XlX en su refugio de Barbizon, junto al bosque de Fontainebleau, no muy lejos de París. Las casas aldeanas blanquedas de cal, los árboles cercanos, los caminos perdidos bajo las luces o las tormentas quedarán fijos en los paisajes de Théodore Rousseau, Millet o Díaz. Es la escuela de Barbizon , en el que el objetivo era reproducir exactamente la vida campesina en toda su crudeza. Rousseau diría que deseaba conservar intacta «la impresión virgen de la naturaleza«, y Baudelaire, sin embargo, reprocharía a Millet que «en lugar de extraer simplemente la poesía natural de su tema, se empeña en añadirle algo«.

En mis años de vida en París fuí en más de una ocasión a Barbizon y visité aquel refugio natural de artistas, las casas de la naturaleza y del cielo, los muros de los árboles, ventanas al atardecer. Asomándose a las nubes se comprobaba cuántos recintos propios construyen para sí mismos los creadores, páginas que son casas en el cuaderno de Auster o habitaciones que Patricia  Highsmith cerraba con llaves de aislamiento para proteger en soledad su escritura. Todo son casas, refugios, cuartos, bosques o cuadernos. Todos son árboles y caminos de letras, frases y pinceles andando a la vera del sol o de las sombras. Todo son cuestas y llanuras y jardines interiores como los que quiso hacerse para sí mismo el chileno Donoso en el silencio de Calaceite.Brabizon.-3.-Mujeres.-por Millet.-1857.-Museo de Orsay.-wikipedia

(Imágenes.-1.-Camino en el bosque de Fontainebleau.- Théodore Rousseau.- arnet/ 2.-Las espigadoras.-Millet.-1857.-Musée d´Orsay)

EL TALENTO DE MR. RIPLEY

La muerte prematura de Anthony Minghella, el hombre que dirigió «El paciente inglés», «Cold Mountain» o «El talento de Mr. Ripley» me lleva primero con el recuerdo al sol de la Riviera en donde Matt Damon habla, se burla, atrae y esquiva a Jude Law en un clima de astucia, codicia y soledad, pero pronto ese sol cegador me conduce a esta casa en Tegna, Suiza, a esta habitación, también de soledad, esta habitación en la que está golpeando la máquina de escribir Patricia Highsmith rodeada de sus objetos-fetiches: esos dos sables cruzados en la pared, uno de la guerra civil americana y otro de la guerra de Cuba y esos caracoles que ella cultiva y cría – que ha llevado consigo cada vez que se ha mudado de casa – y que han sido protagonistas de algunas de sus historias. Caracoles y gatos que la maestra de la intriga ama tanto, aunque más ama atraer al lector con argumentos inolvidables.

Si nos acercamos por detrás podremos asomarnos para ver en qué trabaja ahora y no nos sorprende que aún esté añadiendo más cosas a su valioso libro, «Suspense». Cómo se escribe una novela de intriga ( Anagrama).
¿Y cómo se escribe?, nos preguntamos.
«La dificultad más frecuente con que tropieza el principiante cabe expresarla en esta pregunta: «¿Qué sucederá a continuación?» – dice Highsmith – Es una pregunta aterradora, que puede hacer que el escritor tiemble de miedo al público y, además, que dé la sensación de estar desnudo en un escenario ante una nutrida concurrencia sin saber qué hacer para entretenerla. De repente se ha visto obligado a pensar en algo que seguramente nunca se le ocurrió pensando, porque la inspiración o el germen de una idea nunca se presentan pensando».
Cuando salgo de esta habitación en soledad, el cuarto de los sables cruzados y de los caracoles – y también de los gatos -, recuerdo que esa pregunta que se hace Highsmith es, en el fondo, la que siempre lanzan los niños.
-Y después a ella, ¿qué le pasó? – interrogan asombrados.
Porque el niño siempre quiere seguir la dinámica de la historia que le están contando, no quiere cristalizarla, no quiere que se haga estática. En la vida una cosa debe suceder a la otra.
– Entonces, ¿qué pasó? ¿qué pasó después? – vuelven a insistir.
Y Patricia Highsmith se esfuerza por contar qué le sucedió después a Tom Ripley, y a Dickie, y a su amiga Marge, y cómo el sol de la Riviera – como un cuchillo – cortó de un lado a otro la crueldad.