«La excursión a El Escorial – va contando en su carta del 30 de septiembre de 1679 la condesa D´Aulnoy dentro de su «Relación del viaje de España» -, se celebró con todos los alicientes posibles. Las mismas damas que vinieron a Aranjuez y a Toledo se han mostrado muy satisfechas de poder aprovechar la hermosa estación para pasearse un poco, y fuimos primeramente a El Pardo, que es una residencia real. El edificio es bastante hermoso, como todos los demás de España; es decir, un cuadro de cuatro cuerpos de alojamientos, separados por grandes galerías de comunicación, las cuales están sostenidas por columnas. Los muebles no son allí magníficos, pero hay buenos cuadros, entre otros, los retratos de todos los reyes de España, vestidos de una manera singular.
(…) Fuimos después a un convento de capuchinos que está en la cima de un monte. Es un lugar de una gran devoción a causa de un Cristo desclavado de su cruz, que a menudo hace milagros.(…) Descubrimos en el fondo del valle una casita a la orilla de un arroyo que corría entre sauces. (…) Permanecimos tanto tiempo a orillas del agua, que hicimos resolución de no ir más lejos que hasta La Zarzuela, que es también una casa del rey, menos bella que El Pardo y tan descuidada, que nada se encuentra allí recomendable más que las aguas. Dormimos allí bastante mal, aunque fuese en las mismas camas de su majestad, y nunca hicimos nada mejor que el haber llevado todo lo que se necesitaba para nuestra cena. Entramos a continuación en los jardines, que están en mal estado. Las fuentes echan agua día y noche. Las aguas son allí tan buenas y tan abundantes, que a poco que uno pusiera, no habría lugar en el mundo más propio para hacer una estancia agradable. No es costumbre en este país, tanto el rey como los particulares, de sostener varias casas de campo. (…)
Al día siguiente, temprano, salimos al fin para El Escorial. Pasamos por Monareco, donde comienzan los bosques, y un poco más lejos, el parque del convento de El Escorial. Porque, en efecto, un convento es lo que Felipe ll construyó en estas montañas, por haber hallado en ellas más fácilmente la piedra de que tenía necesidad.(…) Llegamos allí por una larguísima avenida de olmos, plantados en cuatro hileras de árboles. La fachada es magnífica, adornada con varias columnas de mármol, puestas las unas sobre las otras, hasta alcanzar una figura de San Lorenzo, que está en lo alto. Las armas del rey están allí grabadas sobre una «piedra del rayo», traída de Arabia, y que costó sesenta mil escudos el hacerlas grabar en ella.»
(Imágenes:-1.-El monte de El Pardo.- wikipedia/ 2.-Palacio de la Zarzuela.- dinastíafotográfica/ 3.-El Escorial.-uam.es/ 4.-cedro del Líbano- realsitiodelescorial)