«Los días amanecen claros y frescos en esta época del año, y el viajero apreciará y atesorará el recuerdo de incontables amaneceres griegos sobre la tierra y el mar mucho después de haber regresado a las brumas del norte. Su felicidad frágil y seca es casi vergonzosa. Wilde hubiese dicho algo desagradable sobre la naturaleza que imita al arte; pero en verdad los amaneceres griegos ahuyentan las palabras y expulsan a los pintores del negocio. No soy el primer escritor que se pregunta si es el vértigo que produce esta luz el que transmitió a los antiguos griegos una especie de daltonismo, o por lo menos una pérdida del sentido plástico. ¿Pudo una nación que pintaba sus estatuas poseer realmente un sentido de los valores plásticos tal como lo entendemos en nuestro mundo moderno? Para nosotros, la lujuria del ojo procede de la manipulación hábil de la materia; el pintar las estatuas parece una redundancia, casi un insulto, pero ¿tal vez les bastaba a los griegos el sentido de la anécdota? Es algo sobre lo que cabe reflexionar mientras el viejo vapor se bambolea y avanza con lentitud por el verde creciente de la bahía hacia la abertura sur, donde la pasmosa punta de Levkini señala el canal y, más allá, el mar abierto.
Es necesaria una recomendación moral, en beneficio de futuros viajeros. No lleve una cámara; las fotos que se compran hoy en día son mejores que cualquiera de las que usted haga. En su lugar, llévese unos buenos prismáticos ; merece la pena. Incluso ahora, de pie en la borda, podrá dirigir la vista hacia las lejanas lagunas donde se libró la famosa batalla de Actio, y ver garzas aleteando o la estrella blanca de un pelícano que se eleva o una familia de águilas doradas que describen lentos círculos sobre el azul del cielo. Al otro lado quedan dos islas de poca importancia: Paxoí y Kastrosikiá. Corfú se pierde hacia la derecha y se empieza a dejar sentir el ruido sordo y el balanceo del mar abierto.»
Lawrence Durrel.-«Las islas griegas»
( Imágenes.- 1- isla Paxos – turismo digital / 2- islas griegas/ 3- Kastrosikia -ptceline com)
















¿Dónde se oculta una edición príncipe de «El retrato de Dorian Gray» de Oscar Wilde dentro del inmenso edificio de la Biblioteca Británica? ¿En qué oculta estantería, quizás huyendo de todas las miradas y reposando caída hacia un lado o acaso horizontal, envuelta en polvo y con las hojas arrugadas, se encuentra esa otra obra de valor incalculable que todo el mundo lleva años buscando? La Biblioteca Británica ha anunciado estos días que 9.ooo libros – no 90 ni 900, sino 9.000 – se han extraviado a lo largo de sus 650 kilómetros de estanterías, y algunos de ellos – desde el siglo XVl al XX (entre ellos varios tratados renacentistas sobre teología y alquimia, así como un texto medieval de astronomía) – son de un extraordinario interés. No parece que sea un robo lo ocurrido; sería asombroso que se pudieran robar 9.000 «joyas» de las distintas salas. Curiosamente, el primer post de Mi Siglo lo dediqué hace ya muchos meses a un robo en 
