JANE AUSTEN

escritores.-rvuuj.-Jane Austen.- retrato realizado por su hermana.-wikipedia

«Desearía que el conocimiento de mi ser – le escribe Jane Austen  a su hermana Cassandra en enero de 1809 – no fuera a dañar mi estilo. Ya empiezo a sopesar más mis palabras y mis frases de lo que hacía antes y ando rebuscando un sentimiento, una imagen o una metáfora en cada rincón de la habitación. Si las ideas me brotaran con la rapidez de la lluvia en Store Closet, sería estupendo».

Las cartas de Jane Austen a su hermana han sido comentadas en muchas ocasiones, entre otros, por Somerset Maugham  en «Diez novelas y sus autores» y por Pietro Citati en «El mal absoluto». «Son cartas llenas de naturalidad – evoca Maugham -. Jane Austen no imaginaba que nadie más que Cassandra leería sus cartas, y contaba a su hermana sólo las cosas que creía de interés. Le hablaba de los vestidos que llevaba la gente, de lo que había pagado por la muselina bordada que se había comprado, de las relaciones que había hecho, qué viejos amigos había encontrado y qué chismes había oído». «Mr. Richard Harvey se va a casar – decía por ejemplo en una de ellas -, pero como es un gran secreto y sólo lo sabe medio barrio, no debes hablar de ello». Comentando los bailes, anotaba: «Había pocas bellezas, y las que se encontraban presentes no eran muy notables. Miss Iremonger no tenía buen aspecto y Mrs Blunt fue la única admirada. Apareció exactamente como en septiembre, es decir, con el mismo amplio rostro, la diadema de brillantes, zapatos blancos, marido rojo y cuello grueso».

escritores.-tgbn.-Jane Austen.-ilustración para Orgullo y prejucio.-wkipedia

«Me han hecho un vestido nuevo – le escribía también a su hermana en otra ocasión -, una túnica blanca tipo cota verdaderamente estupenda, también un vestido de vuelo con una chaqueta y la parte delantera cruzada, abierto a un lado, y un bordado en la misma tela, y las mangas sencillas». Y por supuesto los sombreros: sombreros de terciopelo negro, cintas de color plata, plumas de color amapola (mucho más elegantes que las negras plumas militares); sombreros de paja, de muselina de cambray, cintas de terciopelo negro en torno a la cabeza; sombreros «de raso y encaje blanco con una flor también blanca que asoma detrás de la oreja izquierda».

Jane Austen – recuerda Maugham  – era una buena costurera. Su hermano Henry, en sus «Memorias« confiesa que lo era «tanto en cosas sencillas como en adornos, y esto se demuestra porque reformaba los vestidos viejos y utilizaba parte de una falda desechada para adornar un nuevo sombrero. Lograba todo lo que se proponía con sus hábiles manos. Sus hazañas en el juego de bolinche eran

escritores.-tunnm.-Jane Austen.-ilustración de Orgullo y prejucio.-1895.-wikipediamaravillosas. El que se usaba en Chawton era uno muy sencillo, y ella solía acertar cien veces seguidas, hasta que se le cansaba la mano. A veces encontraba un descanso en este sencillo juego cuando, obligaba por la debilidad de sus ojos, no podía continuar leyendo o escribiendo.»

Jane Austen, después del desayuno, se ponía a escribir. Se sentaba en una pequeña escribanía en un cuarto de paso. Escribía sobre pequeños pliegos de papel que podían ser escondidos fácilmente o cubrirse con un trozo de papel secante, pues tenía mucho cuidado de que su ocupación no fuera sospechada por los criados, por los visitantes o por cualquier otra persona que no fuese de la familia. Entre la puerta principal y las dependencias de la casa había una puerta pendular cuyos goznes chirriaban cuando alguien la abría. Pero ella no quiso que se suprimiera este pequeño inconveniente, pues así sabía cuándo llegaba alguien.

escritores.-yybbn.-Jane Austen.-ilustración para Orgullo y prejuicio.-wikipeda

(Pequeño apunte cuando se cumplen estos días los doscientos años de “Orgullo y prejuicio” , sobre la que Martin Amis dijo en el Atlantic Monthly que «no obstante sus leves incongruencias y cierta presunción, y que a veces huele un poco a moho y es estrecha de miras, es la novela más sociable de Jane Austen, y, por extraño que parezca, la que muestra un mayor idealismo social»)
 
(Imágenes:- 1.-Jane Austen: retrato basado en un dibujo de su hermana.-wikipedia/ 2, 3 y 4.-ilustraciones para «Orgullo y prejuicio».-wikipedia)
 

LONDRES DE DICKENS

«Londresescribe Dickens en «Casa desolada» -:  Hace poco que ha terminado la temporada de San Miguel, y el Lord Canciller en su sala de Lincoln `s Inn. Un tiempo implacable de noviembre. Tanto barro en las calles como si las aguas acabaran de retirarse de la faz de la Tierra y no fuera nada extraño encontrarse con un megalousaurio de unos 40 pies chapaleando como un lagarto gigantesco Colina de Holborn arriba»,

«Humo que baja de los sombreretes de las chimeneas – prosigue Dickens – creando una llovizna negra y blanda de copos de hollín del tamaño de verdaderos copos de nieve, que cabría imaginar de luto por la muerte del sol. Perros invisibles en el fango. Caballos, poco menos que enfangados hasta las anteojeras.

Peatones que entrechocan sus paraguas, en una infección general de mal humor, que se resbalan en las esquinas, donde decenas de miles de otros peatones llevan resbalándose y cayéndose desde que amaneció ( si cupiera decir que ha amanecido) y añaden nuevos sedimentos a las costras superpuestas de barro, que en esos puntos se pega tenazmente al pavimento y se acumula a interés compuesto».

Son los tiempos metereológicos envolviendo y afectando a los hombres, que Dickens eleva metafóricamente y que David Lodge ha analizado de modo certero en «El arte de la ficción«. «Jamás podrá haber una niebla demasiado densa, jamás podrá haber un barro y un cieno tan espesos – había escrito Dickens -como para concordar con la condición titubeante y dubitativa que ostenta hoy día este Alto Tribunal de Cancillería, el más pestilente de los pecadores empelucados que jamás hayan visto el Cielo y la Tierra». Es el ómnibus londinense de Schillibeer, carro tirado por tres caballos, capaz de transportar a dieciocho personas, que ha empezado a funcionar en 1829. Son las tres líneas de tranvía tirado por caballos que arrancarán su carrera en 1869. Son las 369 cloacas y corrientes residuales que desaguan en el río Támesis. Es el pestilente olor del río en el largo y tórrido verano de 1858 en el que el cólera vuelve a brotar. Son los 35.000 bañistas y 49.000 persona que se sirven de las lavanderías y baños públicos. Es el Londres pintoresco e insalubre.

Es este Londres de nieblas, suciedad y podredumbre, azotado por «el tiempo implacable de noviembre«, el que discurrirá por las calles de Dickens, por los párrafos de sus casas y las ventanas de sus frases, hasta que la vida inglesa del siglo XlX pase ante los ojos de los lectores de modo tan vivo que las páginas de The Times, en 1870 – cuando muera el escritor -, afirmarán:  «Políticos, hombres de ciencia, filántropos, reconocidos bienhechores de su raza desaparecerán, y, sin embargo, no dejarán el vacío que ha causado la muerte de Dickens«.

(Pequeña evocación al celebrarse el año Dickens)

(Imágenes:- 1.-Londres 1905.-Edward Steichen/2.-Londres 1905-1907.-T F Simon/ 3.-Londres en el siglo XlX.-micafeina.com/4-Luz de luna en Cornhill.-1885.-Atkinson Grimshaw/ 5.- .-Dickens.-por Frith.-1859)

«JANE EYRE» Y CHARLOTTE BRONTË

Reconocía Virginia Woolf  la deuda inevitable con Charlotte Brontë y George Eliot  «porque ellas desvelaron – decía – el secreto de que la sustancia preciosa de que están hechos los libros nos rodea por doquier, en salas y cocinas donde viven mujeres, y se acumula con cada tic del reloj «. El 13 de abril de 1916 Virginia publicó en The Times Literary Supplement un artículo sobre Charlotte Brontë y en él reconocía que «la autora nos ha cogido de la mano, y nos obliga a seguir su camino, nos obliga a ver lo que ella ve, sin dejarnos un instante, sin permitir olvidarnos de ella. Por fín, quedamos totalmente empapados del genio, la vehemencia y la indignación de Charlotte Brontë. Rostros notables, figuras de recia silueta y rasgos retorcidos han destellado ante nuestra vista, al pasar. Pero las hemos visto con la visión de Charlotte Bronté. Cuando ella se va, en vano buscamos estas figuras. Si pensamos en Rochester, tenemos que pensar en Jane Eyre. Pensamos en el páramo y he aquí de nuevo a Jane Eyre. Y si pensamos en la sala de estar incluso, en aquellas «blancas alfombras en las que parecía se hubieran depositado guinaldas de flores«, en aquella «pálida repisa del hogar, de mármol de Paros«, en su vaso de cristal de Bohemia «rojo como el rubí«, y la general combinación de nieve y fuego»…, ¿qué es esto, sino Jane Eyre?. (…) Charlotte Brontë no intenta resolver los problemas del humano vivir, ni siquiera se da cuenta de que tales problemas existan, toda su fuerza, y esta fuerza es mayor, más tremenda, precisamente por ser de objetivo limitado, se centra en la afirmación, «amo», «odio», «sufro«.

Editada hace tiempo en la famosa colección «La Pléiade«, Charlotte Brontë ha sido objeto de numerosos estudios. En el número especial de hace años que «Le Magazine Littéraire» dedicó a las novelistas inglesas – desde Jane Austen a Zadie Smith, pasando por George Eliot, Woolf, Katherine Mansfield, Doris Lesing y otras – se recordaba una vez más que, entre las novelistas inglesas del XlX, las hermanas Brontë expresaban mejor que nadie los paroxismos a los que pueden conducir las tensiones de una sociedad que ofrecía a las mujeres muy pocas perspectivas, y que las sepultaba en frustraciones en donde la salida a veces extremas eran la locura o la muerte. Si la atención a la obra e incluso a la correspondencia epistolar en el caso de Jane Austen han conducido a magníficos trabajos – como el realizado por el excelente crítico italiano Pietro Citati en «El mal absoluto» (Galaxia Gutenberg) -, la fascinación e influencia provocada por Charlotte Brontë en diversos escritores ha llevado a reconocer en alguna importante novelista inglesa actual que fue atrapada en su juventud » sin duda a causa de la inmensa angustia que revelan sus personajes femeninos».

Recrea  Julien Green en su «Suite anglaise» el momento en el que Charlotte publica «Jane Eyre«:» la novela de Charlotte – escribe tenía cualidades tan singulares y difería tanto de cuanto entonces se acostumbraba a leer que al fin llamó la atención del público y al cabo de dos meses todo el mundo la conocía y la discutía. Se intentaba en vano descubrir al autor y nadie dudaba de que éste pudiera ser un hombre. Thackeray la había leído de un tirón: su admiración era tal que la segunda edición le fue dedicada. Los periódicos aparecían llenos de elogios. El editor de Charlotte envió a Haworth todas las críticas de «Jane Eyre«; casi todas eran muy favorables. Ante tal éxito, la muchacha ya no pudo más y quiso comunicar a su padre el gran acontecimiento. El diálogo tuvo lugar así:

– Papá, he escrito un libro.

– ¿Verdaderamente, hija mía?

– Sí. Quiero que lo leas.

– Tengo miedo de que eso no me siente bien para mi pobre vista.

– ¡Pero no es un manuscrito! El libro ya está impreso…

– ¿ Impreso, Charlotte? ¿ Vas a perder sin duda todo tu dinero. ? Cómo puedes hacer que se venda tu libro? Nadie te conoce…

– Pero no. No creo que yo vaya a perder mucho dinero. Déjame que te lea lo que dicen las críticas…».

(Pequeño apunte sobre Brontë en el momento en que se estrena una nueva versión cinematográfica de «Jane Eyre» dirigida por Cary Fukunaga)

(Imágenes:- 1,2 y 3:  Mia Wasikowska en la película «Jane Eyre» de Cary Fukunaga/ 4.-Charlotte Brontë)