EL VIEJO RELOJ DE MI PADRE

 

 

“En mi infancia —evocaba Ingmar Bergman —había en las revistas una especie de imágenes que consistían únicamente en cifras y puntos. Uno tenía que trazar líneas entre los puntos con un lápiz. Poco a poco aparecía un elefante, o una bruja, o un palacio. Yo dispongo de noticias fragmentarias, narraciones cortas, episodios aislados, ésos son los puntos numerados. Trazo mis líneas con la, tal vez, vana esperanza de que surja un rostro. ¿ Tal vez lo que diviso es una verdad sobre mi propia vida?¿ Por qué, si no, me empeño con tanto afán? El viejo reloj de mi padre hace tictac infatigablemente en su soporte sobre mi escritorio, lo cogí de su mesilla de noche cuando murió una tarde a finales de abril de 1970. El reloj hace tictac, tiene casi cien años. Un día se paró inexplicablemente. Yo me sentí angustiado, me imaginé  que mi padre desaprobaba lo que escribía, que declinaba esta tardía atención. Por mucho que atornillé, sacudí, hurgué y soplé, no hubo forma de que el segundero se pusiera en marcha. El reloj quedó depositado en una casilla aislada del escritorio, fue un pequeño divorcio. Yo iba a echar de menos el pulso del tictac y la discreta advertencia de que los días están contados. Y mientras, el reloj en su casilla, reflexionando. A la mañana siguiente abrí el cajón y miré, pero sin esperanza ninguna. El reloj marchaba con toda su alma. Tal vez fuera un buen augurio. Cuento esto como un episodio que haga sonreír. Yo, sin embargo, estoy serio.”

 

 

(Imágenes:  -1-reloj fabricado por tasma en 18o6- museo doorzoeck -het gehengen van nederland/ 2- reloj de arena – 1776- Forun horlogerie suisse)

EL PASO DEL TIEMPO

 

 

“Tengo debilidad  por los calendarios, por los diarios, por los relojes, por los de sol, por los de arena, por las fases de la luna y hasta por las visitas cada setenta y cinco años del cometa Halley, en un afán de tener la percepción clara del paso del tiempo, de organizarlo para asirlo de alguna forma – escribía Augusto Monterroso enLa letra e”-.

Por otra parte, esta “Agenda” de la editorial Katún que me han enviado cuenta con ciertas características que la hacen notable: relación de los libros publicados, a veces con la fotografía del autor o de la autora, que inspirarán en su oportunidad el deseo de que ese día transcurra más rápido o menos rápido, según de quien se trate (…)

 

 

Y una más que me inquieta: el día, de trece horas a partir de las ocho de la mañana, está aquí dividido en veintisiete segmentos de media hora y cuatro milímetros cada uno, relación espacio – temporal que me hace preguntarme si cada lapso debo llenarlo con algo distinto o si es válido dedicarlos todos a una sola cosa o, mejor, a no hacer nada mientras los espacios se van llenando de nada o de pequeños actos inocuos como ver las nubes o contestar una llamada telefónica imprevista de veintiocho minutos.”

 

 

(Imágenes – 1- reloj de 1806- museo doorzoeck – nederland/ 2- reloj de arena- 1776-forun horlogerie suisse/ 3- reloj de arena- Ambrogio Lorenzetti – siglo XlV)