MUERTE Y VIDA DE UN PÁJARO

“ Ha muerto el viernes pasado, caído entre las hojas de un árbol en el bosque gallego de Caldas de Reyes, cerca de Villagarcía de Arosa, en Pontevedra, “Plumón”, un mirlo que me ha acompañado durante años mientras yo escribía. Perteneciente a una gran familia melódica, su padre fue muy reconocido en los ambientes musicales gracias a sus paseos cadenciosos y rítmicos por la barandilla de la ventana de la casa que ocupaba entonces Paul Mc Cartney en Londres , cuando aún estaba integrado en los Beatles y componía diversas canciones, entre ellas “Blackbird”. Sentado junto a la ventana abierta de su cuarto en una cálida noche de verano de 1968 y acompañándose con una guitarra acústica, Mc Cartney miraba cómo se paseaba el mirlo de aquí para allá y de derecha a izquierda por la barandilla, acunado o influido por unos compases de Bach que eran los que Mc Cartney estaba escuchando. Aquella unión de melodías Mc Cartney la había oído ya meses antes en su granja de Escocia y en ella se había inspirado casi instantáneamente, pero fue en Londres cuando el mirlo con sus pasos y sus melodías por la barandilla tomó más cuerpo y se adentró más en la canción.

El hermano de este mirlo de Paul Mc Cartney, es decir, el tío de mi “Plumón” que ahora acaba de morir en Galicia, fue célebre también en la historia de la música por haber acompañado muchas veces al compositor francés Olivier Messiaen por los prados, jardines y bosques de Francia mientras éste escribía “El despertar de los pájaros”, en 1953. El juego sonoro de los pájaros en aquella composición, comentó mucha gente entendida, era un verdadero comprendió de ornitología musical. El dúo entre un petirrojo y el mirlo, por ejemplo, abría el camino hacia unas tórtolas que se convertían en flautas y hacia un pardillo que se transformaba en clarinete. Después cantaban dos mirlos como si estuvieran invitando al piano, el tordo se unía a la abubilla y a la risa del pico verde y asomaban después en aquella alabanza de los pájaros las llamadas y gritos del verdecito, el estornino y el jilguero.

El mirlo de Messiaen, es decir, el tío de “Plumón”, siempre afirmó que el árbol genealógico de los mirlos se remontaba Historia arriba, hacia los inicios, e incluso aseguraba que llegaba hasta las teclas del piano de Beethoven, aunque eso no está en absoluto demostrado. Pero había muchas gentes que afirmaban que un mirlo “compuso” realmente la frase inicial del Rondó del “Concierto para violín” de Beethoven. Las tonadas de los mirlos, y así lo han dicho muchos especialistas, no están siempre completas la primera vez que las cantan. Van añadiendo toques que completan la idea musical primogénita.

¿Y cómo era “Plumón, desde el viernes caído hacia un lado y que ayer enterré bajo los árboles ? Tenía un plumaje negro en donde resaltaba como contraste el amarillo naranja del pico y de un anillo alrededor del ojo. Silbaba parsimoniosamente unas estrofas musicales interrumpidas por cortos silencios. Era un gran consumidor de larvas, caracoles y lombrices y le gustaba pasear cerca del arroyo que hay frente a mi casa. Un día que estaba yo escribiendo y que para distraerme tomé unos minutos mi violín, empezó a copiar las notas a su manera con el cuello estirado las plumas de la cabeza erizadas, los ojos chispeantes y el pico abierto. Nunca he oído cantar mejor una melodía.”

José Julio Perlado

(del libro “Museo de la mirada’)

(relato inédito)

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(Imágenes— 1- Vadim trunov 2- foto Richard Day- national geográficamente/ 3- Youssef Nabil – 2011/4-Joseph Cornell)

MÚSICA DE PÁJAROS

Los mirlos componen en el aire tonadas de ritmos distintos, cantadas con leves pausas que separan cada tonada. Son  melodías muchas veces afines a la música humana, con variedad de efectos alterando la clave, invirtiendo por completo las frases musicales. El ruiseñor, por su lado, lo hace en diferentes ritmos, con una leve pausa después de cada uno, componiendo frases propias con su técnica del trino. El gran compositor Olivier Messiaen se inspiró precisamente en las voces del mirlo y del ruiseñor llevando así el peso del movimiento para clarinete solo en su «Abismo de los pájaros«. Así lo cuenta Alex Ross en el extraordinario libro «El ruido eterno» (Escuchar al siglo XX a través de su música)» (Seix Barral), y es esa música alada, entre picoteos en las ramas, la que me lleva hasta conciertos escuchados durante años en el silencio del despacho, mientras escribía. «Los pájaros han sido mis primeros y mis mayores maestros. –  explicaba  MessiaenCantan siempre en un modo determinadoNo conocen el intervalo de octava. Sus líneas melódicas recuerdan a menudo las inflexiones del canto gregoriano«. «La Naturaleza, ¡los cantos de los pájaros…!- seguía – Es ahí donde reside para mí la música. La música libre, anónima, improvisada para el placer…»

Evoca Ross que la primera demostración prolongada en la música de Messiaen a partir del perfil de melodías de pájaros llegó con su «Despertar de los pájaros«, donde se oye cantar sucesivamente a docenas de pájaros y, por otro lado, «en el «coro del amanecer», son veintinuno los que se reúnen en un caos polifónico encantador«. El compositor entregó el control de su música a fuerzas exteriores. «Estoy deseoso de perderme tras los pájaros«, exlamó. «El lenguaje opulento del «Quatuor pour la fin du temps» (1941)- sigue diciendo Rosslogra que los pájaros de Messiaen, al contrario de los pájaros en la naturaleza, graviten hacia un centro tonal. (…) La confianza en el canto de los pájaros le permitía a Messiaen recuperar la primacía de una línea cantable«.

Los pájaros siempre han sobrevolado páginas de música. En el siglo XVlll y en el XlX eran alusiones fugitivas, evocaciones pintorescas transportadas suavemente en el peso de las alas. Pero será con Messiaen cuando el «estilo pájaro» – tal como él lo llamaba – plante sus modos, timbres y ritmos sobre las ramas de la gran creación. El «Despertar de los pájaros» (1953) para gran orquesta y piano principal; los «Pájaros exóticos«(1956) para piano solo, 2 clarinetes, xilófono, pequeña orquesta de viento y percusión; el «Catálogo de pájaros«(1956-58) para piano, consagrado a los pájaros típicos de diversas provincias francesas: en el fondo siempre pájaros, pájaros cantando. Entre  imágenes y sentimientos, anidando en las ramas, bullendo y picoteando al mover la cabeza ante la primavera alborotada, ateridos o vigilantes, ahí están en el aire las canciones de la alondra, del jilguero, de la curruca de cabeza negra, notas plateadas en los árboles, canción abreviada del alfarero, crescendos y diminuendos del chorlito, música del petirrojo, del tordo, crescendo del mirlo, canción gorjeada del andahuertas, gorjeo de las currucas, trino del zarcero, inquietud en el saltamimbres, silbo en fragmentos del pinzón real, todo el siglo XX en el aire, como en el aire estará también el XXl entre montañas de largos tiempos y espacios ínfimos que recorren insectos en caravana. Toda la Naturaleza dentro del estudio de Messiaen, en el techo y en el suelo, invadida de sonidos la atmósfera. Van y vienen los pájaros en vuelo corto, flexible, apenas son curva de cántico que llega hasta el piano. Messiaen inclinado, concentrado, trabajando, los ve venir, y dice enseguida: «aquí todo es verdadero, las melodías y los ritmos del solista, las melodías y los ritmos de los vecinos, los contrapuntos de unos y de otros, las respuestas, las mezclas, los períodos de silencio, la correspondencia del canto y de la hora«.

(Imágenes.-1. foto por Richard Day.-Animals Animals.-Earth Scenes-National Geographic/ 2.-foto por Joel Sartore.-National Geographic/ 3.-cortesía Harvey Doerksen U. S. Fish and Wildife Service.-National Geographic/ 4.-foto por Michael Melford.-National Geographic)