TERTULIAS EN LA ETERNIDAD (7) : BULLIR DE PÁJAROS

Estábamos allí, entre otra mucha gente, los músicos Maurice Ravel, Olivier Messiaen y Antonin Dvorak oyendo el concierto del jilguero amarillo que hoy se lo dedicaba a nuestra tertulia. Con su cabeza coronada con un gorro negro, su cuerpo amarillo, sus alas y colas negras, repetía sus cuatro notas mientras permanecía quieto pero era más bello aún verlo volar, porque volando tenía un toque de tristeza y ascendiendo, descendiendo y volviendo a ascender nos ofrecía a la vez su canto y sus curvas. Pero de repente un estruendo de alas de gaviota hizo interrumpir su canto y nos empujó a volar también a todos nosotros por encima de la nube donde nos encontrábamos y así, quisiéramos o no, no tuvimos más remedio que descubrir, conforme volábamos, otros nidos que existían en la eternidad para posibles tertulias. Nunca he visto tantos nidos dispersos en la parte alta de la eternidad, tal como si fueran atalayas o palcos construidos por los mismos pájaros, porque los pájaros yo creo que nos los tenían ya preparados para que viéramos y escucháramos todo su concierto y no nos dejaban ni sentarnos para mirar por distracción a otros animales que pasaban y esas propias aves nos traían y llevaban encima de sus alas, sujetándonos con el pico y depositándonos luego encima de otra nube. Allí empezaron a acudir, sin duda por la atracción de los sonidos, gente como Haendel, que se puso muy cerca de un ruiseñor y murmuraba algo sobre dulce pájaro, que rehuye el ruido de la locura, y también Mendelssohn, Liszt y Milhaud.

Y cuando el cuco de pronto empezó también a cantar, y lo mismo hizo el carbonero común, Beethoven acercó más su oído, Mahler puso más atención, Vivaldi se colocó junto al jilguero, y Sibelius se emocionó con la grulla. Yo creía que todo era solamente una vieja tradición entre pájaros y música “antigua”, pero la modernidad estalló de pronto cuando el jazz de Charlie Parker se improvisó como saxofonista y los pájaros de todas las edades y colores comenzaron a seguir con sus alas el movimiento rítmico.

José Julio Perlado

(del libro “Relámpagos”) (relato inédito)

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(Imágenes- wikipedia)