CERVEZA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

 


(…) La cerveza es agradable al olfato, resulta un placer para el paladar; su textura y su alegre tono verdoso son una delicia para la vista; es una caricia para el cerebro y el corazón, y además ( para deleite de todos los sentidos) incita al hombre a la risa y al canto, es un placer para el oído. Beberla reconforta la mente preocupada, le procura la risa a una viuda desconsolada, haciéndole olvidar la tristeza por su difunto marido…Hace decidir al pretendiente tímido, calienta la sangre fría de los ancianos, hace hablar al hombre  por encima de sus propias capacidades o de su comprensión, y es amiga de las musas… Con ella el músico se vuelve eufórico y el poeta crea rimas sin sentido. Repara la palidez del rostro, otorga elocuencia al orador, profundidad al filósofo, erudición al estudiante, y agudeza y sensibilidad al abogado (…) Es una gran amiga de la verdad, por lo que los que la beben con este propósito revelan lo que saben, si no se trata de un secreto que debe ser guardado. Es un emblema de la justicia porque procura la mesura. Infunde coraje al cobarde para luchar y jactarse. Cierra muchos buenos negocios. El físico la elogia y el abogado la defiende. No hace daño ni mata sino a los que de ella abusan sin medida. Es beneficiosa para los que la beben comedidamente. Es tan buena como un par de anteojos para la vista de un viejo cura. En definitiva, resulta un gran alimento para la humanidad que aunque mi boca fuera tan grande como el portal de una catedral, mi pluma tan larga como el mes de mayo y la tinta una cascada o un estanque, no podría con boca, pluma y tinta decir o escribir sus virtudes.”

John Taylor— “Elogio de la cerveza” (Londres,  siglo XVll) – “ La cerveza, los bares, la poesía”

 

 

(Imágenes—1-George Hainz -naturaleza muerta con vaso de cerveza y panecillos- 1665/ 2-tablilla de arcilla encontrada en el sur de Irak con grabaciones sobre las raciones de cerveza que deben repartir al emperador – brithis museum)

CERVEZAS Y PALABRAS

 

La antología que publica Visor, “La cerveza, los bares, la poesía”, nos lleva a muchas vivencias y lecturas entremezcladas.  Sesenta  mil pubs tiene Gran Bretaña y sirven cada día catorce millones de pintas, dando la razón, según recuerda Ignacio Peyró en su libro sobre Inglaterra, a la frase de Samuel Pepys señalando que esos establecimientos son “el corazón de Inglaterra”  y a los carteles de innumerables pubs indicando que “ no hay nada que el hombre haya inventado todavía que le dé tanta felicidad como una buena taberna”.  Prosigue Peyró evocando cómo “Orwell dijo que nunca había visto un pub que cumpliera con todos los requisitos de su imaginación. Más tarde, en los años sesenta, denunció un bebedor de tanto hígado como Kingsley Amis el hecho de que el pub rápidamente “ se volviera inhabitable”. Los emporios cerveceros desplazaron a los pequeños elaboradores y comenzaron las quejas: “la cerveza ya no es cerveza”, porque está diseñada “para que sepa a lo mismo en todas partes”.

El francés Jean-Francois Revel cuenta en “Un festín en palabras” — su  historia literaria de la sensibilidad gastronómica —-que los mismos egipcios eran grandes bebedores de cerveza y sus esculturas nos muestran escenas de vendimia y vinificación. El hombre, recuerda Revel, ha utilizado todo tipo de frutas, bayas y jugos fermentados para la confección de bebidas alcohólicas. Peras silvestres, manzanas, frambuesas, moras, fresas igualmente silvestres, uvas de viñas silvestres han sido aplastadas y dejadas el tiempo necesario para su fermentación. Apicio, añade, ya se hace eco de un vino de dátiles, higos o granadas.

Brillat-Savarin a su vez, en su “Fisiología del gusto” , recuerda que se ha bebido y cantado el vino durante muchas centurias, antes de sospechar que fuera posible extraer de él la parte espirituosa que constituye su fuerza; pero cuando los árabes nos enseñaron el arte de la destilación , que habían inventado para extraer el perfume de las flores, especialmente el de la rosa, tan celebrada en sus escritos, se empezó a creer que era posible descubrir en el vino la causa de la exaltación de sabor que da al gusto una excitación tan particular.

Y es en esa satisfacción que tantas veces produce el vino y la cerveza donde se alzan las palabras.

 

 

(Imágenes—1-naturaleza muerta con vaso de cerveza y panecillos/ 2- Francisco Ayala en el café Gijón -1930)