DE SANGRE SECA

Una bella albina señora de Maryland me regaló la noche de Navidad, que es la de mi cumpleaños, una magnífica flor blanca y sin nombre, una flor que duraba, que vivía sólo una noche, aquella noche precisamente.

“¡Maldita sea usted!”, le dije. “¿Por qué no pensó usted , antes de arrancarla, en todo lo que tendría que hacer esta hermosa flor en esta hermosa noche única de su vida? Y yo, ahora, ¿ qué voy a hacer con ella sin saber nada de sus necesidades ni de sus caprichos?”

Puse la flor en el jardín. Por la mañana sólo encontré sobre la yerba una mancha de sangre seca.

Juan Ramón Jiménez- 1945

(Imagen- wikipedia)

TRISTEZA PRIMAVERAL

Tengo una tristeza

dentro de mi alma!

¡Siento unos deseos

de ahogarme en mis lágrimas!

¡Me he quedado solo!

¡Ya murió aquel ángel que me consolaba!

¡Qué tarde más bella!

¡Primavera hermosa! ¡Primavera mágica!

Tu sol esplendente, tu celeste cielo, tus flores fragantes,

Inundan mi pecho de tristes nostalgias.

¡Yo quiero ir contigo!

¡Yo quiero ir a verte, alma de mi alma!

(…)

Juan Ramón Jiménez— “Tristeza primaveral”— “Rimas”

(Imagen – Georgia O’ Keeffe)

NAVIDAD 2021 (1)

La candela en el campo!… Es tarde de Nochebuena, y un sol opaco y débil clarea apenas en el cielo crudo, sin nubes, todo gris en vez de todo azul, con un indefinible amarillor en el horizonte de Poniente… De pronto, salta un estridente crujido de ramas verdes que empiezan a arder; luego, el humo apretado, blanco como armiño, y la llama, al fin, que limpia el humo y puebla el aire de puras lenguas momentáneas, que parecen lamerlo.

¡Oh la llama en el viento! Espíritus rosados, amarillos, malvas, azules, se pierden no sé donde, taladrando un secreto cielo bajo; ¡y dejan un olor de ascua en el frío! ¡Campo, tibio ahora, de diciembre! ¡Invierno con cariño! ¡Nochebuena de los felices!

Las jaras vecinas se derriten. El paisaje, a través del aire caliente, tiembla y se purifica como si fuese de cristal errante. Y los niños del casero, que no tienen Nacimiento, se vienen alrededor de la candela, pobres y tristes, a calentarse las manos arrecidas, y echan en las brasas bellotas y castañas, que revientan, en un tiro.

Y se alegran luego, y saltan sobre el fuego que ya la noche va enrojeciendo, y cantan:

…Camina, María, 
camina José…

Yo les traigo a Platero, y se lo doy, para que jueguen con él.

Juan Ramón Jiménez- “Platero y yo”

(Imagen- Carlo Crivelli)