300 AÑOS DE CARTAS

 

objetos.-78nn.-cartas.-Arman,-.artnet

 

Los 300 años de Correos que en estos días se celebran nos traen y nos llevan recuerdos de epístolas cruzadas y familiares, a veces profesionales, a veces interesadas, en ocasiones peticiones, en ocasiones solo desahogos: hombres de letras españoles a quienes el cartero trajo y llevó caligrafías, dibujos y firmas que en su rápido trazo desvelaban el instante de una vida y el rasgo de una personalidad.

Valle-Inclán le escribe a Ortega desde Cambados en octubre de 1914:

Queridísimo Ortega:

No le escribí antes, porque no han faltado dolores y desazones. Hace dos días enterré a mi hijito. Dios Nuestro Señor me lo llevó para sí. Ha sido el mayor dolor de mi vida. Yo no sé qué cosa sea la muerte, que se la siente llegar. Mi niño estaba sano y yo esperaba una desgracia como algo fatal. Ya llegó, y sea sola. Estoy acabado. Esto es horrible. ¡Que no sepa usted nunca de ese dolor! La casa se me viene encima, y tampoco quiero, por ahora, volver a Madrid,, donde nació mi niño hermoso que se me murió. Quisiera ir a Italia, pero con los míos: Mi mujer y mi hija. Ello es caro. Mi pobre Josefina que está tan muerta como yo, ha tenido una idea. Ella me inspira que le escriba a usted, para saber si podrían concederme una pensión de la «Junta de Estudios» para estudiar alguna cosa en Italia. Cosa para la cual, en conciencia, sea yo capaz. De pintura, de literatura: Una visión de Cervantes, de Lope, de Quevedo, en Italia: Diálogos de soldados, jugadores, mujeres, pilotos catalanes y de Valencia. Una visión estética de Italia. (…) Se lo agradecerá infinitamente su infortunado.- Valle Inclán.

 

Josefina Blanco.- 4rry.- Valle Inclán junto a su mujer y su hija Concha

 

El 14 de septiembre de 1905 Baroja le escribe a Galdós:

Mi querido amigo y maestro; Voy a ir a París a pasar un mes o dos y quisiera que me hiciese usted el favor de darme una tarjeta de presentación  para León y Castillo y otra para Estévanez. Me salieron mal los pequeños negocios que tenía, el socio resultó un estafador y yo perdí dinero y además estuve a punto de tener un pleito.

Huyendo de complicaciones me fui al Paular, donde he escrito un libro que le enviaré dentro de unos días. (se refiere a «La feria de los discretos», firmada en El Paular en junio de 1905).

Usted como siempre estará trabajando como una fiera.

Si me contesta usted hágalo a San Sebastián calle Mayor número 6, y si quiere usted hacerme algún encargo o comisión para París ya sabe usted que puede usted mandar.-Pío Baroja.

 

Baroja.-elmundoes

 

El cartero ha estado 300 años trayendo y llevando consuelos y desconsuelos, súplicas. 300 años de aspiraciones y preocupaciones guardadas y selladas en sobres, revelación de amistades y confidencias.

 

Galdós- nnb- elduariomontañes com

 

(Imágenes.-1.-arman-arnet/ 2.-Valle Inclán junto a su mujer/ 3.-Baroja- elmundo es/ 4.-Galdós en Santander- eldiariomontañes)

JOSEFINA BLANCO Y VALLE- INCLÁN

 

Valle Inclán-ytvv-Josefina Blanco- leonoticias com

 

Ahora, una vez más, vuelve a hablarse de Valle- Inclán y de su brazo. Verdades y versiones muchas veces tratadas. La actriz Josefina Blanco, que fuera mujer del escritor, respondía así a la periodista Carmen de Burgos en una entrevista de 1916:

– ¿Cuándo conoció usted a su marido?

– Hace mucho tiempo, cuando aún tenía el brazo.

– ¿Y se enamoraron desde el primer momento?

– No. Pero desde el primer momento fuimos buenos amigos. Cuando se murió mi tía y yo me quedé sola en el mundo, él era mi consejero, mi confidente; si experimentaba temor o duda por algo, se lo consultaba a él, y era tal mi confianza en su talento, que le obedecía en todo, hasta en las cosas que a mí me parecían un absurdo. Al fin acabamos por casarnos.

 

Valle Inclán- yccd-carta manuscrita de Josefina Blanco en mil novecientos treinta y nueve- todocoleccion net

 

Yo lo admiro mucho – proseguía Josefina -. Para mí no hay nadie como él. Yo no puedo ayudarle en nada. Él me ha educado, me ha hecho conocer y sentir el arte. Antes yo no era más que una intuitiva; me faltaba la cultura, que he aprendido a su lado.

– Como actriz, ¿qué autores  y qué obras le gustan más?

– Yo tengo un carácter tolerante para todo; la mayoría de las cosas me parecen bien. En cambio a Ramón le parece casi  todo mal.

 

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En casa – continuaba Josefina – Ramón es lo más bueno, lo más sencillo y lo más cariñoso que usted se pueda imaginar. Juega más con sus hijos que yo.

 

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Esta mujer menuda entra también en la habitación cuando José María Carretero está interrogando al escritor en 1918, en una de sus célebres entrevistas.

Don Ramón, ¿cuándo comenzó a escribir?

– Mi mujer se acordará en qué fecha publiqué mi primer libro – y dirigiéndose a la puerta, llama -: ¡Josefina… Josefina!, ¿tu recuerdas en qué año di mi primer libro?

Una voz dulce responde:

– Sí, Ramón. En 1902.

Y enseguida entra en el estudio la compañera del poeta.

 

Valle Inclán-innhy-laopinioncoruna es

 

Carretero le pregunta a Valle Inclán:

-Para usted constituirá una gran desgracia haber quedado manco.

– ¡Quia, no, señor! No sólo necesito para nada el brazo perdido. Vamos, no lo echo de menos en absoluto. Me valgo con el derecho para todo.

– ¿Sin ayuda de nadie?

– Sin auxilio de nadie, escribo, me desnudo, me visto, me lavo, como; en fin, todo, todo lo que usted puede hacer con las dos manos lo hago yo con la derecha. Es más; me corto las uñas,  parto la carne, mondo la fruta, me hago los lazos de las corbatas del frac y construyo mueblecitos de papel… Solamente he echado de menos el brazo perdido cuando murió mi pobre hija… Se moría y yo no pude abrazarla como hubiese deseado.

 

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Josefina Blanco en la sombra del escritor. «Yo nunca he visto – dice Carmen de Burgosuna actriz tan desprendida de su profesión de un día como esta mujer. Ni en ninguna de las actrices casadas he visto ese milagro tan sencillo y tan amable. El corazón de artista de Josefina Blanco se ha hecho más completo, más amplio, más cuajado de cosas y de arte en esta transformación tan humana, tan extraordinaria con Valle Inclán«.

 

Valle Inclán-farodevigo es

 

(Imágenes.-1.-Josefina Blanco- leonoticias com/ 2.-carta manuscrita de Josefina Blanco en 1936- todocoleccion/3 .y 4.-carta de Valle Inclán- teatro. es/ 5.- Valle Inclán- auladeletras.net/ 6.-laopinioncoruña. es/ 7.-jotdown.es/ 8.- Vallle Inclán- farodevigo.es)

VIEJO MADRID (31) : INCIDENTES DE VALLE – INCLÁN

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De Valle- Inclán he hablado varias veces en Mi Siglo. Pero cuando paseo ahora por Madrid y me detengo a fotografiar la fina estatua del escritor en el Paseo de Recoletos, casi enfrente a la Biblioteca Nacional y a dos pasos del «Café Gijón«, me llegan los ecos de sus palabras el 28 de diciembre de 1927 reogidas en el «Heraldo de Madrid«. Aquella mañana en la Audiencia había comenzado la vista de la causa instruida contra Don Ramón por un jaleo que suscitó en el teatro Fontalba durante el estreno de «El hijo del diablo» de Joaquín Montaner.

Cama,.6hh,-.Pérez de Ayala, Valle Inclán, Juan Belmonte.-elpais com

«El presidente – así lo cuenta «El Heraldo de Madrid» – se dirige al señor Valle- Inclán y le ordena:

– ¡Levántese, procesado!

Valle- Inclán, que se acaricia suavemente la barba con su única mano, responde sin moverse:

– Estoy bien así.

Se producen murmullos entre el público, y el presidente, agitando la campanilla, exclama:

– Procesado. ¡Levántese! ¡ Se lo ordeno!

El defensor interviene:

– El  procesado padece una crisis reumática…

– ¡No! ¡No! – le interrumpe airadamente el señor Valle – Inclán -¡No! ¡Falsedades, no! ¡Yo no soy un golilla para decir embustes! No tengo reúma. Lo que pasa es que no me parece bien levantarme…

(…) Más adelante, continúa el interrogatorio.

– ¿Cómo se llama usted?

– ¿Y usted?

El público ríe a carcajadas y el presidente golpea fuertemente la mesa con la campanilla.

– ¡Procesado!

– Compréndalo – dice sonriendo el procesado -, compréndalo. Es menos absurdo que le pregunte yo a usted cómo se llama que no que usted me lo pregunte a mí.

El señor Valle-Inclán, indicando con un ademán al público, añade:

– Todos estos señores conocen perfectamente mi nombre, y, en cambio, el de usted estoy seguro que…

– ¡Orden! ¡Orden!.»

escritores.-rtbn.-Valle Inclán.- con Josefina Blanco y una de sus hijas

Si esto es auténtico y quedó recogido en los periódicos, la mezcla de anécdotas verídicas y anécdotas apócrifas que Gómez de la Serna quiso utilizar en su biografía de Valle queda vertida en este otro episodio.

Muy cercano el ascenso al poder del general Primo de Rivera, a Valle se le impuso una multa de 250 pesetas por escándalo público en el Palacio de la Música. Cuenta Gómez de la Serna que muy de mañana apareció la policía en su casa.

«Don Ramón, que casi se acababa de acostar, comenzó a gritar desde la cama:

– ¡ Que se vayan!… Éstas no son horas de detener a nadie…

Los agentes insistieron y entonces don Ramón les gritó:

– Necesito que me traigan un mandamiento judicial, y además yo me levanto más tarde.

Los agentes fueron a pedir nuevas órdenes y el mandamiento apetecido, volviendo al poco rato con el papel sellado y con la orden de levantarle, vestirle y llevárselo.

Don Ramón leyó el papel y oyó las órdenes del ministro:

– Bien; por de pronto, yo no me muevo de la cama…, pueden ustedes venir cuando me levante, y agreguen a ese tiempo las dos horas de sueño que me han quitado.

Los policías aguardaron un largo rato y por fin entraron en la alcoba dispuestos a todo.

– Bueno… Vístanme… Ya lo ha dicho su jefe.

Los policías comenzaron a ponerle los calcetines, pero Valle, impaciente, exclamó:

– Basta, basta… Seguiré vistiéndome yo… Como acto de fuerza ya está bien.

(…) Pronto estuvo vestido, hizo un paquete con libros y muchas cuartillas, «para escribir el Quijote en la cárcel», y salió para el juzgado.

Allí el juez le preguntó formulariamente:

– ¿Cómo se llama usted?

– ¡ Que cómo me llamo yo! – gritó don Ramón – ¡Habráse visto insolencia parecida…! El que no sabe cómo se llama usted soy yo.

Entonces el juez, irritado, no le perdonó ninguna de las preguntas rituales:

– ¿Su profesión?

– Escritor. ¿No lo sabía usted?

– ¿Sabe leer y escribir?

– No.

-Me extraña la respuesta – dijo el juez con sorna.

– Pues más me extraña a mí la pregunta… Y ya no voy a responder más… Mande llamar a sus esbirros y que me den tormento.

El juez sonrió y acortó el acta mandándole a la cárcel, donde don Ramón estuvo quince días exactos.»

escritores.-bimnm.-Valle Inclán.-cervantes

(Imágenes:- 1.-estatua de Valle- Inclán en Madrid.-paseo de Recoletos.- foto JJP.-13 abril 2013/2.-Valle-Inclán junto a Ramón Pérez de Ayla y Juan Belmonte.-elpaís. com/ 3.-Valle- Inclán junto a su mujer y su hija Concha en el salón de su casa/4.-Valle-Inclán.-Centro Virtual Cervantes)

LA MUJER DE VALLE INCLÁN

«La barba negrísima, un poco rala sobre las mejillas, un poco en punta, como para caracterizar a Mefistófeles en ópera – así describía a don Ramón del Valle Inclán la actriz Josefina Blanco, la que luego sería su mujer, el día en que lo conoció, en 1905 -; luego, la boca, de labios finos y pálidos ligeramente movidos por un tic nervioso; una boca larga, entreabierta, anhelante, de corte mefistofélico también, casi oculta por el mostacho enhiesto, fanfarrón; nariz prominente, cyranesca, sobre la que cabalgaban unos quevedos con gruesa armadura de carey, (…). Y tras los quevedos, los ojos tristes, dulcísimos, maravillosos, cargados de melancolía, como si hubieran contemplado todos los dolores del mundo y para todos tuviera una mirada de piedad, de comprensión, de consuelo. (…) Mas de repente, como en un choque, mis ojos se encontraron con los suyos. Rápidamente, evité afrontar aquella mirada; no tan deprisa, sin embargo, que no me diera tiempo para advertir la expresión de ternura con que aquellos ojos se fijaban por primera vez en mí. (…) Ahora hablaba, hablaba mesuradamente, dulcemente, con cierta musicalidad que acaso dependía, más que del tono, de las palabras armónicas, enlazadas sabiamente, sin afectación, con naturalidad…Tenía la voz aguda, de timbre un poco femenino, y un acusado defecto de pronunciación sellaba su habla, suave, con ligero acento de nacionalidad imprecisa. ¿En qué consistía aquel defecto de expresión? ¿Era labial? ¿Era lingüístico? ¿Qué letras rozaba el desconocido al hablar? ¿Era la ce? ¿Era la zeta? ¿La ese, tal vez? Atendí. Era la ese; pero no desfigurándola, sino destacándola, silbándola un poco…Toda la afectación que faltaba en la palabra estaba en las manos, cuyos movimientos parecían medidos y estudiados con arte. ¿Dónde había yo visto otras manos como aquellas?…¿Dónde las vi? Las había visto hacía mucho tiempo. ¿Cuándo? ¿Dónde? Me recordaban algo que vivía en mí misma; pero ¿qué era? ¿De dónde era?…». (Josefina Blanco: «Memorias» .- (inéditas).

Josefina Blanco conoce a Valle Inclán en una reunión de actores y gente del teatro en casa de Ceferino Palencia y María Tubau. Josefina tenía entonces 16 o 17 años y actuaba de dama joven en la compañia de la Princesa. Pronto la actriz se da cuenta de que Valle no es un ser sobrenatural, sino un hombre como otro cualquiera, con sus inconvenientes y ventajas, con sus flaquezas y, por encima de todo, con su indefinible atractivo. Cuando se dice que tras los pasos de un hombre siempre aparece el andar decisivo de una mujer, en el caso de Valle Inclán no hay excepción ninguna. Contaba Josefina Blanco en una entrevista realizada en 1944 cómo al comenzar su noviazgo, quien escribiría más adelante Tirano Banderas se encendía con argumentos y proyectos en la cabeza que le costaba luego llevar a la práctica y poner sobre el papel. Para sacudirle su pereza, Josefina le entregaba cada noche, al despedirse, diez cuartillas, que el joven Valle Inclán debía devolverle escritas al día siguiente. Si eso no ocurría, la novia no le hablaba, y en esto – decía Josefina – ella no transigía. Con el tiempo, le permitió escribir en papel de menor tamaño, pero mantuvo el número fijo de diez cuartillas durante todo el noviazgo.

La cara y la cruz de Valle Inclán – como la de tantos escritores y artistas del mundo -muestran triunfos y desgracias, reconocimientos y confesiones desoladas. Cuatro años antes de morir y a un año del estreno de «Divinas palabras«, le escribe Valle a un amigo, Ruiz Contreras, el 27 de julio de 1932:

«Mi querido Contreras: recibí su buena carta. Estoy abrumado. Ayer empeñé el reloj. Ya no sé la hora en que muero. Como tengo que cocinar para los pequeños (a finales de ese año se divorcian la actriz y el escritor), el fogón acaba de destrozarme la vegija. Ni salud ni dinero, y los amigos tan raros. Por eso le agradezco doblemente su carta. Si en mi experiencia, desengañada, ya no puedo acogerme a ninguna esperanza, me trae un consuelo. No crea usted, sin embargo, que me desespero. Yo mismo me sorprendo de la indiferencia con que veo llegar el final. He convocado a los hijos y les he expuesto la situación. También ellos tienen el alma estoica. Les he dicho: «Hijos míos, vamos a empeñar el reloj. Después de comernos estas cien pesetas, se nos impone un ayuno sin término conocido. No es cosa de comprar una cuerda y ahorcarnos en reata. No he sido nunca sablista y quiero morir sin serlo. Creo que los amigos me ayudarán, cuando menos para alcanzaros plazas en los asilos. Yo me acogeré al Asilo Cervantes. Allí tengo un amigo: D. Ciro Bayo«. Como pequeños héroes – prosigue Valle Inclán -, se tragaron las lágrimas y se han mostrado dispuestos a correr el temporal sin darle demasiada importancia. En rigor, no la tiene, y si alguna vez yo se la he dado, es porque me salgo del hecho cotidiano de una familia sin recursos, con el padre enfermo.»
Parecería todo esto un parlamento de una pieza teatral pero es la vida misma que Valle quiere representar en su escenario.
(Fotos:Caricatura de Valle Inclán, por Castelao, 1916; Valle Inclán con Josefina y su hija Conchita; Lectura de «Divinas palabras» en el Teatro Español: entre otros, Enrique Borrás, Margarita Xirgu, Rivas Cheriff, Castelao y Valle Inclán, foto de Alfonso.-Imágenes: fundaciónvalleinclán.org.)