VIEJO MADRID (55) : EL LAVATORIO DE LOS PIES

Palacio Real de Madrid-nyu

 

«En la tarde del Jueves Santoevoca Gutiérrez Solana en su «Madrid. Escenas y costumbres» – se hace en Palacio la ceremonia del lavatorio de pies de los pobres. Con capas, bastón y sombrero de copa entran en Palacio. Los pobres se sientan en sillas bajas, se quitan las botas y se arremangan los calzoncillos. El Rey se sirve de una jarra y una jofaina, en la que meten los miembros, ya lavados de antemano con estropajo y después se los seca con una toalla (…) A los mendigos favorecidos con este acto de humildad se les regala el traje, que acaban de estrenar para presentarse en Palacio, y se les obsequia con un cesto de comida y una bota de vino a cada uno.

 

palacio Real de Madrid-hbb-hdpic org

 

(…)  Después del regreso de la procesión a la parroquia de San Ginés, de cuyas paredes en el patio cuelgan valiosos tapices, la gente pasea por las avenidas, calles del centro de la villa y calle de Alcalá, convertida en paseo, en vez del ordinario rodar de los coches; el rumor de las conversaciones animadas y el arrastre de los pasos resuena como un zumbido, y los paseos de Recoletos y el Prado están muy animados, con hileras de sillas y puestos de refrescos, en donde se sientan las hermosas mujeres, y ríen, abriendo los abanicos junto a su pecho, entre el parpadeo de los ojos, que brillan acariciadores».

 

Palacio Real de Madrid-bbnnu-spain info

 

(Imágenes.-1.-Palacio Real de Madrid.-nyu/ 2.-Palacio Real- hdpic-org/ 3.-Palacio Real- spain.info)

RAMÓN EN SU TORRE

 

Ramón-nhhy-Gómez de la Serna - mil novecientos cuarenta y cinco

 

«Gasto más tinta roja que nunca – escribía RAMÓN -, como si esa fuese la licuificación de la sangre, fluyendo la sinceridad humana en su propio color, en inacabable sangría (…) Para completar esta verdad del escribir, y su optimismo, comencé también a escribir en papel amarillo, pues los días nublados era muy penoso  amanecer a un nuevo día con la mesa cubierta de cuartillas blancas. Las cuartillas amarillas eran como rayos de sol, el sol que no había o que no podía salir a tomar los días de mucho trabajo», decía en «Automoribundia».

Ahora se revive en una exposición aquella atmósfera del «torreón» de Ramón, en Velázquez 4, al que el escritor se trasladaría en 1922. Julio Gómez de la Serna, hermano de Ramón, contaba las intimidades de aquel recinto: «era como un macrocosmo y un microcosmo de cosas impares y expresivas. Un auténtico Paraíso para nuestros hijos, muy pequeños entonces. Ramón no sólo mostraba, sino que dejaba que los pequeños cogieran y manejaran aquellos objetos. Desde el reclamo de perdiz que él había fijado sobre su mesa y que tenía adaptados un tubo y una pera de goma que Ramón oprimía para que ese ave diese los clásicos golpes, hasta

 

Ramón-oioo-Gómez de la Serna- Buenos Aires- mil novecientos cuarenta y siete

 

el bombero que trepaba raudo por su escala, pasando por el gato que ponía los ojos en blanco y sacaba la lengua al tirar de una cinta, o los cuatro o cinco saltamontes, abejas y golondrinas de loza portuguesa, sostenidas en las paredes y que él decía que entraron un día por la ventana frontera al Retiro; o la caja de música con su repertorio de melodías antiguas, o la muñeca rusa que contenía seis o siete, cada vez más reducidas. O la tórtola viva que revoloteaba por la habitación, posándose a veces sobre la mano de él o quitándole con el pico su monóculo sin cristal de humorista; o los peces que daban vueltas en el bocal (Ramón se proclamaba descubridor del lenguaje de los peces, que él denominó «el burbujío»); o la gruesa cuerda marinera, terminada en unos garfios, regalo de Solana, para que, en caso de incendio, pudiera mi hermano descolgarse asido a sus nudos hasta la calle».

 

Ramón-nbn-Gómez de la Serna- Buenos Aires- mil novecientos cuarenta y siete

 

(Imágenes.-1.-Ramón en 1945/ 2 y 3 – Ramón en Buenos Aires en 1947)

CARICATURAS

 

Daumier-yvbvb-olbookillustratons com

 

Hablando de uno de los mas grandes caricaturistas que han existido –Honore Daumier, que firmó más de cuatro mil caricaturas –, Baudelaire escribía: «Como artista, lo que distingue a Daumier es la seguridad : dibuja como los grandes maestros; su dibujo es generoso, fácil, de continua improvisación y, sin embargo, nunca es «chic».  Su memoria privilegiada y casi divina le proporciona los modelos . Todas sus figuras tienen aplomo, y sus gestos son verdaderos, tiene un talento para la observación tan certero que no encontramos una sola cabeza reñida con el cuerpo que la soporta. A tal nariz, tal frente, tal ojo, tal pie, tal mano. Es la lógica del sabio trasladada a un arte ligero, fugaz, que lucha contra la movilidad misma de la vida».

 

Daumier-unngg- oldbookilllustrations com

En estos tiempos en que se debate sobre caricaturas resuenan las palabras de Gutiérrez Solana hablando de Daumier: » Este caricaturista – dice – es uno de los mas grandes artistas franceses; es el mas creador y literario, es el Balzac del lápiz; pero la mayoría de las veces lo supera por ser mas conciso. Por sus dibujos va desfilando toda la vida francesa de su época : los mercados cuando se abren, las limpiezas de Paris casi al amanecer, los trasnochadores, las escenas callejeras, el organillero, el carnicero, los políticos, los burgueses, la vida del teatro.

 

Daumier-oonn-oldbookilustrations com

 

Unas veces exagerado, otras deforme; pero siempre grande y humano. Yo le veo con su cara rasurada, envuelto en su abrigo, con sus melenas blancas y rebeldes bajo las alas de su enorme sombrero de copa, su traje algo aviejado, con su cartera debajo del brazo, llena de dibujos inmortales, camino de su casa; ya anciano, cargado de hombros y cansado, después de una noche de insomnio y trabajo en una redacción de un periódico de Paris, entrar en una modesta casa, donde una portera, casi centenaria, acaba de abrir el portal y empieza a hacer la limpieza. Daumier habla bondadosamente con ella, se interesa por su salud y comienza la subida de una interminable escalera. Ya, por fin, llega el gran artista, busca en el bolsillo del paletó la llave, la introduce en la cerradura con el pulso algo temblón, y después de cruzar un pasillo lleno de cuadros – unos con cristal y otros clavados

 

Daumier-nnyy- oldbookillustrations com

 

con chinches -, llega a una pequeña habitación, deja la cartera sobre una mesa, se desnuda rápidamente y se mete en la cama. Un gato negro, que es el único que le espera, salta sobre el y se acurruca a sus pies. Daumier le llama por su nombre y le acaricia las orejas; luego, se duerme».

 

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(Imágenes .- dibujos de Daumier -oldbookillustrations. com)

 

VIEJO MADRID (51) : LOS MERCADOS

vida cotidiana.-56gg.-comer.-Boris Kustodiev.-1920

 

«Este mercado es todo de hierro; por dentro es muy alegre: a la puerta, las verduleras ofrecen ajos, hierbabuena para las lombrices, y de las que venden las verduras dentro del mercado – dice Gutiérrez Solana -, algunas se adornan coquetonamente el pelo con hojas de perejil o un manojito de rábanos.

Entre los sacos húmedos de unas banastas se ven los cangrejos, unos montados sobre otros, luchando por salirse; también venden galápagos y tortugas, que se comen los insectos de la casa, y concluyen por dormirse debajo de los armarios, desapareciendo a la vista durante todo el invierno.

Sobre algunas paredes del espacioso mercado hay montañas de ajos y cebollas que despiden un olor penetrante. Después de levantarnos de la cama parece que al olfatear sentimos más penetrantes los olores de las carnes, de los pescados, de las frutas y de las verduras. El sol naciente ilumina las carnes y las da una transparencia en su oquedad: las vemos al rojo vivo, como si se incendiasen.

 

mercados.ynnggi- Madrid- Mercado de la Cebada- mil novecientos treinta y cinco

 

Solana, en su «Madrid callejero», nos va dando una vuelta por los puestos. » En los balconcillos abiertos que dan a los sótanos, abarrotados de talegos y montones de verduras, aparecen desde arriba como los sótanos de un barco; alrededor de las verjas de estos balconcillos cuelgan muchos cabritos, corderos, conejos y animales domésticos; de las altas persianas de los muros, para que se airee bien este mercado, entran las ráfagas de sutil polvillo de los rayos de sol, y se posa, iluminando la enorme cantidad de banastas llenas de verduras, donde resalta el

 

vida corriente.- comer.- Feliz Vallotton.- naturaleza muerta con pimientos en una mesa blanca,. 1915

 

color verde de las lechugas al lado del verde ceniza de los repollos y coliflores y el tornasolado de la piel de las cebollas y el morado de las remolachas junto al detonante amarillo y rojo de las naranjas.

En estos puestos, numerados, de la carne y el pescado, con la embocadura de sus muestras, que son cuadros pintados al óleo por pintores zapateros, los cajones muestran pinturas muy curiosas: un choricero, cargado de jamones y embutidos, en un fondo de paisaje de aldea, y sus vacas paciendo en un campo muy verde; en

 

mercados-yybb-mercadillo en la Corredera Baja de Aan Pablo- urbancidades wordpress

 

los puestos del pescado aparecen los besugos y los barriles, y las anguilas, desproporcionadas, como enormes serpientes; los bonitos, con cara de persona y gigantescos como ballenas, y los besugos, del tamaño de tiburones; el puerto es muy infantil: pasean señoras con polisón y sombrillas enanas; en el mar,

 

comer.- 8866g.- pescado.- Francois Barraud.- 1932

 

encrespado, se ven  barcos, de vapor y de vela, que echan mucho humo; por una carretera baja un tren y un automóvil, y en el cielo se eleva un globo, que se cruza con un aeroplano; cuelgan de esta muestra las tiras, amarillas y secas, de los

 

mercados-nnyyb- Mercado de la Cebada- fuenterrebollo com

 

congrios; fuera de este mercado, en la calle, le rodean muchos puestos y tenderetes de telas, hortalizas y frutas, y de los palos que sostienen estos tinglados bajan los pesos de acero sobre las banastas y talego; en los encerados negros, de

 

comer-vvgu-Edouard Manet

 

muestra, están escritos con tiza blanca los precios; las verduleras, sentadas en las banastas o de pie, tienen las manos metidas en las toquillas grises, encarnadas o negras, o en los mantones que llevan rodeados a la cintura; en la cabeza lucen el pañuelo, en pico, atado a la frente: los gallos y gallinas, metidos en sus jaulas, cacarean mucho, y son contestados por el penetrante kikiriki que lanzan otros gallos; parece que estamos en un pueblo.»

 

mercados-ynnn-mercadillo de la calle Santa Isabel, junto al cine Doré- urbancidaes wordpress

 

(Imágenes.-1- Boris Kustodiev– 1920/2.-mercado de la Cebada- 1935/ 3-.Felix Vallotton-1915/ 4.-mercadillo en la Corredera Baja de San Pablo- urbanicida wordpress/ 5–Francois Barraud-1932/6-mercado de la Cebada-fuenterroblo. com/ 7. Edouard Manet- 1915/8.-mercadillo de la calle Santa Isabel, junto al cine Doré- urbanicida wordpress)

CENTENARIA GRAN VÍA DE MADRID (2) : CANSINOS ASSENS, SOLANA, ANTONIO LÓPEZ

Cuando se está pintando una calleconfesaba Antonio López -, lo que estás viendo es tan extraordinariamente impresionante que a mí, desde luego, me cuesta muchísimo trasladar una parte de aquello. Eso es lo que me hace tardar tanto. Yo no puedo resolver todo ese espectáculo con rapidez“. Esta Gran Vía desierta, de una soledad minuciosa, de un silencio total, pintada amorosamente por Antonio López entre 1974 y 1981, había sido cantada en tono pesimista por otro pintor-escritor, José Gutiérrez Solana, en 1923, en su «Madrid callejero«: » A las antiguas calles- decía – ha sucedido esta nueva red, llena de edificios a la moderna, petulantes, todos muy blancos, estilo catalán  y en los que no se ve ni por asomo un poco de arte y personalidad; los pisos se anuncian hoy en día: todo confort y personalidad. Las tiendas son del mismo estilo pretencioso que las casas: gran derroche de luz, en que se muestran sobre maniquíes de cera, ropas de bazar, pretenciosas y de gusto burgués; escaparates con objetos de caza, muchas escopetas, pistolas (…) Grandes escaparates con pianolas, gramófonos, música mecánica, alternando con fotografías y autógrafos de divos más o menos melenudos; fondas, pensiones, manicuras y círculos y cafés exhibicionistas y, sobre todo, los restaurantes, muy frecuentados por las tardes y en los que se baila con música de negro (…) Ahora que el primer trozo de la Gran Vía está ya terminado, sentimos todos, como un vago temor, la inutilidad de esta obra».

Pero Antonio López, alejado de tantos pesimismos, entregado a un hiperrealismo casi fotográfico, espera pincel en mano que los silencios acudan cuando las gentes se retiran y las aceras prestan a la soledad su escenario. Retoca, rehace, corrige el silencio. Sabe que el silencio se cubrirá enseguida con el vocerío de vehículos y el pasar de frases quebradas, pero el oleo sobre lienzo de la soledad le lleva largos años de trabajo. Es la Gran Vía que quedará en pintura, la Gran Vía que nadie ve puesto que la multitud duerme. Es la Gran Vía que otro escritor, también con tintes poco optimistas, saludará con cierto escepticismo. «La Gran Vía, el sueño de los madrileños -dice Cansinos Assens en «La novela de un literato» -, va a ser al fin una realidad. Ya la piqueta ha empezado su labor demoledora y esas viejas y tortuosas calles de Jacometrezo, Horno de la Mata, Carbón, etcétera, son ya totalmente o en parte montones de escombros, por los que en la noche merodean perros vagabundos. Todo ese antiguo barrio de casas de huéspedes, para estudiantes, de prostíbulos y chirlatas, refugio de vidas miserables y  truncadas, de viejas viviendas llenas de chinches y cucarachas, sin luz y sin aire, con toda la suciedad y falta de higiene del Madrid fin de siglo, es ya una ruina lamentable como los seres que albergaba. En su solar, los arquitectos ha trazado los contornos de la proyectada Gran Vía, ancha y espaciosa, que por el momento no es sino una larga fila de zanjas profundas y siniestras como osarios…».

El pintor mientras tanto deja que la mujer pase para pintar bien la Gran Vía y Antonio López deja que pasen la mujer y el pintor para pintar bien el silencio.

(En el centenario de la Gran Vía de Madrid: 1910-2010)

(Imágenes:-1.-» Gran Vía».-Antonio López.-1974-1981/.-2.-«Gran Vía». Clavel-Antonio López.-1977-1990-/3.-«Gran Vía».-Archivo AGA.-elmundo.es)