ESCRIBIR QUE NO ESCRIBO

 

 

“Ahora mismo no estoy escribiendo. Es decir, estoy escribiendo aquí y ahora que no estoy escribiendo, porque me molesta el hecho de no escribir. Pero si nada tengo que escribir, no hay vuelta que darle. ¿Por qué no puedo esperar con paciencia hasta tener algo? ¿Por qué cuesta tanto esperar?

Porque no hago ninguna otra cosa igual de bien y ninguna otra cosa es igual de buena. Prefiero escribir  a hacer cualquier otra cosa.

Escribir es una tarea ardua que no sume al cuerpo en una actividad satisfactoria y una forma de alivio, sino en la quietud y la tensión. Suele ir acompañada de incertidumbres acerca de los medios disponibles y el resultado, y a menudo responde a la ansiedad. (“ Tengo que terminar esto antes de morir y terminarlo va a matarme”). En cualquier caso, al escribir me sumo en una especie de trance que no es agradable ni ninguna otra cosa. No tiene atributos. Es una inconsciencia del ego. Al escribir soy inconsciente de mi propia existencia o de cualquier existencia salvo en las palabras que suenan y forman ritmos y se conectan y forman sintaxis y la historia que ocurre.

 

 

Cuando no tengo nada que escribir no tengo ningún sitio adonde escapar, ningún remedio, nada que tome el control, ningún poder del que formar parte y ninguna satisfacción. Sólo puedo quedarme aquí con mi vejez y mis preocupaciones y confusiones y el miedo a que nada tenga sentido. Echo de menos y deseo el hilo de palabras que atraviesa el día y la noche y me conduce por el laberinto de los años. Quiero contar una historia. ¿Cómo conseguirla?

(…) Si quiero escribir y no tengo nada que escribir, me siento en efecto bloqueada, o más bien atragantada: llena de energía, pero sin nada en que emplearla, con pleno conocimiento de mi oficio, pero sin saber qué uso darle. (…) Es mejor quedarse quieta y esperar y escuchar el silencio. Es mejor  hacer alguna clase de labor que obligue al cuerpo a seguir un ritmo, sin ocupar la mente con palabras.

Llamo a esa espera “tratar de oir la voz”. Siempre ha sido eso, una voz. Pero es algo más que una voz. Es un saber del cuerpo. El cuerpo es la historia; la voz la cuenta.”

Ursula K. Le Guin “Cuerpo viejo que no escribe”  (artículo para el New York Times) (“ Contar es escuchar”-(Círculo de Tiza)

 

 

(Imágenes-1-Kin- ya -huang- 2007- artnet/ 2- Gerhard Richter- 1982- museo de Baden Baden/ 3- Georgia O ‘ Keeffe)

LO BELLO Y LO BUENO

figuras.-CC4.-por Osang Gwon.-2002.-Arario Gallery.-Beigjing.-Seoul.-Korea.

«La esencia de lo bello. Según mi parecer – le decía el gran historiador del arte norteamericano Bernard Berenson al periodista Umberto Morra -, si se procede indagando, en el fondo de lo bello se encuentra lo bueno, como en el fondo de lo bueno se encuentra lo bello: es una fusión que forma el sentido del destino humano; bello (y bueno) lo que no se contradice, sino que ayuda y acompaña al destino humano, un quid que tiene, por lo tanto, en sí algo heroico y trágico. También la gente común siente este deseo; por lo tanto, lo bello es una cosa eminentemente deseable. Pero la gente está también lista a equivocarse y a correr tras falsos mensajes de belleza; obras falsamente míticas que parecen empapadas de un gran impulso heroico y plenas de destino: éstas son las más fácilmente traducibles».

Todo esto se lo decía Berenson a Morra ( «Coloquio con Berenson«) (Fondo de Cultura) en agosto de 1932, paseando por I Tatti, la villa situada en las colinas de Florencia, pero sobre todo paseando por las reflexiones del arte, como habían paseado también por otras avenidas parecidas el portugués Francisco de Holanda, en Romacon Miguel Ángel, Eckermann con Goethe, James Bosswell con el doctor Samuel Johnson y como lo haría el fotógrafo Brassaï con Picasso, el director de orquesta Robert Craft con Stravinski, Janouch con Kafka, Goldenveizer con Tolstoi o Émile Bernard con Cézanne, por citar algunas grandes conversaciones.

Tales conversaciones y tales palabras eran recogidas en la memoria o en el cuaderno de quienes escuchaban y en esas improvisadas lecciones de sabiduría, confesiones de destilada experiencia, parecía como si el arte, la filosofía y la historia se remansaran y el pensamiento entregara, a cada paso, la síntesis de una meditación.

figuras.-5519k.-foto por Jin-Ya Huang.-2007.-Sous les etoiles gallery.-New York.-photografie artnet

«Leer las cosas nuevas con el solo objeto de «estar al corriente» – le decía también Berenson a Morra en 1931 – es uno de los pecados contra el espíritu. A las cosas nuevas no hay que dedicarles más que la décima parte del propio tiempo y una parte mínima de la propia energía (que es siempre inferior a lo que esperamos) ¿Qué es esta «corriente»? Es un minúsculo río casi subterráneo que aparece en pocos salones; y hay corrientes, o mejor, hay una corriente más verdadera que aquella en que se piensa refiriéndose a la moda. Los periódicos, sí, los lee uno por las «cosas nuevas» que anuncian, pero es una lectura que cuesta poco trabajo especialmente a quien, como yo, tiene una práctica de cinco mil años de crónicas escritas».

Es esa gran cuestión de la reelectura de las cosas esenciales y la lectura esencial de cuantas cosas importantes nos quedan por leer, sin dejar por ello de atender a ciertas novedades.  Es el paseo bajo los árboles de la cultura,  confidencias de un amigo del espíritu.

(Imágenes: 1.-«Black hole».- Osang Gwon.-2000.-Arario Gallery.-Beijing.- Seoul- Korea.-artnet/2.»Guyver, dptych 2007″-.Jin-Ya Huang.–Sous Les Etoiles Gallery.-New York.-artnet)