
(…) La cerveza es agradable al olfato, resulta un placer para el paladar; su textura y su alegre tono verdoso son una delicia para la vista; es una caricia para el cerebro y el corazón, y además ( para deleite de todos los sentidos) incita al hombre a la risa y al canto, es un placer para el oído. Beberla reconforta la mente preocupada, le procura la risa a una viuda desconsolada, haciéndole olvidar la tristeza por su difunto marido…Hace decidir al pretendiente tímido, calienta la sangre fría de los ancianos, hace hablar al hombre por encima de sus propias capacidades o de su comprensión, y es amiga de las musas… Con ella el músico se vuelve eufórico y el poeta crea rimas sin sentido. Repara la palidez del rostro, otorga elocuencia al orador, profundidad al filósofo, erudición al estudiante, y agudeza y sensibilidad al abogado (…) Es una gran amiga de la verdad, por lo que los que la beben con este propósito revelan lo que saben, si no se trata de un secreto que debe ser guardado. Es un emblema de la justicia porque procura la mesura. Infunde coraje al cobarde para luchar y jactarse. Cierra muchos buenos negocios. El físico la elogia y el abogado la defiende. No hace daño ni mata sino a los que de ella abusan sin medida. Es beneficiosa para los que la beben comedidamente. Es tan buena como un par de anteojos para la vista de un viejo cura. En definitiva, resulta un gran alimento para la humanidad que aunque mi boca fuera tan grande como el portal de una catedral, mi pluma tan larga como el mes de mayo y la tinta una cascada o un estanque, no podría con boca, pluma y tinta decir o escribir sus virtudes.”
John Taylor— “Elogio de la cerveza” (Londres, siglo XVll) – “ La cerveza, los bares, la poesía”
(Imágenes—1-George Hainz -naturaleza muerta con vaso de cerveza y panecillos- 1665/ 2-tablilla de arcilla encontrada en el sur de Irak con grabaciones sobre las raciones de cerveza que deben repartir al emperador – brithis museum)

«La fragua del hombre está en el cerebro – dijo Ganivet -, y el fuelle es la palabra. El cerebro es un antro desconocido; pero la palabra depende de nuestra voluntad, y por medio de la palabra podemos influir en nuestro cerebro. La transformación de la humanidad se opera mediante invenciones intelectuales, que más tarde se convierten en hechos reales. Se inicia una nueva idea, y esta idea, que al principio pugna con la realidad, comienza a florecer y a fructificar y a crear un nuevo concepto de la vida. Y al cabo de algún tiempo la idea está humanizada, triunfa, impera y destruye de rechazo la que le precedió. También el hombre se transforma a sí mismo expresando en alta voz ideas, que al principio son conceptos puramente intelectuales, y luego, por reflexión, se convierten en pauta de la vida; porque la realización material de una idea exige la previa realización ideal. Cuando no se tienen ideas la palabra es inútil y aun nociva. (…) La palabra que anuncia una idea es utilísima, porque es el primer paso para realizarla.
Al principio nos parece la idea imposible o absurda; después de anunciada nos va pareciendo posible y natural, aunque superior a nuestras fuerzas; por último, nuestras fuerzas se excitan, se ponen a la altura del propósito, y a veces lo superan. Una arenga impetuosa decide el triunfo de una batalla. Una palabra empeñada lleva a un hombre a acometer empresas superiores a sus propios intentos. Un hombre tenaz, animado por una idea claramente concebida y expresada, triunfa siempre, aunque luche contra él la sociedad entera».
, en los escalofríos de las Bolsas, en la avidez especuladora, en la humareda de Irak, de Gaza o de Afganistán. La palabra sale a la conquista del cambio de las cosas y las cosas aguardan en las trincheras de todos los días, inmóviles ante cualquier palabra que intente dominarlas. Las cosas esperan a ver cómo se mueve la palabra y la palabra se cree segura de poder remover todas las cosas.