ENCONTRAR A ADRIANO

 

 

Se acaba de encontrar un busto de Adriano en Sevilla y esos encuentros sorprendentes me llevan a repasar otros encuentros diversos , como el de Marguerite Yourcenar con su “Adriano”, cuyas Memorias se deslizaron en un largo y célebre monólogo. “Escribí “Adriano” de noche — recordaba la autora —. Recurrí también a la escritura automática, pero a la mañana siguiente quemaba  esas páginas. En mi opinión, cuando se escribe sobre un personaje de novela, se debe saber sobre éste mucho más de lo que se dice. Es la comparación tan gastada  de la  punta del iceberg. En cuanto a Adriano, por ejemplo, están todos los años de juventud, los años de guerra, los años de ambición, en el curso de los cuales se esfuerza por convertirse sucesivamente en oficial del estado mayor de Trajano, cónsul, gobernador… No sabemos casi nada más. Sin embargo, se debe intentar saber todo, recrear todo a través de los documentos de la época, y el curriculum vitae de otros funcionarios importantes; se debe estar capacitado para poder decir todo.  Se tiene el curriculum vitae de Adriano, se conocen los nombres de algunos de sus amigos; se conoce algo de su grupo en Roma, su vida personal. Entonces, intenté reconstruir todo eso, a partir de los documentos, pero esforzándome por reavivarlos; mientras no se hace entrar toda la propia intensidad en un documento, cualquiera que sea, éste está muerto. La composición me ocupó tres años. Cuando se toma la decisión todo va muy rápido. Tres años de trabajo continuo, de no hacer más que eso, de vivir en simbiosis con el personaje, hasta el punto de comprender a veces que mentía, y dejarlo mentir.”

Y luego está el tema de la ‘voz”.  Hallar la voz desde donde hay que narrar, desechar otras fórmulas. Hallar la “voz” de este personaje es encontrarse al fin con Adriano.

 

 

(Imágenes — 1- Marguerite Yourcenar/ 2-vista de Roma -constante moyaux – 1883)

LEONARDO SCIASCIA : VERDAD Y LITERATURA

«El escritor representa la verdad, la verdadera literatura se distingue solo de la falsa por el inefable sentido de la verdad» – decía Leonardo Sciascia en « Sicilia como metáfora«, un libro-entrevista en que confiaba su pensamiento-. «La única forma de la verdad es aquella del arte. El escritor no es por esto un filósofo ni un historiador, sino tan solo alguno que toma intuitivamente la verdad». ¿Dónde estaba entonces la verdad cuando el 14 de julio de 1933 el escritor francés Raymond Roussel fallecía en la habitación 224 del Gran Hotel de Palermo? ¿ Qué había ocurrido realmente allí y, sobre todo, por qué había ocurrido?. «La mañana en la que debía dejar su hotel para una cura de desintoxicación – cuenta Michael Foucault en el prólogo a la obra de Roussel «Como escribí algunos libros míos» (Tusquets) – lo encuentran muerto. Pese a su debilidad, que era extrema, se había arrastrado con su colchón hasta la puerta de comunicación que daba a la habitación de Charlotte Dufresne. Esta puerta siempre estuvo abierta; pero fue encontrada cerrada con llave. La llave, el cerrojo y esta abertura cerrada, formaron, en este instante y sin duda para siempre, un triángulo enigmático«.

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Más que describir ese triángulo enigmático, lo que intentará desvelar el gran escritor siciliano Leonardo Sciascia en 1971 con “Actas relativas a la muerte de Raymond Roussel” (Gallo Nero) será la revelación del nudo de la verdad. Investiga y expone los documentos policiales sobre el caso, papeles casi mudos ante una lectura pasiva pero que hablan en cuanto son reescritos y muestran así su oculta significación.”Puede que esos puntos oscuros que brotan de los documentos, de los recuerdos, – escribe Sciascia al final de ese libro -, parecían, en la inmediatez de los hechos, totalmente probables y explicables. Los hechos de la vida siempre se vuelven más complejos y oscuros, más ambiguos y equívocos, o sea, tal y como verdaderamente son, cuando se los escribe  – o sea, cuando de “actas relativas” pasan a ser, por así decirlo, “actas absolutas“. Lo hará Sciascia en varias ocasiones y en diversas obras suyas. A través del descubrimiento de archivos periodísticos o literarios procurará restituir una verdad, ya que el escritor siciliano tiene la convicción de que la literatura es la forma más absoluta que puede asumir la verdad. Para Sciascia las cosas son según la literatura y no al revés. «Cuando me dicen -señalaba – que lo que yo he escrito aguantará esos tres meses que suele durar de media un libro de ahora, estoy absolutamente satisfecho. Precisamente creo que en esos tres meses lo que escribo le servirá a un cierto público (…) no hablo del interés de la crítica (…) el público de lectores, de la gente que va a la librería a comprar el libro y se lo lee y, a menudo, me escribe. Ese público me interesa enormemente, más que cualquier otra cosa».

Tuve la fortuna hace dos años de formar parte del tribunal para juzgar una tesis doctoral sobre la novelística de Sciascia y recuerdo de aquel momento una cita destacada, entre muchas otras:

«El mundo de los libros será la única clave posible para penetrar en el libro del mundo«.

(Imagen:-Leonardo Sciascia.-milanocultura.com)