INGRES, LOS OBJETOS, LA MODA

 

Ingres-jui- Señora de Senonnes- museo de Bellas Artes- Nantes

 

Cuando el escritor italiano Roberto Calasso se acerca al retrato de la señora Senonnes pintado por Ingres en 1814 sus ojos precisan que «tras la señora, que parece levantarse sobre un montículo de cojines de seda, se percibe un gran espejo, en donde la vemos reflejada de perfil y casi no la reconocemos. Mientras, el resto queda en una profunda oscuridad como si los cojines en los que se apoya madame de Senonnes cayeran sobre un abismo. El cuerpo femenino presenta toda su evidencia, pero ya los cabellos no se distinguen apenas del espejo, en un negro compacto donde únicamente relucen las piedras de la diadema. Como en una alegoría, el reflejo añade la parte de las tinieblas a la plena luz de la figura».

 

Ingres- nju- señora de Moitessier- mil ochocientos cincuenta y seis- National Gallery- Londres

 

Son los detalles, los objetos, también la moda. «Ingres pinta el botón de una levita– comentará otra figura italiana, Bucarelli – y lo pinta ovalado porque así se ofrece, en perspectiva, a la percepción; pero se prohíbe reflexionar y hacer reflexionar que en realidad el botón es redondo y parece ovalado por su posición en el contexto (…) O también pinta el aplique dorado de un mueble imperio, los flecos de una alfombra, los bordados de un chal: los ejecuta con pocos reflejos de luz o pocas notas de color sobre un tono de fondo, sin describir nada; y sin embargo consigue dar a esos objetos una verdad aguda paralizante.»  De Ingres se ha dicho que su ojo se fija en el pormenor más que en el conjunto, dando un relieve muy fotográfico a los contornos. «Hay que hacer desaparecer las huellas de la facilidad –confesaba el pintor-; no son los medios empleados, sino los resultados los que deben aparecer».

 

Ingres-njo- condesa de Haussonville- mil ochocientos cuarenta y cinco-The Frick Collection- Nueva York

 

Ahora, la actual exposición en el museo del Prado nos lanza también al testimonio de Ingres respecto a la moda. Los novelistas y los pintores han ido dejando las huellas de cada sociedad sembrándolas en sus obras de ropajes, decorándolas en habitaciones precisas, representadas en diálogos y revelando costumbres. En el capítulo sobre la Europa napoleónica del interesante volumen «Historia del  mundo y del arte en Occidente» de Calvo Serraller y Juan Pablo Fusi, el pintor Ingres es recordado por su talento como retratista de mujeres, que jamás tuvo el menor desmayo a lo largo de su prolongada trayectoria (…) y cuando se dedica en otras obras a la plasmación de los minúsculos detalles – dice Calvo Serraller – se observan los exquisitos alambicados pliegues de los ropajes , el turbador carmesí de una zapatilla que se posa al desgaire, en el suelo…, y las tonalidades blancas, agrisadas, verdosas y beige de las sábanas, cortinas y lienzos colgantes.

 

Ingres-bhiu- señora de Riviere- mil ochocientos cinco- museo del Louvre

 

Todo ese mundo del siglo de Ingres, con los vestidos femeninos cuyas mangas continuaban agrandándose, donde los peinados de las damas se adornaban con flores, plumas o peinetas, donde los turbantes en las cabezas se hacían tan anchos que se convirtieron en auténticos sombreros (hasta el punto que el cronista Croker se quejaba de que, sentado a la mesa, en una comida, el tamaño de los sombreros de las damas sentadas a su lado le impedían ver su propio plato), donde las mujeres llevaban muchas joyas como cruces, brazaletes de oro, broches de mosaico, camafeos y cadenas de oro de las que colgaban pequeños frascos de perfume…, todo eso los novelistas y los pintores lo observan y retratan. Objetos, modas, detalles de cada época que huye en el tiempo y que se contemplará luego y se admirará en libros y en museos.

 

Ingres-nnuj- princesa Albert de Broglie- mil ochocientos cincuenta y tres- Museo metropolitano de arte

 

 

(Imágenes.-1.-señora de Senonnes- museo de Bellas Artes de Nantes/ 2.-señora de Moitessier- 1856- National Gallery- Londres/ 3.-condesa de Hausonville- 1845- The Frik collection- Nueva York/ 4.-señora de Riviere- 1805- museo del Louvre/ 5-  princesa Albert de Broglie- 1853-museo metropolitano de arte)

RECUERDO DE MI PADRE (2)

mujer.-216.-por Henri Matisse.-1920.-Andrew Weiss Gallery.-photografie.-artnet«Y tu mano, esta es tu mano, papá. Retengo estas venas azules, estas manchitas en la piel de tu edad, estas pecas del tiempo, tu piel arrugada, tu vello. Con este dedo índice y con este pulgar de tu mano derecha apretabas la pluma y te deslizabas preciso por el papel. Con esta palma resbalabas suavemente sobre la hoja y yo te oía en silencio. Te he mirado muchas veces desde el pasillo cuando leías en tu despacho, te he mirado muchas veces en el jardín cuando escribías. Leías, escribías. Yo intentaba pintar. No llegué a a ser pintora, me dediqué a dar clases de dibujo. Ahora dibujo en el tiempo esta mano tuya como si lo hiciera sobre papel vegetal, como si te dibujara a tinta china no sólo esta mano sino todo lo que hemos vivido. Tu muñeca. Tu falange. Este hueso del carpo, el metacarpo. Todo eso lo dibujo. Tenías ahí, papá, en el músculo de tu dedo medio, casi en la uña, un montículo o un callo pequeñito formado de tanto apretar la pluma durante años. Una deformación profesional. Cualquier manicura te lo delataría, mamá lo comoce, lo sabes tú. Con esa presión de la pluma tú te esforzabas en la facilidad. Cuando yo estudiaba a Ingres, ¿lo recuerdas?, el pintor me decía en sus «Apuntes«: «Hay que hacer desaparecer las huellas de la facilidad; no son los medios empleados, sino los resultados los que deben aparecer». De eso tuve que examinarme. Eso también has hecho tú. Te he visto durante años escudriñando la dificultad de los textos hasta alcanzar la facilidad. Enarbolabas con sencillez la punta de la facilidad en tu pluma como se levanta un tesoro desde un papel en blanco. «Voy a entrar en el túnel», me decías. Yo te entendía. Entrabas en tu túnel de palabras sin saber a dónde te llevarían las oraciones, a dónde irías entre los bosques de párrafos y parágrafos. Encontrabas la luz de la idea al fin del bosque, es decir, al fin de las horas de trabajo. A veces no la encontrabas y seguías caminando. Yo te entendía porque he hecho lo mismo entre las tizas coloreadas y los lápices rojos, con mis trazos de yesos negros sobre fondo azul. Tú me enseñaste lo que es un apunte, ese toque ligero y apenas esbozado con pluma o con lápiz pinchando el globo de la idea en el aire y bajándola hasta el suelo del papel. Eso es un apunte, me explicabas. Hay que estar muy atento a las ideas, hija, me decías, y fijarlas enseguida con la disciplina, que ella es también creación. Hay que trabajar la imaginación sobre un horario, pulir, barnizar, extender bien, suavemente, la imaginación sobre el papel. Papel verjurado blanco. Papel teñido a verde claro. Papel de color agarbanzado. Papel grueso color beige. Papeles. Hojas. Cartapacios. Cartulinas. El papel recibía toques de tiza blanca para luces, aguardaba la profundidad y la perspectiva, era encendido por los colores, pero sobre todo aguardaba el trabajo. Había que arar sobre un papel árido, arar en un día soleado o lluvioso, con buen o con mal humor, arar, siempre arar. Tú sembrabas tus escritos con verbos y sustantivos y yo con trazos nítidos; tú podabas adjetivos y yo sombras, así siempre nos comprendimos. El despojamiento, papá, la desnudez, la soledad. Nos sentábamos en un sofá, ¿recuerdas?, bajo un gran dibujo académico. Nos rodeaba el blanco de plata de la tarde, un amarillo de árboles y el verde esmeralda de los bancos del parque. Oíamos jugar a unos niños en el jardín. Entonces charlábamos. Yo te hablaba de lápices y acuarelas y tú me hablabas de poesía, tú me hablabas de anécdotas y yo te hablaba de mis minas de plomo y de mis carboncillos. Nos reíamos, sí, nos reíamos y lo pasábamos muy bien».

José Julio Perlado: del libro «Vida contemporánea» (relato inédito)

(Imagen: retrato de mujer.-Henri Matisse.-1920.-Andrew Weiss Gallery.-  Beverly Hilss, USA -artnet)