HÉRCULES POIROT

 

“Se cumplen ahora los cien años de la aparición del detective Hércules Poirot. Asomó su figura en la novela “El misterioso caso de Styles” que a juicio de Julián Symons en su “Historia del relato policial”, no es de las mejores novelas de Agatha Christie. “ Presenta  en ella un detective muy relevante, Hércules Poirot, cuyo aspecto físico sorprende por su parecido con Humpty Dupty pero con bigote, y también un Watson, extremadamente necio en la persona del capitán  Hastings. Su autora puso de relieve unas dotes especiales para el diálogo ligero, agradable y convincente, aparte de que la trama estaba construida con firmeza y    coherencia.  La originalidad del libro de Agatha Christie es que el enigma que plantea la historia no es más que enigma, sin dejar espacio para una vinculación emotiva con los personajes. Pero el primer libro de Christie es notable, porque aparece en la era en que la narración detectivesca pasó a considerarse como un enigma puro y complejo, donde  no sólo era innecesario conocer la suerte que pudiera estar reservada a los personajes, sino que había necesidad de conocerla. Éste fue el inicio de lo que con el tiempo se conocería por Edad de Oro.

 

 

Agatha Christie — continúa Symons— fue produciendo, año tras año, diferentes  historias de trama detectivesca  de variado ingenio pero de vitalidad constante.  El engaño que persiste en esas historias de Christie se parece mucho más al juego de manos del prestidigitador. Nos muestra el as de picas, le da la vuelta, pero nosotros seguimos sabiendo dónde está…. Entonces, ¿ cómo ha podido transformarse en el cinco de diamantes?”. Es preciso decir que Cristhie dio maravillosamente en el blanco en lo que respecta a dos objetivos: contar una historia  interesante sobre unos personajes razonablemente plausibles y crear un misterio capaz de despertar una cierta inquietud .”

Respecto a Poirot en sí Fereydoun Hoveyda en su “Historia de la novela policiaca” declara que “éste pequeño detective belga de “magnífico” bigote, me aburre soberanamente.” Boíleau- Narcejac  a su vez señalan que “ si Hércules Poirot habla con frecuencia de las pequeñas células grises, rara vez explica sus procedimientos lógicos. El nombre, tan sólo, de Hércules Poirot produce una impresión penosa. ¡Qué lejos está de Sherlock Holmes este hombrecito vanidoso, desagradable, siempre rechazado!”

Como en tantas otras cosas, opiniones tan diversas como el mundo.

 

 

 

(Imágenes—1-  Londres – Edward Steichen /  2- Agatha Christie/ 3- Londres- Hans Wild -1946)

CRÍMENES Y GASTRONOMÍA

«Poirot agarró con brusco ademán el martillo de azúcar que se encontraba en la biblioteca, lo hizo girar y lo abatió…como si fuera a partir el cráneo de Robin. El gesto había sido tan terrorífico que más de uno exhaló un grito», se lee en «La señora McGinty ha muerto«. Agatha Christie, en uno de sus viajes por el mundo acompañando a su segundo marido, quedó pasmada ante aquel objeto que tenía ante sí sobre la mesa del comedor: un martillo de azúcar adornado con dibujos de pájaros y una cabeza de gamo. Aquello le proporcionó el germen de la acción que en una de sus novelas ejecutaría Hércules Poirot. La gastronomía rodeó a la escritora en muchas ocasiones de su vida. En 1961 la autora de «Muerte en el Nilo»  invitaba así a su casa a una amiga suya: » ¿Quieres venir a las ocho y media? Degustaremos una gran cantidad de caviar. No habrá nada más que café solo, pero es posible que comamos una cantidad de caviar suficiente como para no desear otra cosa. De todas maneras, siempre habrá jamón». En su novela «Después del funeral«, la escritora señala con ironía: «tras el delicioso caldo de pollo y las carnes frías regadas con un excelente vino de Chablis, la atmósfera fúnebre se aligera bastante«.

Agatha Christie fue durante toda su vida una infatigable consumidora de manzanas, una de sus frutas preferidas junto con los melocotones que cultivaba en su propiedad de Greenway House. Fue allí, al cumplir los ochenta años, cuando quiso recibir de manera especial a sus familiares y amigos: » anoche – contaba la escritora al día siguiente -, picnic en la landa con cinco perros y un magnífica cena: aguacates a la vinagreta, langosta con crema, helado de moras y auténticas moras con mucha nata y, ¡oh, qué delicia!, una gran jarra de verdadera nata para mí y champán para los otros...».

Se ha dicho que cierta glotonería en la novelista pudo surgir ya en casa de sus padres, cuando éstos invitaban a cenar a Henry James o Rudyard Kipling. Igualmente se ha escrito que, poco tiempo después de casarse con Archibald  Christie, su primer marido, cuando ella trabajaba como enfermera voluntaria, le intrigaba la presencia de «unas botellitas azules y verdes con etiquetas rojas» que llegaron a inspirarle un poema:

«Se halla el sueño, el reposo, el reflujo de los dolores,

pero también la amenaza, el asesinato y la muerte repentina,

en esos frascos verdes y azules…»

Entre otras numerosas investigaciones se encuentra la tesis de Farmacia «Estudio crítico del uso de los tóxicos en la obra de Agatha Christie«. Son los venenos extraídos de frascos azules y verdes, a veces disueltos en sabrosas recetas de gastronomía. Es el asesinato líquido, apenas desvelado, aquel que sabrán descubrir pacientemente los detectives. Mientras tanto Agatha Christie, levantando su cabeza de la máquina de escribir, parece que nos invitará a desgustar su menú personal.  Su biógrafa nos lo recuerda muy bien: «eran platos simples pero deliciosos: huevos con bacon, pollo frío con mayonesa (una de sus especdialidades), tortilla o tostada con anchoas, algo que sus invitados no olvidaban así como así».

(Pequeña evocación ahora que se comentan los 120 años de Agatha Christie)

(Imágenes:-1-la escritora en su casa.-travelnauta. com/2.-Agatha Christie.-librosgratis)