LA MÚSICA Y LOS SUEÑOS

 

 

“Hace dos años — cuenta Berlioz en sus “Memorias” —, en una época en la que el estado de salud de mi esposa me acarreaba muchos gastos, y aún existía cierta esperanza de que mejorara, una noche soñé que componía una sinfonía, y la oí en mis sueños. A la mañana siguiente, al despertar, oí casi todo el primer movimiento, que era un Allegro en La menor con un compás de dos por cuatro (…) Ya me dirigía a mi escritorio a anotarlo cuando de repente pensé: “ Si lo hago, acabaré componiendo el resto. Hoy en día mis ideas suelen expandirse mucho, y esta sinfonía podría acabar siendo enorme. Me pasaré quizá tres o cuatro meses trabajando (tardé siete en escribir “Romeo y Julieta”), y durante este tiempo no escribiré artículos, o muy pocos, por lo que mis ingresos disminuirán. Cuando la sinfonía esté escrita estaré tan débil que mi copista acabará convenciéndome de que la haga copiar, lo que inmediatamente me hará contraer una deuda de mil o dos mil doscientos francos. Una vez las partes existan, me acosará la tentación de hacer que la obra se interprete. Daré un concierto, cuyos ingresos apenas cubrirán la mitad de los costes, algo inevitable hoy en día. Perderé lo que no tengo y me faltará dinero para cubrir las necesidades de mi esposa impedida, y ya no podré  afrontar mis gastos personales ni el pasaje de mi hijo a bordo del barco en el que pronto partirá.”

 

“Estos pensamientos — seguía diciendo Berlioz — me estremecieron , y tiré la pluma sobre el escritorio, pensando: “¿Y qué? ¡Mañana la habré olvidado!”. Esa noche la sinfonía volvió a aparecer y resonó obstinada en mi cabeza. Oí el Allegro en La menor con bastante claridad. Más aún, me pareció verlo escrito. Me desperté en un estado de excitación febril. Me canté el tema; su forma y su carácter me complacieron sobremanera. Estaba a punto de levantarme.  Entonces regresaron mis pensamientos del día anterior y me contuvieron. Permanecí inmóvil, resistiendo la tentación, aferrándome  a la esperanza de que lo olvidaría. Al final me quedé dormido; y cuando volví a despertarme, todo recuerdo había desaparecido para siempre.”

 

 

(Imágenes— 1- Albert Gleizes/ 2- Thomas Wilmerdewing- 1902/ 3- Berlioz)

UN PALCO EN LA ÓPERA

 

 

Oliver Sacks cuenta en su “Musicofilia”  que él conoció  a un tal Martin que se sabía más de dos mil óperas, así como “El Mesías”, el “Oratorio de Navidad” y todas las cantatas de Bach. “Llevé partituras de algunas de estas obras – dice -, y le puse a prueba lo mejor que pude; no le encontré ningún fallo. Y no eran sólo las melodías lo que recordaba. De tanto escuchar las interpretaciones había aprendido lo que tocaba cada instrumento, lo que cantaba cada voz.”  Pienso que era como permanecer continuamente sentado en un palco, asistiendo incansable al desfile de casi todas las óperas del mundo.

 

 

A finales de la década de 1830, – como evoca Tim Blanning enEl triunfo de la música” -, la condesa de Blessington describió de modo preciso el palco real del San Carlo : “ El palco real  – contó– se encuentra en el centro del teatro y constituye un objeto sumamente sorprendente y decorativo. Sobresale considerablemente, apoyado sobre palmeras doradas y rematado por una gran corona, de la que descienden a los lados unas sólidas colgaduras, aparentemente de metal pintado y dorado, imitando un paño de oro, sostenidas por figuras de la Fama. El interior está revestido de paneles de espejos y forrado con terciopelo carmesí adornado con flecos dorados.”

Y ahora, como si estuviéramos ante un palco histórico casi encima  del tiempo, una exposición en Madrid, en Caixa Forum, nos acerca a las intimidades de la ópera y  sus teatros.  Esos teatros de la ópera a veces han realizado en algunas ciudades viajes insólitos. En la capital de Francia, por ejemplo, – si seguimos los pasos de Eric Hazan en “L’ invention de París” -,  nos encontraremos  con la calle donde está la iglesia de Notre- Dame- des- Victoires, y esa calle conoció tres óperas. Más tarde la ópera emigró hacia 1780  a otro sitio cercano al bulevar de los Italianos y en 1821  la Ópera se alejó algunos metros más, atravesando ese bulevar y fijándose al fin en la gran Ópera del siglo XlX, la mítica sala de Rossini, Donizetti, Berlioz, y en otro sentido, de Balzac y de Manet, para, tiempo después, establecerse en la que hoy conocemos y admiramos. Viajes de  óperas, voces y músicas  y viajes de tantos escenarios.

 

 

(Imágenes- 1- Mary Cassatt- 1878 – Museo de Bellas Artes de Boston/ 2- foto David Leventi – Ópera de Estocolmo / 3- Ópera de París- wikipedia)

BERLIOZ EN PEKÍN

 

 

Al cumplirse en este mes de marzo los 150 años de la muerte de Berlioz acompaño a Alex Ross en su libro “Escucha esto’ que me lleva a compartir con él un concierto de Berlioz en Pekín. “Fue alentador –cuenta Ross– ver a tantos jóvenes en la sala, muchos más de los que se ven en la mayoría de las salas de concierto o los teatros de óperas estadounidenses. En un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional China, bajo la dirección de Michel Plasson, estuve  observando cómo un grupo de adolescentes, pertrechados con  BlackBerrys adornadas con joyas y vestidos con vaqueros A.P.C., además de otros símbolos de los nuevos ricos, se emocionaban con la versión ruidosamente enérgica que ofreció la orquesta de la Sinfonía  Fantástica de Berlioz, dejando de lado sus envíos de mensajes de texto para aplaudir después de cada uno de los movimientos. En general, los oyentes se comportaron de un modo más informal de lo que yo estaba acostumbrado: algunas personas mayores, siguiendo la etiqueta más relajada de la Ópera de Pekín hablaban entre ellas, señalaban al escenario o leían el periódico. El barullo impedía a veces concentrarse – los acomodadores fracasaban en buena medida en su intento de impedir que se hicieran fotos o vídeos – , pero todo ello resultaba refrescante en comparación con la afectada solemnidad que invade las salas de concierto occidentales. La música no se daba por sentada; Berlioz aún tenía la capacidad de conmocionar.”

 

 

Muy posiblemente Berlioz se habría emocionado con ese espectáculo. Su vida había estado atravesada por muchos vaivenes. En sus “Memorias” cuenta cómo en 1834, pulía su “Benvenuto Cellini” : “Yo había tardado demasiado tiempo en escribir la música de “Benvenuto” y, sin la ayuda de un amigo, no hubiese podido terminarla en el plazo fijado. Hay que estar libre de  todo otro trabajo para escribir una ópera, es decir, hay que tener asegurada la existencia durante más o menos tiempo. Por entonces yo estaba muy lejos de verme en ese caso. Vivía al día de los artículos que publicaba en diferentes periódicos, cuya redacción me ocupaba casi exclusivamente.

 

 

En el primer acceso de fiebre que la idea produjo en mí, traté de consagrar dos meses a mi partitura, pero la implacable necesidad material vino pronto a arrancarme de la mano la pluma del compositor para poner a la fuerza en ella la del crítico. Fue un tormento indescriptible que acepté sin vacilar, pues tenía una mujer y un hijo a los que no podía dejar que careciesen de lo necesario.”

Vicisitudes que cruzan la vida cotidiana de los artistas. De ellas se aprende y sin ese aprendizaje de los vaivenes no llegarían quizá las certezas creadoras, y también los triunfos y los aplausos.

 

(Imágenes -1- Berlioz – BBC/ 2-Sinfonía Fantástica – YouTube/ 3-Sinfonía Fantástica- Palau de la müsica/ 4- Sinfonía Fantástica – YouTube)

SOBRE LA GUITARRA

música.-55gyy.-guitarra.- Alexander Eckener.-1933

«Las dos manos en la guitarra – aconsejaba Andrés Segovia – son igualmente importantes. La mano debe ser, al mismo tiempo, como líquida, enérgica y fuerte. Las uñas han de ser a un tiempo resistentes y blandas. Duras, para que no se rompan o desconchen, y blandas, para que la calidad del sonido no sea demasiado ácida. Tocar con las yemas es reducir la guitarra a un solo color. En los acordes fuertes hay que tirar de las cuerdas, y eso produce unos chasquidos que nada tienen que ver con los sonidos que se buscan.»

La desaparición hace menos de dos meses de  Paco de Lucía ha llevado a muchos medios de comunicación a hablar nuevamente de la guitarra. Regino Sainz de la Maza, en su ensayo «Historia de la música para guitarra» con motivo de los tres conciertos que se celebraron en el Ateneo de Madrid en abril de 1955, recordaba cómo la guitarra ha estado muy unida a grandes músicos.

música.- r77yy.-guitarra.- joven con guitarra.- 1910.- escuela catalana.- klassiskgitar.net

«Paganini, por ejemplo – decía– , acompañando a cierto Rafael que tocaba la mandolina, hacía sonar su guitarra de manera eminente, usando de acordes de gran dificultad y de arpegios bellísimos, valiéndose de una digitación completamente personal (…) La guitarra de Paganini pasó a manos de Berlioz y hoy se conserva en el Museo del Conservatorio de París. Es un instrumento insigne, construido por el luthier Grobert- Mirecourt en el siglo XlX (…) Berlioz, por su parte, no olvidaba jamás la guitarra en sus viajes, y así se le veía siempre con ella en Subiaco, en los alrededores de Roma, cantando «La Vestale», mientras

música-cfv-Henri Lebasque-guitarra- mil novecientos veintitressu guitarra hacía las veces de orquesta (…) Boccherini percibió igualmente el encanto de la guitarra, que cultivaba con pasión, y así lo revelan los tres quintetos  que escribió en 1778, en los que introduce la guitarra, así como en la última de sus sinfonías, que tiene una parte de guitarra obligada (…)

música.-55rrfn.-Albert Edelfelt.-guitarra.- 1854-1905Igualmente Shönberg, Weber y Stravinsky han utilizado la guitarra en diversas combinaciones instrumentales, y no tan sólo por la rareza de su timbre. Schönberg habla de ella en su «Tratado de armonía» y por otro lado, cuando Falla quiere rendir recuerdo a la memoria de Debussy, es la guitarra el instrumento que elige para cantar sobre su tumba el llanto armónico de las seis cuerdas.»

De todo ello habló y escribió entonces Sainz de la Maza en el Ateneo de Madrid

música.-rr5tt,.- Thomas Eakins.- - guitarra.- 1888

y lógicamente quiso recorrer las grandes figuras de la guitarra, deteniéndose en Fernando Sor en el siglo XVlll y en Francisco Tárrega en el XlX.

música-nnhnn- guitarra-  Jean Antoine Watteau

«Mi labor diaria – confesaba Andrés Segovia sobre su trabajo– consiste en dos horas y media de estudio por la mañana, divididas en dos descansos, cada uno de los cuales después de hora y cuarto de ejercicio. El artista que afirma estar estudiando ocho o diez horas diarias miente o es un burro, porque después de hora y cuarto de trabajo inmenso, los dedos están cansados y la mente también… Por la tarde, igual que por la mañana, con la misma interrupción, después de la cual pueden venir distracciones de muy diferentes especies…

La guitarra está cansada, no yo.»

(Imágenes.-1.-Alexander Eckener– 1933/ 2.-klassiskgitar. net/ 3.-Henri Lebasque- 1923/ 4- Albert Edelfelt/ 5.-Thomas Eakins- 1888/ 6.-Jean Antoine Watteau)

video: Francisco Tárrega.-«Recuerdos de la Alhambra» –Emmanuel Rossfelder)