EN TORNO A SIMENON

A medida que su imagen cambiaba. en el extranjero, o bien es un desconocido o bien se le considera un gran escritor; sólo en Francia hay una línea divisoria que sigue separando al novelista popular (maigret & Co) del novelista literario; cuando se trata de calidad la cantidad está mal vista. Todavía existen algunos críticos miopes — han dicho muchos comentaristas- que no se han percatado de que en la obra-mosaico del Simenon de los últimos veinte años, la frontera entre géneros se había hecho tan porosa que ya no escribía más que «novelas-novelas», tal como las calificaba a todas, llegando incluso a apartar la denominación de origen de «novelas duras». Sin embargo, en las décadas de 1930 y 1940 fue publicado con la prestigiosa cubierta blanca de la NRF; estuvo a punto de ganar el Premio Goncourt en 1937 con “El testamento”; se habló de él con insistencia en los pasillos del comité del Premio nobel en vísperas de la entrega de premios en 1961; fue publicado en la colección La Pléiade en 2003; pero siempre habrá algún irreductible que le mire con malos ojos a causa del origen poco ilustre de su éxito sospechoso. Siempre le reprocharán aquello que a él justamente le llenaba de orgullo: ser un artesano de la novela que no dejaba a nadie el cuidado de controlar hasta el último detalle la divulgación de su obra, para él lo único importante era que la novela quedara depurada de todo lo que no era su propia esencia, el único modo para él de convertirla en el medio de expresión contemporáneo, tal como la tragedia lo fue en los tiempos antiguos. Pero murió sin haber cumplido su sueño de escritor : una gran novela picaresca. Para él, sólo podía tratarse de un largo relato sin pies ni cabeza, con paradas como las que hacemos durante un paseo, personajes que aparecen y desaparecen sin razón aparente, historias secundarias trenzadas entre sí. Pero Simenon se consideraba incapaz de construir un engranaje semejante, pues se había entrenado disciplinadamente para comprimir y limitar su universo.


Simenon se sabía incapaz de resultar divertido. En nada disminuye la admiración que le profesamos constatar que en su obra el humor está totalmente ausente. Pero nos dice tantas cosas sobre nosotros mismos, y este saber puede resultarnos tan útil, que dicha ausencia le será perdonada sin dificultad.


Creemos que todo es siempre igual, pero nunca nada es lo mismo. Georges Simenon no es un autor de novelas policíacas, del mismo modo que Graham Greene y John Le Carré no fueron autores de novelas de espionaje. Son novelistas a secas, y de los más grandes. Cosa que empieza a saberse.— todo esto lo han resumido muy bien los mejores estudiosos y especialistas.


Una obra es un bloque cimentado por una unidad fundamental. La de Simenon no es ni La Comedia humana, ni “Los hombres de buena voluntad.” Por ello debemos felicitarnos cada veinte años por la increíble y singular novedad que contiene esta obra, una de las pocas en lengua francesa ,junto a las de Proust, que todavía dominan el siglo literariamente.

José Julio Perlado

imágenes- wikipedia

EL TERCER HOMBRE

“El tercer hombre” no fue escrito para ser leído sino para ser visto — confesaba Graham Greene—.El relato como muchos asuntos amorosos, comenzó durante un cena y continuó con dolores de cabeza en varios lugares: Viena , Venecia, Ravello, Londres, Santa Mónica.

Supungo que muchos novelistas llevan en la cabeza o en sus cuadernos de notas la idea inicial de una historia que nunca llegan a escribir. A veces, uno puede volver sobre ella al cabo de muchos años y pensar con tristeza qué buena hubiera podido ser en un tiempo ahora muerto definitivamente. Hace mucho tiempo escribí en la solapa de un sobre un párrafo inicial : ”Había dado mi último adiós a Harry hacía una semana cuando depositaban su ataúd en la helada tierra de febrero, de manera que no me lo creí cuando le vi pasar por el Strand, sin un gesto de reconocimiento, entre una muchedumbre de desconocidos.” Al igual que mi protagonista, tampoco yo tenía ni idea de cuál podía ser la explicación, así que cuando Alexander Korda, durante una cena, me pidió que escribiera un guión para Carol Reed lo único que pude ofrecerle fue ese párrafo, aunque lo que Korda quería era una película sobre la ocupación de Viena por parte de las cuatro potencias.”

(Imágenes— 1- Jack Spencer/ 2 – foto Ralph Gilson)