CREADORES

 

Klee- ynu- revolución del viaducto- mil novecientos treinta y siete

 

«En un jardín de infancia, en Berna, llevan a unos niños de cinco o seis años a un picnic. Los ponen delante de un acueducto y les dicen:»¡Dibujad el acueducto!». «¡Dios mío, vaya rollo!» Un niño dibuja el acueducto y a cada pilar le pone unos zapatos; desde entonces – tenía seis años -, todos los acueductos del mundo están en movimiento. Se llamaba Paul Klee. Lo mismo sucede con los cipreses de Van Gogh: ya no hay ni un solo ciprés que no sea una antorcha. Fue él el que se percató de que los cipreses eran antorchas. O bien Mozart, que, cambiando tres acordes a una bonita melodía de Salieri, compone un aria grandiosa.

Esa es la diferencia: yo la conozco – sigue diciendo Steiner en sus reflexiones -, esa diferencia, y se la enseño a mis alumnos. Les digo: «Ojalá pudierais ser creadores, sería mi mayor gozo». En cincuenta y dos años he tenido cuatro alumnos con mucho más talento que yo, mucho más inteligentes, mejores, y esa ha sido mi mayor recompensa.

Tal vez – espero que no – un día haya una neuroquímica de la creación: comprenderemos qué arcos eléctricos del cerebro de un Picasso  hicieron posible la revolución que inició. Hasta ahora – y si nada cambia -, todo eso sigue siendo un misterio».

 

van gogh- bhu- camino con ciprés

 

(Imágenes.- 1.- Paul Klee- revolución del viaducto- 1937/ 2.- Vincent Van Gogh- camino con ciprés)

SOBRE LA SOLEDAD

 

mar.-cyyu.-soledad.-Heinrich Vogeler.-1900

 

«La soledad es la peor clase de sufrimiento. – así lo cuenta un personaje en la «Historia íntima de la humanidad» de Theodore Zeldin No puedo vivir sola. Si mi marido y mis hijos están fuera y me encuentro sola, pierdo los estribos. Soy incapaz de aprovechar la oportunidad de salir sola. La soledad me aterra realmente. Nunca la he padecido, pero siempre he pensado en ella. Tengo dos hermanas; me casé muy joven; siempre ha habido gente a mi alrededor. El peor castigo es encontrarse sola».

Estos días se evoca una vez más el fenómeno de la soledad como nueva epidemia. El pavor ante la soledad, la atracción hacia ella, la necesidad de apartarla y también los frutos creativos que supone rodearse de soledad permanecen entrelazados en constante debate. Zeldin recuerda que una cuarta parte de los estadounidenses (el 26 por ciento) se califican de solitarios crónicos. En Francia, el mismo porcentaje de personas dicen sentirse a menudo solas, mientras que el 54 por ciento afirman haber sufrido de soledad en alguna ocasión.

 

paisajes.-98gg.-soledad.-rodneysmith com

 

Los franceses se han cuestionado con especial profundidad acerca de este punto. Lo que más les preocupa no es vivir solos, pues entre quienes llevan esa vida son tantos los que la aman como los que la odian. Entre la gente casada hay casi tanta soledad como entre la no casada. El 49 por ciento de quienes dicen sentirse solos son mujeres y el 41 por ciento hombres, pero es imposible estar seguro de lo que ocultan ciertas reticencias: en Gran  Bretaña, únicamente el 14 por ciento de los adultos admiten estar solos siquiera una vez al mes .Quienes se mudan de casa más a menudo son, al parecer, los más solitarios; quienes más amigos tienen, ansían tener más. Los médicos añaden que las probabilidades de enfermar de los solitarios se multiplican por diez.

 

ciudades.- soledad.-Edward Hopper,.1921- Museum of American Art- Nuea York

 

Si dice esto Zeldin habría que completarlo con los aspectos sobre ciertas formas de soledad que tan brillantemente ha tratado Steiner y a las que en alguna ocasión he aludido aquí: la soledad como elección; la soledad política (el exilio); quienes fabrican su soledad con propias realidades y mitologías; la soledad por enfermedad y la soledad en el ámbito teológico y transcendente. Cuando Raymond Williams estudió la novela inglesa del XlX quiso titular su libro «Solos en la ciudad» porque efectivamente muchas ciudades aparecen como desiertos por donde caminan seres solos en busca de una pequeña sombra de compañía. «Como salida de sí misma – se lee por ejemplo en «El agente secreto» de Conradse le presentó la visión de una enorme ciudad, una enorme ciudad más poblada que algunos continentes e indiferente por completo a las sonrisas y temblores de los cielos, porque su poder le venía enteramente del hombre; una voraz devoradora de la luz del mundo».

Por esas ciudades inmensas camina silenciosa la soledad, una soledad que a unos aterra y con la que otros conviven.

 

gentes-yggb-soledad- Thalia Flora- Karavia- mil novecientos doce

 

(Imágenes.- 1.-Heinrich Vogeler– 1900/ 2.-Rodney smith com/ 3.-Edward Hopper– 1921- museum of american art New York/ 4.-Thalia Flora Karavia– 1912)

CONFESIONES DEL JOVEN TOLSTOI

 

escritores.-8j87.-León Tolstoi.-russkayaliteratura

 

«Hay que escribir en borrador, sin reflexionar demasiado sobre el lugar y la precisión de expresión de los pensamientos. Copiarlo una segunda vez, suprimiendo todo lo superfluo y otorgándole su verdadero lugar a cada pensamiento. Copiarlo una tercera vez, trabajando sobre la precisión de las expresiones. Evitar los juicios y las descripciones. Evitar todo movimiento o expresión que pueda ofender a los otros…»

Escribe esto Tolstoi el 8 de enero de 1854 en su Diario. Allí  se asoma con frecuencia a su espejo interior y así el 7 de julio confiesa:

«Soy feo, torpe, desaseado y desprovisto de educación mundana. Soy irritable, aburrido para los otros, inmodesto, impaciente y tímido como un niño. Soy casi un ignorante. Lo que sé lo aprendí a duras penas, de manera intermitente, sin ilación, sin sistema y además es muy poco. Soy intemperante, indeciso, inconstante, estúpidamente vanidoso y arrebatado, como toda la gente sin carácter. No soy valiente. Soy negligente en la vida y tan perezoso que la ociosidad se ha vuelto en mi casa una costumbre insuperable. Soy inteligente, pero mi inteligencia todavía no ha sido puesta a prueba de forma seria. No tengo una inteligencia práctica ni una inteligencia social, ni tengo inteligencia para los negocios. Soy honrado, es decir, amo el bien y he cultivado en mí la costumbre de amarlo, y cuando me desvío del bien, me siento descontento conmigo, y vuelvo a él con gusto, pero hay algo que amo más que el bien: la gloria».

 

Tolstoi-mil ochocientos cincuenta y cuatro-flag blackened net

 

Confiesa esto Tolstoi a los 26 años.  Su pereza, su indecisión, su inconstancia, se transformarán en un trabajo largo y minucioso, extendido, como bien lo ha visto Steiner, en esa visión homérica de los temas, tratando con impulso épico desde los preludios a los finales de sus novelas, deteniéndose en oberturas creativas, homérico ya en «Infancia»que escribe en esos años -, con la alegría de la armonía entre el hombre y el mundo, la ciudad y el campo, los viajes reales y los viajes simbólicos (temas epopéyicos), las intrigas múltiples, las casualidades y lo fortuito en «Guerra y Paz«, la humanidad de sus personajes secundarios, el fluir de la vida y del tiempo, el retablo de la vida continua y fragmentada con finales abiertos que ese espejo del Diario a los 26 años no puede reflejar porque por mucho que se mire Tolstoi joven en él le esconderá siempre su misterio.

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Tolstoi-nhy-descubrelamagia ning com

 

(Imágenes.- 1.-Russkayaliteratura/ 2.- Tolstoi- 1854-flag backened/ 3.-Tolstoi- descubrelamagia- ning- com)

¿CIUDADES MUERTAS?

«¡ Y qué triste estaba también Brujas en aquellas últimas horas de la tarde! Es así como él la deseaba. Por esa misma tristeza, la había elegido y había ido a vivir allí después de la gran tragedia. Antes, en los tiempos felices, cuando viajaba con su mujer y juntos llevaban una vida llena de fantasía y un tanto cosmopolita – en París, en el extranjero, junto al mar -. antes había venido con ella, de paso, sin que aquella gran melancolía pudiese influir en su alegría. Pero más tarde, ya solo, se había vuelto a acordar de Brujas y había intuido al instante que a partir de aquel momento, tenía que fijar allí su residencia».

Así lo escribe Georges Rodenbach en su novela lírica y dramática «Brujas, la muerta«, publicada en 1892 (Vaso Roto). Estudiada como uno de los exponentes de la narración de Fin de Siglo, Mallarmé dijo de Rodenbach que era» uno de los artistas más puros y exquisitos. Es un maestro de la sensación. Puede decirse que percibe analogías y descubre relaciones por el tacto y el oído, hasta el punto de que, aunque indiscreto, sería curioso saber si no es la sensación la que sugiere su pensamiento».

¿Era Brujas entonces una ciudad muerta? ¿Es Venecia ahora una ciudad muerta? Byron, Musset, Gautier, Taine y Wagner, entre otros, quisieron comenzar a tejer a finales del XlX  el mito de Venecia como ciudad muerta. Muchas veces he hablado de Venecia en Mi Siglo. Pero se han estudiado varias ciudades más como posibles «ciudades muertas«. «Toledoopina, por ejemplo, Hans Hinterhäuser al comentar las figuras y mitos del Fin de Siglo (Taurus) – es ciudad muerta y lugar místico, aunque de modo diferente a Venecia y con mayor intensidad que Brujas«. Los pasos en Toledo entre Grecos que cruzan van unidos al vaivén de las góndolas ante iglesias y palacios acuáticos y también a las nieblas de Brujas envolviendo a la melancolía.

Las ciudades – y también los campos – se han hermanado siempre con escritores y pintores, pero igualmente con personajes. Steiner separa muy bien la ciudad y el campo en «Ana Karenina» y en «Resurrección«. Julio Caro Baroja ha dedicado importantes trabajos a lugares comunes surgidos en la relación ciudad – campo.

Ciudades muertas, escritores vivos. Escritores vivos resucitando a ciudades que no desean morir.

(Imágenes- 1.- Brujas/ 2.-Venecia.-Lucien Lévy Dhurmer/ 3- Venecia.-Guido Cadorin.-El Canal.-1921.-colección privada/ 4.-Venecia.-Luisa Casati.-1921)

¿PARA QUÉ SIRVE UNA RESEÑA?

libros.-ttyyv.-por Hein Gorny.-mayo 1929.-SMB Art Library.-Kunstbibliotek«Yo he aprendido más de los ataques que de los elogios. Aun en los más despiadados hay un toque de plausibilidad. Siempre hay algo embarazoso en los elogios incondicionales. Uno sabe, en el fondo de su corazón, que no se lo merece». Eso le decía uno de los grandes reseñistas de los años veinte, Mencken, en una carta dirigida al novelista americano Theodor Dreiser, y eso lo recoge en un interesante libro «El arte de la distorsión» (Alfaguara) el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez.

También de Vásquez merece extraerse esta otra frase cuando alude a las reseñas de novedades: «Todos tenemos en mente una o dos firmas cuyo elogio de un libro es razón suficiente para no comprarlo, cuyo desprecio nos propulsa de inmediato a las librerías». Palabras sorprendentes pero veraces. ¿Para qué sirve – o debería servir – una reseña? Indudablemente para ser verdadera guía de muchos lectores. Un buen crítico, según Steiner, le dice al público: «Esto es de verdad. La razón es ésta. Por favor, léalo». Por supuesto que la otra tarea del crítico es decir: «Esto es una falsedad, una impostura. La razón es ésta. Por favor, sépalo». Tanto del gran guía que fue Borges con sus reseñas en «El Hogar» («Textos cautivos«) (Tusquets) como el también guía excelente que fue Cyril Connolly («Obra selecta») (Lumen) ya hablé en Mi Siglo.

libros.-4

Pero siempre es reconfortante volver de nuevo a Borges. Se ve siempre al guía al otro lado de su reseña. Como por ejemplo lo que nos dice en 1939 sobre «Las palmeras salvajes» de William Faulkner: «En las obras capitales de Faukner – en Luz de agosto, en El sonido y la furia, en Santuario – las novedades técnicas parecen necesarias, inevitables. En The Wild Palms son menos atractivas que incómodas, menos justificables que exasperantes. (…) Es verosímil la afirmación de que William Faulkner es el primer novelista de nuestro tiempo. Para trabar conocimiento con él, la menos apta de sus obras me parece The Wild Palms, pero incluye (como todos los libros de Faulkner) páginas de una intensidad que notoriamente excede las posibilidades de cualquier otro autor».

Hoy apenas tenemos guías como Borges que nos conduzcan con maestría por los libros. En el volumen «Críticas ejemplares» (Bitzoc) que reúne históricos textos de Proust, Steiner, Lytton Strachey, Edmund Wilson, Manganelli, Raymond Chandler, Benet y el propio Borges, Jean-Francois Fogel se pregunta: «¿Durante cuánto tiempo tendremos que esperar la muerte del crítico? La noticia se demora de una manera inesperada».

¿Hará falta también hacerse la pregunta interrogando a quienes hoy no escriben una buena reseña?

(Imagénes:-1. foto por Hein Gorny.-mayo 1929.-smb. museum. Art Library.-Kunstibibliotek./-2.-libros en la calle)

ESPIONAJES

detectives.-7«El periodismo de investigación y el ethos, ahora universal, del cotilleo – escribió Georges Steiner en The New Yorker – inundan los quioscos de prensa con información de alta seguridad. Hay revistas populares que contienen diagramas de cómo montar una bomba nuclear. ¿Hay algo genuinamente nuevo o decisivo entre las cosas que los espías venden a sus clientes? ¿Necesitó Josué cuatro ojos encubiertos para enterarse de que Jericó tenía murallas y de que sus moradores no acogieran favorablemente la invasión? Puede que toda la industria del espionaje se haya convertido en un juego fatuo, en una rayuela homicida dentro de una casa de espejos».

Eso escribía el ensayistaGeorges Steiner en The New Yorker».-(Siruela) y lo hacía en 1978. Desde entonces a aquí el espionaje ha variado mucho, pero la historia del espionaje se remonta siglos atrás y algunos apuntes los he querido comentar en un reciente artículo

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«Fouché, jefe de policía de Napoleón, supo organizar muy hábilmente a sus espías y los tratados sobre técnicas de espionaje tienen en Oriente un volumen célebre, el “Ping Fa”( de 510 años antes de Cristo), escrito por Sun-tzú, que fue lectura obligatoria de los agentes chinos y que durante la Segunda Guerra Mundial se distribuyó entre los miembros de la Fuerza Aérea británica en Ceilán. En China también podemos encontrar el “San Kuo”, de Lo Kuanchung, (1260-1341), novela que se dice era consultada por Mao Tse-tung y por las guerrillas del Vietcong.detectives.-8

 

El espionaje siempre ha ido tras las evoluciones de los tiempos. Hoy día se espía industrialmente con aparatos diminutos los aciertos decorativos de ciertos escaparates o se sigue el rastro que van dejando en Internet las pisadas que las yemas de los dedos realizan al avanzar por los buscadores. Todo se espía. El Gran Estado espía desde el vientre de su maquinaria de impuestos, las ciudades lo hacen desde las fachadas de las calles y plazas por donde caminan los viandantes y John Le Carré culmina su obra más reciente con otra historia en la que se mezclan refugiados musulmanes, adolescentes chechenos, servicios secretos alemanes, ingleses y norteamericanos, todo ello en el marco de una nueva guerra fría entre el terrorismo fundamentalista y las defensas de Occidente con la batería de sus aparatos de contraespionaje.

Aunque sobre gustos es imposible opinar, los nombres en el mapa literario del espionaje son numerosos. Brillan quizá especialmente cuatro, ya clásicos por sus obras: Conrad, Somerset Maugham, Ambler y Graham Greene. Naturalmente hay muchos más y algunos de ellos muy destacados. El primero con novelas célebres, como “El agente secreto”, la gran narración de un suceso anarquista en el centro de Londres. Para Conrad espiar no es un fin sino un medio. El fin, para Conrad, es la naturaleza absolutamente vil de la revolución, donde los espías tienen un repulsivo papel. En el caso de Somerset Maugham, sus relatos estaban basados en las experiencias del autor como oficial de inteligencia y se ha dicho que la postura moralmente neutral de Maugham sentó las bases sobre las que trabajaría Ambler y mucho más tarde John Le Carré, mientras que la frialdad de uno de los personajes de Maugham frente al asesinato sería adoptada y adaptada por Ian Fleming para su “James Bond

Y precisamente Steiner habla en su comentario de «El factor humano» de Graham Greene.detectives.-3

                                                                                                       Graham Greene, preguntado sobre Le Carré, contestó en una ocasión hace ya años: “Es mucho más joven que yo y, en consecuencia, su experiencia política me parece mucho más limitada que la mía. En una entrevista por la radio decía que yo era demasiado simple, si no ingenuo, para entrar en los terrenos de la política, y que había quedado anclado en la problemática de los años treinta”. Ello quizá era cierto, pero la calidad de las historias las enriquece el tiempo. Los tiempos han cambiado. Ahora acaso el espía está tan cerca de nosotros que nos observa desde dentro del ordenador. Si salimos a la calle es un espía distinto el que nos sigue sin apenas darnos cuenta. Resuenan unos pasos que nunca habíamos oído y que jamás volveremos a oír  porque los pasos cambian y las suelas de quienes nos espían se van adaptando a los problemas de cada siglo y la astucia del espiar se basa en que nadie nos descubra que nunca somos nosotros los espiados sino que nosotros somos los que espiamos siempre».