ENTRANDO EN LOS PERSONAJES

 

 

“Puede que sólo conozcas el aspecto exterior de tus personajes y no su esencia – decía Anne Lamott, una novelista norteamericana. – No te preocupes. Se te revelarán más elementos con el paso del tiempo . Mientras tanto, ¿ puedes ver qué aspecto tienen tus personajes? ¿Qué primera impresión causan? ¿ Qué es lo que más le importa a cada uno de ellos, lo que más ansían en el mundo?  ¿ Qué secretos tienen? ¿ Cómo se  mueven, cómo huelen? Todo el mundo camina como un anuncio  de lo que es; así pues, ¿quién es esta persona? Muéstranoslo…

 

 

Algo que también debes preguntarte es qué postura tienen, qué llevan en los bolsillos o bolsos, qué pasa en sus rostros y en su postura cuando piensan, o cuando están aburridos o cuando tienen miedo. ¿A quién habrían votado en las últimas elecciones? ¿Por qué tendrían que importarnos?  ¿ Qué sería lo primero que dejarían de hacer si descubriesen que les quedan seis meses de vida? ¿Volverían a fumar?  ¿Seguirían limpiándose los dientes con hilo dental? “.

Richard Cohen incluye estas preguntas en su obra “Cómo piensan los escritores”, pero los personajes – y su interior, además de su apariencia exterior que suele estar llena de  detalles – siempre han sido un enigma. .¿Cómo darles entonces verosimilitud?

Estas cuestiones han preocupado lógicamente a los novelistas. Hay muy diversas opiniones: Jane Austen decía que no había que presentar cuadros perfectos;  Charlotte Brontë, Stevenson o Flaubert, que no había que hacer retratos;  Henry James reconocía que el novelista siempre está obsesionado con sus personajes; Virginia Woolf declaraba que todas las novelas  se ocupaban del carácter del personaje,  y Dickens, para dibujar con perfección en “Olivier Twist’  a un personaje que representaba a un magistrado “ cuya rudeza e insolencia – decía –  marcaban su personalidad”, procuró introducirse en un despacho de Hatton- garden para observar y luego describir con exactitud todos sus modales.

 

 

Imágenes – 1 y 2 – George Segal – 1964- museum Washington / 3- Erich Hartmann – 1976)

 

CODICIA DE LOS BIENES AJENOS

 

 

La sucesión de los telediarios nos suele ilustrar de modo continuo sobre la gran picaresca del mundo y la pequeña picaresca cotidiana, la larga procesión y variedad de delincuentes, sus triquiñuelas y astucias, muchas veces apresadas al fin sus muñecas por los grilletes de la justicia y otras muchas escapando libres campo abajo y perdiéndose en  el olvido de la multitud.  Al abrir un libro del siglo XVll,  «Desordenada codicia de los bienes ajenos» (1619) , su autor nos abre todo el panorama de ciertas «profesiones«: » los «salteadores», que son aquellos que roban y matan en los caminos;  los » estafadores«, que asaltan a los ricos en sitios solitarios, y, mostrándoles dagas, les amenazan de muerte si no les dan una cantidad determinada en cierto tiempo;  los «campeadores«, que se apoderan por la noche de las capas o van con librea de lacayos a casas de diversión, de donde roban lo que pueden, saludando a cuantos encuentran ; los «grumetes«, que toman ese nombre de los aprendices de marino que trepan a los mástiles, porque éstos van provistos de escalas de cuerda, con garfios en los extremos para hacer sus robos; los «apóstoles«, que, como San Pedro, van con llaves y arrancan cerraduras; los «cigarreros«, que frecuentan las plazas públicas y se llevan de un tijeretazo la mitad de una capa; los «devotos», son ladrones religiosos, que despojan las imágenes de los Santos y confían en la suavidad de las leyes de la Iglesia, que con una pena leve los castiga si son descubiertos; los «sátiros», ladrones de bestias, llamados así porque viven en los campos; los «mayordomos«, que roban provisiones  y embaucan a los mesoneros; los «cortabolsas», su nombre lo indica; éstos son los más nunerosos en el país; los «duendes«, que son ladrones subrepticios ; y los «maletas«, que, dejándose llevar en bultos y baúles como si fueran mercancías, tienen fácil entrada en las casas».

En cuatro siglos, la lista – como nos recuerdan casi cada día los telediarios – sería mucho más larga.

 

 

(Imágenes-1-Georges Segal – pegausnews com/ 2- Yong Sin – 2009- andrewshire gallery – los Angeles- artnet)