LENGUAJE Y DEPORTE

 

futbol-yyfr-Vincenzo Rapa- vincenzorappa com

 

El lenguaje del deporte – y en concreto el del fútbol -siempre ha estado influido y mezclado por muchos elementos y oficios. Lázaro Carreter, Manuel Alvar, Gregorio Salvador, Rodríguez Adrados y Valentín García Yebra entre muchos otros han dedicado estudios y ponencias al preciso lenguaje deportivo. Del fútbol de manera concreta he hablado ya aquí en más de una ocasión. Pero sigue siendo singular cómo se han ido trenzando las palabras en el espectáculo del estadio. La habilidad manual de la costura, por ejemplo, ha querido embellecer momentos de la contienda: se dice con frecuencia en retransmisiones y en crónicas

 

juegos.- t7uuj.- fútbol.- Harriet Seed

 

 

«tejer una jugada«, » que bordan el juego«, «hacer encaje de bolillos» con el balón», «remendar los rotos» que ha hecho un defensa en una jugada. Igualmente las comparaciones con los procedimientos mecánicos son abundantes: «el engranaje del equipo», el ensamblaje«, pilotar el juego», ser el motor del equipo», «calentar motores«, «pisar el acelerador«, «meter la directa«,«buena circulación del balón», un jugador  todoterreno«. La aritmética y la geometría bajan al césped: «jugada de tiralínea«,»pases en diagonal«,»realizar una triangulación«, «juego aéreo«… Interviene también de algún modo el lenguaje de la agricultura: «cosecha de goles», «sequía goleadora»… Del léxico académico se toma «sentar cátedra«, ser el cerebro del equipo»; del mundo de la magia «una carta en la bocamanga«; del taurino «la puntilla de un partido»;  de la música, «un recital de juego»,»jugar a ritmo de samba» y del escenario «el cambio de decorado«, «el suspense», «la puesta en escena«, el desenlace feliz«…

 

futbol-nnbvve. Vincenzo Rappa -vicenzorappa com

 

De portería a portería  el lenguaje juega con el balón de las palabras, despeja metáforas  y dramatiza aún más la contienda  mezclando el barroquismo con la precisión. La terminología de la milicia y de la guerra hace del encuentro un enfrentamiento, un choque, un duelo, una pelea, los jugadores dirigen la ofensiva, hay una retaguardia, un capitán y un ariete, un  muro o una muralla defensiva. hay incursiones, se bombea sobre el área, se presenta una formación o alineación, hay baluartes, disparos y cañonazos, se lanza la pena máxima

 

deportes.-partido de fútbol.-Carlo Carrá .-1934

 

El espectador se agita ante tanto conflicto. El esférico de las palabras hace vibrar la emoción.

 

HENRI ROUSSEAU.-QW.-Los jugadores de fútbol.-1908.-wikipedia

 

(Imágenes.-1 y 3.-Vincenzo Rappa.-vincenzorappa.com/ 2.- Harriet Seed/ 4.- Carlo Carrá– 1934- -Galeria Comunale de Arte Moderno- Roma/ 5.-Henri Rousseau.-jugadores de fú1bol.-908.- wikipedia)

 

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FÚTBOL Y AJEDREZ

«Ya antes incluso del inicio de la partida las piezas, en las que parece insinuarse sutilmente una malevolencia casi humana – escribe Steiner en «Campos de fuerza: Fisher y Spasski en Reykiavic« (La Fábrica) -, se miran al acecho en medio de un silencio electrizante. Con la primera jugada el silencio da la sensación de rasgarse con un chasquido, como la seda tal vez, ya que tu contrario abre las alas, la masa y la energía interactúan por completo para formar un encaje tan finamente tejido, tan multidimensional, que no podemos concebir su patrón. (…) Cuando empiezas a respirar el aroma de la victoria – una aura almizclada, embriagadora, levemente metálica, indescriptible, pues no la puede comprender quien no sea ajedrecista -, la piel se te tensa en las sienes y tus dedos tiemblan«.

Es el silencio del ajedrez, la gran concentración del deporte mental, un especial juego de guerra que entablan los dedos en el aire moviendo con táctica las piezas. El escritor británico Martin Amis, que además de reconocido novelista es excelente constructor de críticas y reseñas, va relatando esta atmósfera al describir en «La guerra contra el cliché : escritos sobre literatura.- (Anagrama), algunos libros de Nabokov, de Steiner y de otros varios apasionados a este juego. Añade también juicios en torno a otros libros sobre  fútbol – el de Bill Buford, por ejemplo, y el vandalismo a veces que los seguidores de este deporte propagan -, y es casi inevitable acodarse sobre el borde de los estadios –  el pequeño del ajedrez y el grandioso del campo de fútbol – para comparar el vocerío y el silencio, el alarido de las muchedumbres y el mutismo cerebral de quienes observan el tablero. Es la competición, el azar, el simulacro, el vértigo en el balón y en la pieza, el aguante, la rapidez, la lentitud, el vigor y la memoria, la ingeniosidad y la destreza. Cada uno mira de distinta forma los saltos calculados de un caballo o el arco que traza una pelota hasta los pies de un extremo. Es la oportunidad, la atención, el equilibrio de un torneo. Es la invitación, el desafío, la persecución, el duelo.

«¡La vamos a armar…! ¡La vamos a armar…! – gritan ciertos hinchas después del partido, según recuerda Buforf en Entre los vándalos¡La energía…, la energía es elevadísima! ¡Sentid la energía! (…) ¡La ciudad es nuestra…, nuestra, nuestra, nuestra!«. Son algunos gritos tras salir de los estadios con la victoria en las manos, exultantes alegrías eléctricas enardecidas tantas veces por el alcohol. Detrás queda una tarde de esfuerzos sostenidos, la voluntad de vencer, el haber sido reconocido desde la grada por la excelencia. Detrás queda, en otros tableros, la caída del adversario cercado en un jaque mate premeditado y conseguido, certero movimiento último que los espectadores admiten admirados y aplauden en silencio.

(Imágenes:- 1.-Man Ray.-autorretrato ante el ajedrez.-all-art.org/2.-Will Barnet– 1975 -The Old Print Shop.-arnet/ 3.-Zhong Biao.-9 masterpiece. París-artnet)

VIDAS PRIVADAS Y FÚTBOL

«Alrededor del campo de fútbol – escribe el sociólogo Roger Caillois en  su «Teoría de los juegos» (Seix Barral) -, el desarrollo de las grandes ciudades y los medios de transporte colectivos favorece la reunión frecuente, semanal, de muchedumbres apasionadas, si no frenéticas. Al mismo tiempo el cine, la radio, la televisión, permiten un sistema de concesiones y repeticiones sucesivas del menor espectáculo que tiene por consecuencia una infinita multiplicación  de público en el espacio e incluso en el tiempo. En la prensa y en las carteleras la fotografía del campeón está en todas partes presente, inevitable, seductor. El público quiere conocer los detalles más insignificantes de sus vidas. Le informan de sus gustos, y los adopta. Imita a esos ídolos de temporada, vencedores de una competición oscura y difusa, cuya postura es el favor popular. La indentificación con el héroe presenta frecuentemente caracteres desmesurados y a veces dramáticos. Estas apasionadas devociones no excluyen, en efecto, el frenesí colectivo».

En la serie que dediqué en Mi Siglo a las Olimpiadas apareció el poema de Miguel Hernández «Elegía al guardameta». Guardameta fue también Albert Camus en 1930, en el equipo de fútbol R. U. A. en Argel. Desde 1925 el autor de «La peste» toma conciencia, comparándose con sus compañeros de liceo, de la pobreza de su familia y encontrará gracias al fútbol la ocasión de vivir con ellos una fraternidad de equipo. Primero se destacará como portero en el liceo y más tarde en el equipo de Argel de la asociación deportiva de Montpensier.

Entre otros escritores de países distintos – Gerardo Diego, Alberti, Sábato, Cortázar y muchos más – los italianos Eugenio Montale o Umberto Saba dedicaron al fútbol poemas o novelas. Pasolini describía en uno de sus primeros libros a los muchachos de la calle en las explanadas de Roma:» Los chicos, un sábado, ya se habían hartado de jugar en la explanada, al pie del Monte di Splendore -una joroba de pocos metros de tierra que obstruía la vista de Monteverde y del Ferrodebó y, al horizonte, la línea del mar -, cuando algunos muchachotes mayores llegaron y se colocaron ante el arco con la pelota entre los pies. Formaron círculo y empezaron a cambiarse pasos secos y bajos. Al poco rato todos ya estaban empapados de sudor, pero no querían quitarse la chaqueta dominguera o el jersey de lana azul con franjas negras y amarillas, dado el modo casual y burlón con que habían empezado a jugar. (…) Álvaro ensayó una jugada fina, recibiendo de tacón la pelota, pero erró, y la pelota rodó lejos, hacia donde el Riccetto y otros estaban echados en la hierba roñosa».

Fútbol y literatura han ido muchas veces hermanados.  «El espíritu de competición – recordaba Caillois – ha acabado por triunfar».

Quedan los grandes voceríos en los enormes estadios, la incógnita del conflicto, las palpitaciones de la afición.

(Imágenes:- 1- Martin Verges.-2004-2005.-525 Contemporay Art Gallery.-Monntevideo- Uruguay.-artnet/2.-Albert Camus en el centro, en 1930, cuando era guardameta del equipo de fútbol R. U. A. en Argel)

COUBERTIN – OLIMPIADAS (y 19 )

«Los gimnastas no miraban de buena gana a los remeros, los practicantes de esgrima a los ciclistas, lo tiradores a los jugadores de lawn-tenis. Entre adeptos de un mismo deporte la paz no reinaba de manera favorable; los amigos de la gimnasia alemana negaban todo mérito al método sueco y las reglas americanas de fútbol parecían a los jugadores ingleses contrarias al buen sentido. Había incluso otra cosa: existía el espíritu mercantil que amenazaba invadir los círculos deportivos: allí donde no se corría o no se luchaba abiertamente por dinero se sentía, no obstante, una tendencia por deplorables transacciones; y en el deseo de vencer entraban a menudo otras cosas más que la ambición y el sentimiento del honor. So pena de ver al atletismo degenerar y morir por segunda vez, había que unificarlo y purificarlo.

Una única manera me pareció práctica para llegar a conseguirlo: crear competiciones periódicas a las que serían invitados los representantes de todos los países y de todos los deportes, y situar estas competiciones bajo el único patronazgo que pudiera darle una aureola de grandeza y de gloria, el patrocinio de la antigüedad clásica. Hacer esto significaba restablecer los Juegos Olímpicos«.

Pierre de Coubertin: Atenas, 1896

(Imagen: metropolitan museum of art.-The Ne York Times)

FÚTBOL – OLIMPIADAS ( 12 )

«Combinada la brisa en su envoltura

bien, y mejor chutada,

la esfera terrenal de su figura

¡cómo! fue interceptada

por lo pez y fugaz de tu estirada.

Te sorprendió el fotógrafo el momento

más bello de tu historia

deportiva, tumbándote en el viento

para evitar victoria,

y un ventalle de palmas te aireó gloria.

Y te quedaste en la fotografía,

a un metro del alpiste,

con tu vida mejor en vilo, en vía

ya de tu muerte triste,

sin coger el balón que ya cogiste».

Miguel Hernández: «Elegía  al guardameta»  en «Poemas sueltos ll»