EN LA ESQUINA

gentes.- rtgg.- Antana Sutkus.- 1965

 

Me pregunta usted si los recuerdos hacen ruido y yo le digo que no…, apenas el hilillo de agua cuando mi madre friega los cacharros en la cocina, pero ese rumor lo rompe enseguida la carcajada de un hijo mío y esa carcajada se la lleva el silencio, un silencio velando la enfermedad de mi padre, y mi padre, años antes, que me lleva de la mano al colegio en el momento preciso en que me suelto, asombrado por la memoria de mi abuela que recita sin parar versos en el pasillo, años antes de oír el mar, ¡oh, la primera vez que oí el mar, que lo vi !, el recuerdo del mar es siempre un recuerdo sonoro, en mis insomnios vienen y van los azules de espuma, las ondas son mi colcha y mis sábanas, el ruido del mar es el tic-tac del reloj del pasillo, entonces mi madre se acerca y me dice, ¿ ves, hijo mío, esta aguja grande es la de las horas, esa pequeñita la de los minutos, te acordarás cuando seas mayor? y yo estoy de pie, con pantalón corto, el ruido del mar llega hasta mis sandalias, tengo mis uñas de los  pies rozando la espuma derramada, el tic-tac del reloj hace que la espuma vaya y venga, el recuerdo del sol se tiñe rojizo y el barco donde viene mi padre es un barco pequeño, de trabajo, el sudor cae lentamente por la proa y la plata en las espaldas del pescado es una plata escurridiza y brillante, las escamas de plata las va separando mi madre esta noche en la cocina y yo me como la pulpa del pescado, todo lo que está bañado por el mar, todos los rumores del mar, los sonidos, a lo mejor me encuentro con el olor de una roca y lo aparto invisible con el cuchillo.., sí, esos son los recuerdos por los que usted me pregunta, los recuerdos que apenas hacen ruido.

Luego estoy aquí, suelo estar aquí muchos días, en la esquina. Oigo cómo caen las horas en la báscula, cómo cae poco a poco la vida, el peso de cuanto se vivió y que siempre recuerdo.

Texto:  José Julio Perlado

(Imagen.-Antanas Sutkus.-1965)

CASAS ABANDONADAS

casas.-rfthy.-Arünas Baltènas.-Vilnius

«Las ideas en literatura a veces duermen durante años. Juan Rulfo declaraba que su novela «Pedro Páramo» surgió del recuerdo de una muchachita que conoció cuando él contaba trece años. Hay ideas que nos persiguen, están rodeadas por otras; y sin embargo la idea válida emerge al fin. En torno a ese desfile o “persecución” de las ideas en muy diversos sentidos el norteamericano Erskine Caldwell hablaba así: “Veo en la calle un autobús escolar y te preguntas adónde irá. Después te imaginas una escuela y una maestra. Bien, ¿y quién es esta maestra? ¿ Qué aspecto tiene? (…) Entonces te acuerdas de algunas de las maestras que tuviste cuando eras pequeño. Y así todo el rato.” Es algo muy parecido a la “visión” que tuvo Pessoa en un tranvía de Lisboa: imaginar, dejar que la imaginación se expanda, extenderse en horizontes inacabables.

Personalmente, estas “visiones” siempre me han atraído, entre muchos otros lugares, hacia casas deshabitadas. Cuando paso ante esos jardines desolados, algunos al lado del mar, otros en las laderas de un monte o en un extremo de la ciudad, cuando me detengo ante esos portalones ya enmohecidos por el tiempo y vislumbro a  través de viejos ventanales habitaciones solitarias y vacías, se me aparecen todas las generaciones que allí vivieron, con sus voces, sus vestidos, sus pasiones y sus hábitos,  hay gentes que pueblan de repente esos espacios y desde la construcción de las escenas concretas (inventadas) me remonto hacia las grandes preguntas. ¿Cómo fueron, felices o desdichados? ¿Qué dejaron en sus vidas? A veces, en las clases de escritura, he repartido entre los alumnos grandes fotografías  de esas casas abandonadas y olvidadas para que las recreen con historias. En general lo han  hecho muy bien. Según los colores desvaídos y los restos de decoración que aún asomaban, según las puertas y ventanas, la altura de los techos, la disposición de los cuartos, la imaginación del escritor recrea hombres, mujeres y niños, coloca muebles, entabla diálogos. No se trata de escribir cosas generales ni reflexiones, sino de inventar, levantar – como si fuera un teatro – unos escenarios reales y humanos cargados de detalles, porque son los detalles los que siempre dan cuerpo a las historias.»

José Julio Perlado.«El proceso creador» (libro de próxima aparición)

casas.- 4rty.- Arunas Baltenas

(Imágenes:- 1 y 2.- .- Arunas Balténas)