VISIÓN DE LA MANO

 

 

“La dejaba entrar por la tarde, abriéndole un poco la hoja de la ventana que da al jardín, y la mano descendía ligeramente por los bordes de la mesa de trabajo, apoyándose apenas en la palma, los dedos sueltos y como distraídos, hasta encontrar su sitio predilecto  sobre el piano, en el marco de un retrato, o a veces sobre la alfombra color vino.

Amaba yo aquella mano porque nada tenía de exigente y sí mucho de pájaro y hoja seca. ¿Qué sabía ella de mí?  Sin titubear  llegaba a mi ventana por las tardes, a veces deprisa — con su pequeña sombra que, de pronto,  se proyectaba sobre los papeles — y como urgiendo que le abriese; y otras lentamente, ascendiendo por los peldaños de la hiedra donde, a fuerza de escalarla, había calado un camino profundo.  Las palomas de la casa la conocían bien; con frecuencia escuchaba yo de mañana  un arrullar ansioso y sostenido, y era que la mano andaba por los nidos, ahuecándose para contener los pechos de tiza de las más jóvenes, la pluma áspera de los machos celosos. Amaba las palomas — sigue escribiendo Cortázar  en “La vuelta al día en ochenta mundos” — y los bocales de agua fresca y clara; cuántas veces la encontré al borde de un vaso de cristal, con algún dedo levemente sumergido en el agua que se complacía y danzaba. Nunca la toqué; comprendía que había sido desatar cruelmente los hilos de un acaecer misterioso. Y muchos días anduvo la mano por mis cosas, abrió libros y cuadernos, puso su índice — con el cual sin duda leía — sobre mis poemas preferidos y fue como si los aprobara pausadamente, verso a verso.

(…)

Le puse nombres: me gustaba llamarla Dg, porque era un nombre que sólo se dejaba pensar. Incité su probable vanidad olvidando anillos y brazaletes sobre las repisas, espiando su actitud con secreta constancia. Alguna vez creí que se adornaría con las joyas, pero ella las estudiaba dando vueltas en torno y sin tocarlas, a semejanza de una araña desconfiada; y aunque un día llegó a ponerse un anillo de amatista fue sólo por un instante, y lo abandonó como si  le quemara. Me apresuré  entonces a esconder las joyas en su ausencia y desde entonces me pareció que estaba más contenta.”

(…)

 

 

(Imágenes-1- Vasco Ascolini/ 2-Maurice Tabard)

SIGLOS EN SICILIA

Sicilia- btrr- museo Británico

“Creo en los sicilianos de hablar parco, que no se agitan, que se corroen por dentro y sufren – dejó escrito Leonardo Sciascia enLos tíos de Sicilia”-; los pobres que se saludan con un gesto cansino, como desde una distancia de siglos”. Tales siglos, extendidos en campos de historia, aparecen en la exposición que ofrece actualmente el British Museum sobre esa isla en donde la literatura y el cine ( Pirandello,”La terra trema”, “Stromboli» ) se han inspirado, y sobre esos campos por donde han caminado muchos escritores, entre ellos Carlo Levi, que con “Las palabras son piedras” ( tres jornadas en Sicilia) recibió en 1956 el Premio Viareggio.

 

Sicilia- buh- museo británico- foto British museum

 

El verano baja sobre Sicilia como un halcón amarillo, sobre la amarilla extensión del feudo cubierto por rastrojos – escribió el autor de “Cristo se detuvo en Eboli» -. La luz se multiplica en una incesante explosión y parece revelar y abrir las formas extrañas de los montes y hacer compactos y durísimos el cielo, la tierra y el mar, un sólo muro ininterrumpido de metal coloreado. Bajo el peso infinito de aquella luz, los hombres y los animales se mueven en silencio, acaso como actores de un drama remoto, sin palabras que lleguen a nuestros oídos : pero los gestos se dibujan en el aire luminoso como voces cambiantes y petrificadas, como troncos de tunas, ramas retorcidas de olivos, rocas monstruosas, negras grutas sin fondo.

 

Sicilia- grc- foto British Museum

 

También hemos descendido nosotros del cielo, como el halcón del verano. Al cabo de una hora de vuelo navegante en un país líquido, de nubes grises, de claros improvisados y tiernos de cielo azul y de gris brillante del mar, entre ríos, nieblas, líquidas exhalaciones, encerrados en un universo aéreo de agua, de pronto, como si una mano, con un gesto brusco hubiese apartado los vapores y abierto los

 

ciudades.-4rr - Sicilia.-Franca Schininà

 

horizontes a la luz, se nos aparecen, trágico, ardiente e inverosímil, el azul de Sicilia, y la costa, y el esqueleto requemado del  Monte Pellegrino. Como chupados por esta tierra atractiva y devoradora, antes de tener tiempo para contemplarla, henos aquí ya en la pista del aeródromo, en Bocca di Falco«.

 

Sicilia-ubyn-freejpg com ar

 

(Imágenes.- 1, 2 y 3.- exposición sobre Sicilia en el Museo Británico- fotos British museum/ 4. Sicilia- Franca Schininà / 5.-Sicilia – freejpg com)

LA LLUVIA

 

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«Por las dos ventanas que están frente a mí, las dos ventanas que se encuentran  a mi izquierda y las dos ventanas que están a mi derecha, veo, escucho cómo cae inmensamente la lluvia. Pasa un cuarto de hora del mediodía: a mi alrededor todo es luz y agua. Tomo mi pluma para escribir y disfruto con la seguridad de mi retiro interior, acuático, como un insecto en medio de una burbuja de aire, y escribo este poema.

Hay un punto de bruma que cae, no es un punto de lluvia dudosa. La nube atrapa muy cercana a la tierra y desciende sobre ella de forma cerrada, con un ataque potente y profundo. ¡Cómo no recordar el espesor de la hierba mojada, el mar! No es cuestión de que la lluvia cese; es copiosa, es gratificante. La tierra ha desaparecido, la casa se baña, los árboles sumergidos, el río mismo en el que acaba mi horizonte como un mar aparece ahogado. El tiempo no avanza, y, prestando mi oído, no siento que avance ninguna hora, y así medito un innombrable y neutro salmo.

Sin embargo la lluvia al fin del día se interrumpe y mientras que la nube acumulada prepara un nuevo y sombrío asalto directo al corazón de las batallas, una negra araña se detiene boca abajo, suspendida en el centro de esta ventana que acabo de abrir frente a las hojas. No hay claridad y es necesario encender. Mojo de nuevo mi pluma en esta gota de tinta y escribo».

Paul Claudel, septiembre de 1897

 

estaciones,.rvvc. invierno.- lluvia.-ciudades.-Gianni Berengo Gardin

 

(Imágenes. 1-B&GIF  sgif/ 2,. Gianni Berengo Gardin)

EL GOZO DE ESCRIBIR

escribir.-u7unn.-EB White escribiendo

«Necesito ocuparme de la literatura cada día – decía el escritor turco Orhan Pamuk -. La literatura es tan necesaria como una medicina. Y en primer lugar, la «medicina» tiene que ser buena. Un fragmento de novela que pueda ser y que sea denso, intenso y profundo, me hace más feliz que cualquier otra cosa, me une a la vida. Si la dosis de literatura que debo tomar a diario la escribo yo, la cosa es distinta. La mayor fuente de felicidad es escribir cada día media página bien hecha. (…) La vida es dura cuando no se escribe porque no se es capaz de escribir. Y también lo es cuando se escribe porque escribir es difícil.

escribir.- laij.-Alexa Meade.- boqueo del esritor.-2010

Voy a describirles lo que me ocurre si ese día no he escrito bien o si, como consuelo, no he podido perderme en un buen libro. En muy poco tiempo, el mundo se convierte ante mis ojos en un mundo insoportable. Por ejemplo, mi hija comprende al instante que mi expresión de infelicidad significa que no he podido escribir bien. No quiero hablar con nadie y nadie, viéndome así, quiere hablar conmigo.»

Estas palabras de Pamuk asoman al otro lado del espejo de lo que se ha llamado «el gozo de escribir«. Siempre me han hecho reflexionar estas cuatro palabras. Escribir es un gozo, o debe ser un gozo, y no un sufrimiento. Escribir debe ser un remanso, no una crispación. Cuando uno cierra la puerta de la soledad y se adentra en el parque de los pensamientos, abre la llave del silencio y pasea y fraterniza con sus personajes, uno está inventando un mundo, levanta los muros de ese mundo, ajusta los ventanales, hace discurrir senderos y carreteras, talla rostros, alienta conversaciones, cruza diálogos, y en el fondo está creando un espacio personal inventado que posee una fuerza en sí mismo, que trasciende y puede llegar a ser universal. Esto – con sus dificultades normales, como en todos los oficios, para ajustar ventanas, allanar caminos, iluminar conversaciones entre los personajes – es sencillamente «el gozo de escribir.»

paisajes.-55ftty.-Magadalena Wanli.-taringa.net

En varias ocasiones me he referido a los paisajes personales en los que se ha encuadrado mi «gozo de escribir». He escrito muchas páginas dentro de mi automóvil (transformado en despacho, con biblioteca, cuadernos y hasta máquina de escribir incluida: podría ahora mismo llegar al mismo sitio del bosque gallego en donde aparcaba en el silencio y allí escribía horas y horas) ; he escrito igualmente ante extensiones de Castilla; he escrito en celdas de Monasterios escondidos; he escrito en mi despacho madrileño casi al amanecer; he escrito libros enteros en pupitres de la Biblioteca Nacional de Madrid; he escrito en habitaciones aisladas de pequeños hoteles en la periferia de la capital. En todos estos lugares «el gozo de escribir» ha extendido su paz y su tensión como atmósfera envolvente que iba rodeando a las palabras, a la vibración de la pluma, al campo del cuaderno. Las dificultades surgían, naturalmente, pero las dificultades se iban diluyendo ante la tenacidad y la paciencia, la atención reposada, la ausencia de prisa, la intensa concentración. El gozo de escribir no puede definirse: avanza y vence, inunda poco a poco la página que emerge y misteriosamente la llena de paz.

paisajes.-ervvb.-René Magritte.-la llamada de las cimas.-salonesarte

(Imágenes:-1.E. B. White escribiendo.- foto Jill Krementz.-painting.box/ 2.Alexa Meade.-2005-/3.-Magadalena Wanli.-traringa. net/ 4.René Magritte.-la llamada de las cimas.- salonesarte)