EL CANTO DE LOS PÁJAROS O LA MELANCOLÍA Y LA MÚSICA

«La música que debe emplearse para la curación de los temperamentos melancólicos secos – recomendaba ya en el siglo XVll Pierre-Joseph Buchoz – debe comenzar por los tonos más bajos, y elevarse insensiblemente a los más altos; es por medio de esta gradación armónica como las fibras rígidas, habituadas a los diferentes grados de vibración, pueden flexionarse. Por el contrario, un temperamento melancólico húmedo necesita para su curación una música alegre, fuerte, viva, variada, ya que ella siempre está más dispuesta a remover todas las fibras».

Ya escribí hace meses en Mi Siglo sobre la música de los pájaros: sobre sus trinos, ritmos y gorjeos. Pero cuando las melancolías de los tiempos asoman sus recuerdos por las esquinas del año, los pájaros y la música vagan de pronto entrando en las habitaciones de la mente como entraban y vagaban etéreas aquellas polillas que a Virginia Woolf  le inspiraron «Las olas» y que ella reconoce en una carta a su hermana Vanessa Bell. «Si los nervios languidecen y quedan abatidos – seguía diciendo Buchoz en su «Memoria sobre la manera de curar la melancolía con la música» -, si los líquidos son espesos e incapaces de movimientos, si el alma y el cuerpo se encuentran fuertemente afectados, entonces haca falta recurrir a una música simple, sonora, agradable; esta música pellizca el nervio auditivo, fortifica los movimientos y rejuvenece el corazón: de ahí vienen las ideas dulces y agradables y con ello el espíritu se hace más alegre».

Paul Kleecomo ya escribí aquí -decía de Pau Casals que «¡era uno de los más maravillosos músicos que haya  habido jamás! Su tono de cello es de la más conmovedora melancolía. Son ilimitados sus medios de expresión, tan pronto hacia el exterior, pero partiendo de la profundidad, tan pronto hacia el interior en la misma profundidad. Toca con los ojos cerrados, pero su boca se contrae ligeramente en el seno de semejante paz“.

El canto de los pájaros nos picotea estos días en las ventanas del año y los cristales se hacen única e inusitada música.

(Imágenes:- 1.-Vadim Trunov/ 2.-Pau Casals.-por Yousuf Karsh.-1954)

LECTURA A ELEFANTE

«He aquí Lectura a elefante, imagen del fotógrafo y cineasta canadiense Gregory Colbert.

Expuesto en el Arsenal de Venecia en la primavera de 2002, lo que nos interesa como escritores es qué está leyendo este niño al animal, qué libro exactamente, de dónde ha tomado este libro, a qué hora este niño salió de su casa (puesto que este niño tiene casa y esta noche pasada ha dormido en su casa y en su cama, no es un niño fantasma ni irreal) y cómo ha corrido, cómo ha descendido saltarín, con el libro en la mano, al encuentro de esta playa que parece desierto donde se ha citado con el elefante. ¿Se ha citado o ha sido un encuentro fortuito? Pensamos que Ibn se ha citado con Massa a las diez de la mañana en este desierto que parece playa porque de no ser así, si ha sido un encuentro fortuito, la historia es muy distinta: entonces es que Ibn Magiar estaba solo, leyendo en la playa‑desierto (¿y qué lee, qué está leyendo este niño?) y lentamente, poderosamente, lejanamente, moviendo los pilares de sus patas y la gravedad de sus cuartos tra­seros, con el bamboleo rugoso de su edad y la trompa curvada, este elefante se ha ido apartando muy poco a poco de la manada y ha venido despacio hasta aquí, quizás atraído por el aroma del libro (suponiendo que los libros tuvieran aroma), quizás atraído por las luces de las letras (suponiendo que las letras brillasen) y, mansamente, magníficamente, ha posado la mole de su costillar en la arena y se ha puesto a escuchar la lectura.

¿Lo ha hecho así muchas veces? Esta pregunta nos llevaría a otras historias. Porque si la cita tiene lugar todas las mañanas es que el libro es muy valioso e inacabable (¿pero qué libro será, qué estará leyendo este niño?) y las moléculas de los pensamientos, las avecillas de las palabras que pronuncia Ibn seguramente han estado volando en ese estrecho espacio entre el niño y el elefante, en ese espacio de nadie (el espacio de la comunicación entre los dos) y han ido entrando poco a poco por las enormes orejas o acaso por el miembro muy sensible de la trompa del animal y la trompa las ha ido elevando hasta las enormes mandíbulas y allí los gigantescos molares las han ido masticando y moliendo y las palabras han pasado por fin a su memoria.

¿O es que no es esta acaso una memoria de elefante? Arrodillado más que tumbado, humilde, con la trompa anudada sobre sus patas, Massa escucha en soledad la lectura. Es importante la soledad. Nadie hay en esta playa-desierto que interrumpa esa soledad. Soledad y lectura son hermanas y estas hermanas lo son también del silencio y todos juntos crean un escenario. El escenario es este desierto o playa, o bien una habitación retirada de la casa, o también una butaca de tren o de avión. La soledad rodea al silencio del ojo que va y que viene por la página y el ojo de este niño lee ahora este libro quizá para que se lo aprenda el elefante (como sucede en Fahrenheit 451con los hombres-libro en los bosques), sí, acaso para que se lo aprenda el elefante, ya que este es el último libro del mundo y debe conservarse en la memoria del animal que lo hará pasar luego a la gran memoria de la manada.

¿Pero qué está leyendo al fin este niño?, se sigue preguntando el escritor, nos preguntamos nosotros. ¿Qué libro está leyendo?, nos preguntamos siempre. Ello nos llevaría a otras mil historias.

Pero bien, tendremos que continuar».

(José Julio Perlado: » El ojo y la palabra«, paginas 58 y 59)

(imágenes.-Gregory Colbert Ashes and Snow)

VERANO 2010 (4) : JOAN MARAGALL

«Ama tu oficio, tu vocación, tu estrella, aquello para que sirves, aquello en que realmente eres uno entre los hombres. Esfuérzate en tu quehacer como si de cada detalle que piensas, de cada palabra que dices, de cada pieza que pones, de cada golpe de tu martillo, dependiera la salvación de la humanidad. Porque depende, créelo. Si olvidado de ti mismo haces cuanto puedes en tu trabajo, haces más que un emperador rigiendo automáticamente sus estados; haces más que el que inventa teorías universales para satisfacer sólo su vanidad, haces más que el político, que el agitador, que el que gobierna. Puedes desdeñar todo esto y el arreglo del mundo. El mundo se arreglaría bien él solo, con sólo hacer cada uno todo su deber con amor, en su casa.

Sed vivos, solamente, que la vida ya se arregla por sí. Es lo único que hace falta. Que ahora todo padece de vuestro sueño, y tantos males como queréis curar – en vano, porque dormís -no son sino fantasmas de vuestro sueño. El pasado y el porvenir son fantasmas de vuestro sueño. Despertad, vivid, amad un momento y veréis.

Ámalo tú, al menos, este momento que pasa… que no pasa, créeme, porque estamos sellados en eternidad, y todo nos es actual; y en este que llamas momento está todo tu pasado y todo tu porvenir. Amando, pues, el  momento, vives eternamente. Nada es despreciable sino los fantasmas del caos. Pero todo lo que pasando por delante de ti, vive en ti – el sol, la lluvia, la noche, el niño que pasa cantando por tu calle, el perro que duerme, el polvo que vuela – todo es para ser eterno, todo es para ser amado. Todo.»

Joan Maragall: «Del vivir«.-Elogios»

(Imagen: Give Me Shelter.- Frank Grisdale.-photographers gallery.-artnet)