PÁJAROS EN LAS MANOS

«Durante todo el día, mientras la lluvia golpeaba y susurraba – confesaba John Burroughs  en sus «Miradas a la naturaleza» (Centellas) -, he estado oyendo las notas del petirrojo y el tordo de los bosques; el papamoscas no dejaba de jugar a dos pasos de mi ventana, lanzándose como una flecha, gorjeando con voz baja y satisfecha entre las hojas humedecidas, con las plumas secas y lisas, como si las gotas hubieran pasado a través de él; el sinsonte jugueteaba y se

posaba sobre la valla de mi jardín; el troglodita se detenía un instante bajo la lluvia, y se entregaba luego a una breve pero fogosa repetición bajo las grandes hojas del emparrado; el ave del paraíso me informó de su vecindad con su vuelo amanerado, y la golondrina de las chimeneas, encaramada en la buhardilla, cantaba «chipi-chipi-cherri», la adivinanza para los niños». Alguna vez en Mi Siglo he hablado ya de la música de los pájaros, pero ahora son también los pájaros los que se posan sobre los dedos de nuestras manos, sobre las páginas de nuestros libros. Cuando Len Howard, en «Los pájaros y su invidualidad» (Fondo de Cultura) habla del cántico del petirrojo recuerda que es mucho más expresivo en otoño que en primavera. «Me suena feroz – dice -, amenazador, mimoso, aliviado, contento, triunfante, mórbido, presumido, lastimero, resuelto, aburrido, desesperanzado, dando la impresión de que su adversario es un necio y el mundo una cosa estúpida. Garstang,recuerda también Howard  -en su libro sobre el canto de los pájaros, lo llama el Chopin de su clase, pero

Chopin es a menudo sentimental y los petirrojos no lo son nunca». Burroughs y Howard, entre tantos otros, van y vienen entre los pájaros, entre sus plumas y sus cánticos, observándolos y escuchándolos, interpretando sus movimientos.  «Con estos ángeles y ministros de misericordia como compañeros – seguía diciendo Burroughs -, hasta en la soledad de mi despacho me siento impulsado más que nunca a expresar amor y admiración. (…) A los ojos del hombre de ciencia, que diseca y clasifica, un pájaro no es ni más ni menos simpático que una ardilla o un pez; a mí, sin embargo, me parece que todas las cualidades superiores de la creación animal convergen y se concentran en estas ninfas del aire; la naturaleza alcanza su obra maestra con el pájaro cantor».

Es así como los poetas se acercan a los pájaros y los pájaros a los pintores y los pintores de nuevo a los poetas para escuchar mejor a los pájaros, prendidos todos ellos, por ejemplo, de los timbres del mirlo,» de voz bellísima y madura – comenta Howard -, con los modos de sus tonadas diversos, a menudo hermosos, serenos y calmantes, a veces humorísticos o extraños, y con frecuencia de carácter pastoril, porque la canción de cada pájaro se compone de muchas de esas tonadas, ideadas por él y cantadas luego con variaciones improvisadas sobre la idea original si está de humor».

(Imágenes:- 1.- Sonja Braas.- 1991.- you-hare-ere.-26.-melisaki/ 2.-Indra Grusaite.- Indra Grusaite. tumblr/ 3.-New York Historical Society/ 4.-René Magritte/ 5.-anónimo francés del siglo XVll)

SOBRE LA BELLEZA

«La belleza es una cosa que no se discute – comentaba André Roussin -. La belleza, lo mismo que el genio, posee una dimensión excepcional, nos impresiona de inmediato. En un segundo movimiento, incluso se la puede analizar, descomponer en sus varios elementos y discutir su armonía y equilibrio estético. Pero a primera vista es una cosa que perturba, que nos quita el aliento, y de la cual no nos preguntamos siquiera el porqué. Frente a la belleza, uno se queda petrificado; por el contrario, el encanto implica comunión, y es precisamente él (y no la belleza) el que hace surgir el amor. La belleza perturba, pero no seduce necesariamente. Perturba tanto que ni siquiera apetece ir a verla de cerca; se la admira en silencio, a una distancia respetuosa. Esto no quiere decir que una persona hermosa no pueda ser también encantadora; afortunadamente existen casos (y son los casos ideales) en los cuales ambas cosas marchan juntas».

Santayana se acercaba también a estas palabras: «La Belleza, tal como la sentimos, es algo que no puede describirse. No se podrá decir jamás qué es ni qué significa. Se expande sobre un objeto sin saber por qué. La belleza existe como existe un hermoso objeto o el mundo donde se encuentra situado ese objeto, o nosotros mismos que miramos a ambos. Es una experiencia: y no hay nada más que decir sobre ella». Thomas Traherne buscaba la definición: «El orden es la belleza misma de la belleza». «Lo que la Imaginación aprehende como Belleza debe ser Verdad, existiera o no antes – decía Keats en una carta del 22 de noviembre de 1817 -, porque de todas nuestras pasiones, tengo la misma idea que del amor; en su más sublime forma, todas ellas son creadoras de Belleza esencial».

«Yo amaba no se qué… -confesaba Shelley en 1821 -, en los vientos y los árboles y las corrientes; en todas las cosas más simples, en la música y en los dulces acentos inconscientes de los animales y en esas voces que son humanas y que tienden a expresar algún sentimiento que les sea propio; en los suaves movimientos y extraña sonrisa de una mujer, en las flores y en las hojas, en la hierba fresca abierta y que muere en el otoño…».

(Imágenes:-1.-Lothar Wolleh.-1966.-Olivier Wolleh.-Master of Photography/ 2.- Snejana Onopka para Vogue Nippon.-septiembre 2007/ 3.-Thomasz Kaluzny)

TRÁFICO DE SUEÑOS

«Los sueños pueden comprarse, venderse, robarse. El Regente Masatoki tenía dos hijas que eran medio-hermanas. La menor soñó que el sol y la luna caían en su regazo. Al despertar se dijo: «Debo preguntarle a Masako el signifcado de mi sueño». Masako era la hermana mayor, versada en la historia, la mitología y la interpretación de los sueños. Mientras oía el relato de su hermana, Masako pensaba: «Qué sueño más extraño. Y más extraño aún  que no sea un hombre sino una mujer la que lo haya soñado». Masako sabía que la persona que soñase ese sueño estaba destinada a gobernar un día al Japón. Astuta y ambiciosa, decidió apoderarse del sueño y le dijo a su hermana: «¡ Pobre de ti! Es un sueño infausto y terrible. Deberías deshacerte de él lo más pronto posible». La otra le contestó apenada: «¿Cómo se puede uno deshacer de un sueño?». «¡Véndelo!», respondió Masako. «Pero, ¿quién va a querer comprar un sueño de mal agüero?». «Yo te lo compraré», dijo Masako. «¿Tú? ¿ Y cómo podría yo resistir ver que sobre ti cae la desdicha que me está destinada?» «No te preocupes», replicó Masako, «los sueños comprados pierden su maleficio». El precio del sueño fue un antiguo espejo chino. La hermana menor regresó a su habitación diciéndose: «¡ Al fin lo tengo! Ya es mío ese espejo que tanto he deseado…». Sólo muchos años después, cuando Masako gobernó de facto al Japón (1220- 1225), la hermana menor se dio cuenta de lo que había perdido al vender su sueño».

Arhur Waley: «Tráfico de sueños»


(Imágenes:- 1- dormitorio 2008.-  foto:  Julia Fuillerton -Batten.- Randall Scott Gallery.-artnet/ 2.-el desplazamiento de los pájaros.- Sotatsu.- indiana.edu)