EL PARÍS DE ATGET

Todas las ciudades tienen una nube de fotógrafos retratando su historia, recogiendo misterios, los misterios del país, sus comercios, fuentes, escaparates y contrastes. Sobre todo,  las sorpresas que el propio fotógrafo descubre tan sólo inclinando un poco su cabeza y retorciéndose el cuello para captar ese instante que parecería nimio y que en cambio será deslumbrante. 

Atget es uno de esos fotógrafos por encima del tiempo. Las ciudades guardan muchos recovecos que los fotógrafos descubren. Son pequeñas cosas que sorprenden desde las plazas, las aceras,  gentes que van y vienen y quedan inmortalizadas por el ojo despierto, atento y singular. 

Ocurre así, por ejemplo, en París. París ( que parecería una ciudad tan conocida por el mundo durante siglos) esconde muchos otros París muy distintos, cada uno con su rostro y costumbres. Si  eso sucedía ya en tiempos de Atjet, tiempos de blanco y negro, no digamos nada ahora con el multicolor recorrido de acentos y vestidos, pasos que da el habitante cuando camina  con  sus lenguas y rostros diversos, y enarbola el legítimo brazo contra las desigualdades suscitado en un París tantas veces violento.

José Julio Perlado

(Imágenes—Eugene Atget-: 1 – place Saint- Sulpice -1910-1911/ 2- organillero – 1898/ 3-avenida de los Gobelinos 1925/4- intentando ver el eclipse de 1912)

PICASSO Y BRASSAÏ


”El día en que Brassaï fue a fotografiar las esculturas de Picasso — así lo cuenta Patrick O’Brian en su vida de Picasso — el artista abrió la puerta ” y contemplamos una nación de figuras en toda su resplandeciente belleza”. Brassaï se encontró ante un Picasso “directo, sin afectación, carente de arrogancia, amable y natural”.
Vienen estas evocaciones aquí cuando se anuncia que a partir del 19 de octubre se exhibirá la obra de Brassaî en el museo Picasso de Málaga.—.” Picasso -dice O’Brian —también tomó simpatía a Brassaï y le propuso ir al circo, a su viejo y amado circo Medrano, en el que no había estado hacía años. Acudieron los dos y el circo no había cambiado: allí estaban los mismos payasos, los gruesos caballos, los flacos acróbatas, las fieras y los mismos olores. No fue una gran función, pero Picasso se divirtió enormemente, se rió con los payasos y lo pasó en grande, mientras, durante toda la función, su hijo, que contaba once años, estuvo con la cara seria.

Aparte de otras muchas ocasiones, Brassaï ,en agosto de 1939, encontraría a Picasso en la calle de Grandes Augustins. Brassaî no había estado nunca allí. Picasso recibió amablemente a Brassaî y accedió a posar en la cervecería Lipp hablando con Pierre Matisse, en Flore firmando unos grabados, y en su estudIo.

Muchos años después, en 1960, volvieron a encontrarse una vez más y Brassaï demostró que era uno de sus muchos amigos que se negaba a formar parte del grupo de cortesanos en competencia entre sí, y hacía trece años que no había visto a Picasso,

De todos aquellos encuentros nacerían las “Conversaciones con Picasso’, un libro fundamental para conocer al pintor..

(Imágenes- Bassaí 1935 y 1945)