VACUNA Y ESPERANZA

”En Medicina se ha definido la salud —señalaba un médico contemporáneo — como “el silencio de los órganos”, como un vacío de sonidos corporales que hace que la corporalidad se sienta más ligera y volátil, una realidad muy próxima, pero casi ingrávida. Pero sería ingenuo pensar que “el silencio del cuerpo” es inerte. Sucede más bien lo contrario: no se advierte mientras todo marcha bien en él. “ La salud — recordaba el alemán von Gebstattel — es un trabajo constante. Salud consiste en la defensa victoriosa, pero sin pausa, de las posibilidades constructivas de la vida frente a su limitación , su hundimiento, su descomposición. Así es que cada aliento, cada latido, cada trago, cada comida, tiene también este aspecto de estar al servicio y dirigirse hacia la progresión vital, siempre amenazada. “

En oposición a la salud, la enfermedad proclama la presencia del cuerpo, como una de las formas privilegiadas en que éste se nos hace presente, reclamando la atención que casi siempre le hurtamos. El dolor viene a recordar al hombre lo limitado de su ser, proyectándolo hacia sí mismo, mientras se hinca la atención en la carne dolorida.”

 

La noticia de la vacuna es la noticia de la esperanza. El bien futuro puede apetecerse con esperanza. Lo propio del bien esperado es ser arduo y difícil, pero posible. La esperanza se funda en la seguridad de que alcanzaremos el bien, lo “vemos venir hacia nosotros”. Por otro lado, el miedo es un sentimiento de impotencia, un verse amenazado por un mal inminente que es más poderoso que nosotros. La propia vida humana tiene la estructura de la esperanza, ya que ésta se funda en la expectativa de alcanzar en el futuro el bien amado arduo. La ilusión se nutre de esperanza, de vitalidad y energía para emprender la acción. Es una motivación para actuar.

 

(Imágenes—: 1- Nora Heysen -feminine/2- Ansel Adam/  3- artista irani- 1700)

EL BOSCO Y EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

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El Museo del Prado ofrece en estos días algunos de los secretos de El Bosco,  el reverso —señala— del “Jardín de las Delicias”. Numerosas interpretaciones se han hecho de  este célebre y enigmático cuadro. Alguna de ellas relacionando aspectos de este lienzo con situaciones de nuestra época.  El inglés John Berger, por ejemplo, bajo el título “Contra la gran derrota del mundo’, escribía en 1999 ( y lo incluyó en su libro “El tamaño de una bolsa”)  que “la profecía  que entraña la visión del infierno en este cuadro no se encuentra  tanto en los detalles  — por pintorescos y obsesivos que sean — como en el conjunto. O para decirlo de otro modo, en lo que constituye el “espacio” del infierno.

 

Es un espacio sin horizonte. Tampoco hay continuidad entre las acciones, ni pausas, ni senderos, ni pautas, ni pasado ni futuro. Sólo vemos el clamor  de un presente desigual y fragmentario — decía Berger—. Está lleno de sorpresas y sensaciones, pero no aparecen por ningún lado las consecuencias o los resultados de las mismas. Nada fluye libremente; solo hay interrupciones. Lo que vemos es una especie de delirio espacial.

Comparemos este espacio con lo que se ve, por lo general, en los anuncios de publicidad, en el típico telediario o en muchos de los reportajes realizados en los diferentes medios de comunicación. Nos encontramos ante una incoherencia similar, una infinidad similar de emociones inconexas, un frenesí similar.

Lo que profetizó El Bosco es la imagen del mundo que hoy nos transmiten los medios de comunicación,  bajo el impacto de la globalización  y su necesidad de vender incesantemente. La profecía de El Bosco y esta imagen del mundo parecen un rompecabezas cuyas piezas no encajarán nunca.

(…)

Lo que nos recuerda la pintura de El Bosco es que el primer paso en la construcción de un mundo alternativo ha de ser  rechazar la imagen del mundo que nos han impuesto y todas las falsas promesas empleadas por doquier para justificar e idealizar la necesidad insaciable de vender. Es vital que encontremos otro espacio.

En primer lugar, tenemos que encontrar un horizonte. Y para eso hemos de volver a tener esperanza, en contra de lo que el nuevo orden pretende y perpetra.

 

La esperanza, sin embargo —  prosígue Berger— , es un acto de fe y la fe  para  sostenerse precisa de acciones concretas. Por ejemplo, la acción de “aproximarse”, de calcular la distancia y “caminar hacia el otro”. Esto conduciría a una colaboración que se opone a la discontinuidad. Resistir no significa solo negarse a aceptar la absurda imagen del mundo que se nos ofrece, sino también denunciarla. Y cuando el infierno es denunciado desde dentro, deja de ser infierno.”

 

 

(Imágenes- 1- El Bosco / 2- Raymond Depardon/ 3- Max Ernst/ 4-  El Bosco)

SOBRE LA ESPERANZA

  Berger- vvu- John Berger en Estrasburgo- dos mil nueve- wikpedia

 

  «La gente me dice que encuentra esperanza en mi trabajo  –  confesaba John Berger en una entrevista -. Me siento bien al escucharlo, pero no reconozco de qué forma aparece la esperanza en mi obra. No es que no crea en la esperanza, sino que no soy consciente de la esperanza que introduzco en mi obra. No creo que se pueda generar esperanza conscientemente, se trataría de algo falso. Sin embargo, la esperanza, como una emoción de contrabando, acaba apareciendo. Hay una enorme confusión en Occidente sobre el optimismo y el pesimismo. Me parece una concepción sumamente ridícula. La esperanza no es una promesa ni una póliza de seguro. La esperanza tiene que ver con el deseo de algo. No se trata de alcanzarlo u obtenerlo. La esencia de la esperanza es llegar a ser. Llegar a ser otro. Creo que la esperanza, en este sentido, se parece mucho a rezar».

(Imagen.- John Berger en Estrasburgo- 2009 -Wikipedia)

DRAMA Y TRAGEDIA

teatro.-67gff.-por Louise Dahl-Wolfe.-all-art.org «La tragedia es limpia. Es tranquilizadora, es segura…» escribe Jean Anouilh en su «Antígona«. En el drama, con sus traidores, la perfidia encarnizada,la inocencia perseguida, los vengadores, las almas nobles, los destellos de esperanza, resulta espantoso morir, como un accidente. (…) La tragedia es tranquilizadora porque se sabe que no hay más esperanza, porque se sabe que uno ha caído en la trampa (….)  En el drama el hombre se debate porque espera salir de él.» teatro.-8grg.-Gérard Uféras.-Teatro della Fenice.-Venecia.-1992 El drama y la tragedia se han tratado y comparado en tantas ocasiones que se anillan los libros y las citas, entre ellas las de Steiner o las de la «Nueva Enciclopedia» de Alberto Savinio, al que a veces me he referido aquí. Cuando leía la obra de Anouilh, el excelente profesor que entonces tenía me recordaba que la vida es drama y no tragedia, y ese convencimiento lo he tenido siempre. La vida es combate, lucha, y cuando, por ejemplo, en el periodismo, se estudian las cuestiones de interés humano dentro de los factores noticiosos, el conflicto como  tema emerge vibrante, junto a otras cuestiones como lo extraordinario, la solidaridad, la compasión, el progreso o el suspense.

teatro.-88he.-Félix Vallotton.-1909

El conflicto es, pues, la nuez del día, es lo que hay que resolver, es primeramente la lucha de uno consigo mismo, a la vez la lucha con el mal y la sombra, a la vez la lucha con ciertas coordenadas de la sociedad. Se diría que todo es felizmente dramático y no trágico, porque todo tiene solución, hay que encontrar la llave de la solución, dar con el punto de la llave con el que la cerradura gira y se abre a la luminosidad de la esperanza. Gabriel Marcel, al que conocí en París, dedicó hondas páginas a la esperanza. Y la esperanza siempre está al fondo del drama.

Atravesando los bosques del drama cotidiano – no precisamente de la tragedia – se encuentra el fin de la incertidumbre, una incertidumbre que volverá a aparecer mañana como, puntualmente, nos aguardará la esperanza.

 (Imágenes:- 1.-Louise- Dhal Wolfe-all art-org/ 2.-teatro de la Fenice.-Venecia.-1992/ 3.-Félix Vallotton.- en el teatro.-1909)