CLARICE LISPECTOR, 100 AÑOS

 


“Cuando aprendí a leer, devoraba los libros , y pensaba que eran como un árbol, como un bicho, algo que nace— contaba Clarice Lispector —.No sabía  que había un autor detrás de todo. Luego descubrí que era así y dije: “Yo también quiero”. En el “Diario de Pernanbuco”, los jueves, publicaban cuentos infantiles. Yo no me cansaba de mandar mis cuentos, pero nunca los publicaban, y yo sabía por qué. Porque los otros decían: “ Érase una vez y esto y lo otro …” Y los míos eran sensaciones.”

 

“Yo antes quería ser los otros para conocer lo que no era yo. Entonces entendí que yo ya había sido los otros y que eso era fácil. Mi experiencia más grande sería  ser el otro de los otros: el otro de los otros soy yo.”

“Mi única salvación es la alegría. Yo estoy — a pesar de todo, oh, a pesar de todo — alegre en este instante-ya que pasa si yo no puedo fijarlo en palabras. Estoy alegre en este mismo instante porque me niego a ser vencida, y entonces amo. Como respuesta. El amor impersonal, el amor it, es alegría, incluso el amor que no sale bien, incluso el amor que termina. Y mi propia muerte y la de los que amamos tiene que ser alegre, no sé todavía cómo, pero tiene que serlo. Vivir es esto, la alegría del it. Y conformarme no como vencida sino en un “allegro” con brío.”

(A los cien años del nacimiento de Clarice Lispector)

 

 

(Imágenes— : 1- Clarence Holbrook/ 2- Dan Flavin/ 3-Luke Buser/ 4- Gunther Forg- 2008)

ÉRASE UNA VEZ UN PÁJARO

 

 

 

“Respondí  que lo que realmente me gustaría sería poder escribir un día una historia que empezase así:”Ērase una vez…” ¿Para niños?, me preguntaron. No, para adultos, respondí ya distraída, ocupada en recordar mis primeras historias de los siete años, que empezaban todas con “Érase un vez” —confesaba la escritora  Clarice Lispector —; yo las enviaba a una página infantil de los jueves del periódico de Recife, y ninguna, pero ninguna, fue publicada. Y es fácil saber por qué. Ninguna contaba exactamente una historia con los hechos que una historia necesita. Yo leía  las que publicaban y todas contaban un acontecimiento. Pero si ellos eran tozudos, yo también.

Pero desde entonces yo había cambiado tanto, quién sabe si ahora ya estaba preparada para el verdadero “Érase una vez”. Me pregunté enseguida: ¿y por qué no empiezo? ¿Ahora mismo? Sería simple, sentí.

Y empecé . Después  de haber escrito la primera frase, vi inmediatamente que aún me era imposible. Había escrito: “Érase una vez un pájaro, Dios mío.”

 

(Imagen —Joseph Cornell)