LIBROS DE MUJERES, LIBROS DE HOMBRES

 

 

“A mí de pequeña — dice la escritora norteamericana Lorrie Moore en “A ver qué se puede hacer” —, me gustaba más escuchar hablar de fiestas que asistir a ellas. Me gustaba llamar a una amiga el día siguiente y escuchar lo que me contaba. Quería chismes, narraciones de tercera mano. Mis lecturas eran dispersas, aleatorias, asistemática.s. No era una de esas lindas adolescentes que pasaban sus veranos leyendo todo Jane Austen.  Mis libros preferidos eran “El gran Gatsby” de Scott Fizgerald y “Tan buenos amigos” de Lois Gould. Más adelante, como tantas (de las “atribuladas”) descubrí a las Bronté. Se entra en estos libros realmente grandes, realmente incómodos, como en un sueño febril; de hecho, los sueños afiebrados figuran prominentemente en ellos. Son libros situados en la enfermedad, a la que no le tienen miedo. Y eso es lo que los hacía tan maravillosos para mi. Estaban en el medio de algo desorganizado. Pero no parecían ajenos en lo más mínimo. De hecho, pocas cosas escritas por mujeres  me parecían ajenas. Los libros de mujeres eran como grandes amigas, un alivio.  Aparecían en el jardín de adelante y saludaban con la mano. Para llegar a los libros de hombres, había que caminar una cierta distancia, recorrer un trayecto, aunque como lectoras, las chicas, estábamos bien entrenadas para la caminata y no aprendimos a estar molestas y sentir recelo hasta más tarde. Un libro escrito por una mujer, un libro que empezó cerca, en el pórtico del corazón , era un regalo, una alegría, y finalmente, pienso que esa es la razón por la que las mujeres que se transformaron en escritoras lo hicieron: para crear más libros en el mundo escritos por mujeres,  para darse a sí mismas más cosas para leer.”

(Imagen —-Anne Siems)

PROFESIONES Y TRABAJOS

 

 

“Me siento más feliz y más integrado – confesaba Paul Auster – cuando estoy trabajando, cuando estoy escribiendo, cuando estoy ocupado en un proyecto. No es que escribir sea fácil; puede ser tremendamente difícil, pero incluso el esfuerzo vale la pena. A veces me pregunto: ‘¿Por qué hago esto? ¿Qué sentido tiene escribir libros, pasarme así la vida?”. La única explicación a la que he llegado alguna vez, lo único que tiene cierto sentido para mí, es que para escribir tienes que dar todo lo que tienes. Es un esfuerzo total, y has de exponerte por entero, tienes que dar y dar y dar. Y debes hacer un esfuerzo máximo todos los días. Creo que hay pocos trabajos en el mundo que te exijan tanto. En cualquier otra profesión puedes escaquearte. Contar con establecer ciertos hábitos, echar mano de la pereza, tener días en los que no necesites realizar el máximo esfuerzo, tanto si eres abogado, como médico, barrendero o fontanero. Así que cuando me levanto del escritorio al final de una jornada de trabajo, aunque no haya conseguido nada, aunque haya tachado hasta la última línea que haya escrito, puedo al fin levantarme y decir : “ He dado todo lo que tenía. Estoy agotado, y he hecho todo lo que he podido”. En cierto sentido, vivir con ese nivel de intensidad hace que te sientas más humano.”

 

 

(Imágenes-1- tadega – net / 2- centro de Manhattan – Christopher Rini)

VOZ DE RICHARD FORD

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«He pensado a veces que ha de ser muy difícil comenzar a escribir hoy- dice Richard Ford -, en un tiempo universitario en el que relatos y novelas son reducidos a  la condición de textos a los que se atribuye el significado opuesto al que evidentemente tienen y cuyos privilegiados autores creen insensatamente que tienen; en el que se piensa que la literatura está en quiebra y es aburrida, y que el escritor es la ridícula figura que la escribe; y en el que lo que uno pensaba que no era bueno resulta que era  excelente, sólo que uno no era de la raza, la orientación sexual, ni el sexo adecuados para comprender en qué consiste la excelencia.

(…) Como escritor no creo en «grupos». Las generalizaciones – sobre las mujeres o los hombres, los negros o los blancos – nunca se han compadecido bien con mi experiencia. Para mí, una especie de dios que revele la verdad sólo existe en los detalles. He aquí una de las atrayentes presunciones de la literatura: la de ser específica y afrontar a menudo el reto de poner a prueba la verdad de la sabiduría convencional con detalles (incluso detalles inventados), y hasta de constituir la pretendida sabiduría si la encuentra defectuosa. Lo que yo quería no era hablar en nombre de mi grupo, sino simplemente de mí mismo, aún cuando pudiera estar equivocado, resultar ofensivo o ser finalmente reprendido.

(…) Mi modesta esperanza para los jóvenes escritores – también los que habéis ganado premios como los que no los habéis obtenido, pero tenéis las mismas posibilidades de llegar a ser buenos escritores-, es la misma que abrigo para mí y para los lectores: que no seáis tímidos. Que no dejéis que los otros os intimiden; que no penséis que ser escritor es sólo una profesión más con otro conjunto de redes que dominar, otra escalera a la que subir, otro conjunto de personas mayores bien instaladas a las que impresionar. Puesto que nadie podrá deciros qué escribir ni cómo, estáis autorizados a tener vuestra propia visión, pero vuestra vida ha de tener el valor suficiente para volcarla en palabras de la mejor manera que os sea posible».

(pequeño recuerdo de Richard Ford en el día en que recibe el Premio Princesa de Asturias de las Letras) 

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(Imágenes.- Richard Ford.-británica com y ritmos 21)