“MÉTODOS DE DELIRIO”

 

 

“Cuando se le preguntaba a Marguerite Yourcenar a qué llamaba ella “métodos de delirio” a la hora de escribir, contestaba que eso era igual a métodos de contemplación. “Los  empleo siempre —decía—. Cuando digo delirio, hablo de lo exterior. Para el público es un delirio; para el que se dedica a ellos es la cumbre de la sabiduría. En primer lugar, ser novelista consiste, por supuesto, en dejarse acaparar por un personaje, pero consiste también en hacer un silencio total de ideas, en eliminar todo lo adquirido, en hacer tabla rasa con todo. Esto parece tan opuesto al pensamiento, a la manera de vivir, de escribir, de conversar, donde siempre fabulamos tanto con nuestras ideas, que es extremadamente difícil explicarlo. En esos delirios de que hablo, no se fabula en absoluto. En la contemplación  tampoco: se elimina por completo, lo cual es muy diferente, para llegar a un cierto nivel de serenidad en el que las cosas se reflejan como en un mar calmo.

Lo que siempre se recomienda, y es súmamente difícil alcanzar, es lo que los sabios hindúes llamaban “la atención”, una atención que elimina los tres cuartos, los nueve décimos de lo que se cree pensar, cuando en realidad no se piensa: se ensamblan fragmentos de ideas que ya están allí. Lo que tiene que hacer uno es fijar un punto que no se abandona, que no se deja ni un minuto. Es muy difícil realizarlo: hay toda clase de astucias, distintas maneras de llegar a ese estado. Los  considero absolutamente esenciales. Además , no se debe confundir la meditación con el sueño. La meditación es una actividad diurna. De noche se duerme, o bien se tienen o se sufren sueños.”

 

 

(Imágenes —1 – Marguerite Yournenar/ 2- Jessie Wilcox Smith)

EL DIARIO COMO ESPEJO

escribir-ubbg -Lucien Lévy- Dhurmer

«Amo los espejos – escribía en su Diario María Lenéru en septiembre de 1899 -, me gusta rodearme de ellos. Ante todo, multiplican la luz, pero los amo porque me encuentro en ellos. No escucharse ni hablar, no moverse ni respirar, con esbozos de soliloquios que nos llevan a esta preciosa conclusión: que el yo es la más intangible de las cosas fugitivas, y no es, evidentemente, más que una ilusión de hábito (… ) Yo digo : María, y estudio mi fisonomía como la de una extraña; pues nuestra experiencia nos enseña poco más o menos todo lo que sabíamos de nosotros».

María Lenéru se mira en el espejo de la página y la página le va mostrando rasgos de su interioridad;  en su Diario habla también de sus manos. «D´Annunzio dice – escribe ella en enero de 1900 – que la mano revela el cuerpo; en todo caso, revela el alma. Tengo, de modo absoluto, la superstición de la mano; no de sus líneas, como los quirománticos, sino de su forma. Jamás he hallado un

 

manos-uhtt- Hans Holbein- mil quinientos veintitres

 

ser simpático con manos horrorosas. La mano, que no es más que gestos, debe ser más plástica que el rostro; se es más responsable de sí misma».

Las manos, pues, escriben sobre la superficie del espejo y el Diario, poco a poco, va surgiendo. Ahora ha publicado Anna Caballé  un interesante diccionario de Diarios españoles y en su espejo varios diaristas reflejan, cada uno a su modo, sus confesiones íntimas. Pero el espejo no siempre ahonda en la interioridad del

 

escribir-nnii-Isa Marcelli

 

escritor sino que se abre igualmente a las preguntas. En el Diario de Víctor Hugo del 25 de julio de 1847, anota la gran figura de las letras:»¿Cómo escribir, fríamente, cada día, eso que yo he aprendido o he creído aprender? ¿Y eso a través de las emociones, las pasiones, los asuntos, las preocupaciones, las catástrofes, los acontecimientos, la vida? Por otra parte, estar emocionado, es aprender. Es imposible, cuando se escribe todos los días, no hacer otra cosa que apuntar

 

escritores- bbvvu- Victor Hugo- foto de la Galería conremporánea, literaria,artística- wikipedia

 

mientras se hace camino aquello que nos ha impresionado. Eso es lo que yo he acabado por hacer». «Cosas vistas» titula Victor Hugo su Diario y lo que él ve, por ejemplo, en el motín del 12 de mayo de 1839 en París es lo siguiente: » Hace una media hora, seis o siete obreros jóvenes han venido hasta aquí cargando con fusiles que apenas sabían manejar. Eran adolescentes de catorce o quince años. Han preparado sus armas en silencio entre los vecinos y los transeúntes que miraban lo que hacían, luego han invadido una casa donde no vive más que una vieja y un niño pequeño. Allí han sostenido un asedio de algunos momentos. El tiroteo que he tenido que aguantar fue por causa de algunos de ellos que huían por la calle Saint- Claude».

El espejo del Diario se hace aquí reportaje y el ojo de Hugo nos acerca a las calles -las entrañas – del cuerpo de la Historia.

 

 

espejos-rrbbyy- Vivian Maier- autorretrato- mil novecientos sesenta

(imágenes.- 1.-Lucien Lévy-Dhurmer/ 2.-Holbein- 1523/ 3.-Isa Marcelli/ 4.-Victor Hugo- Galería contemporánea, literaria, artística- Wikipedia/ 5.-Vivian Maier- autorretrato- 1960)

LA ESCRITORA VIVE AQUÍ

escritores.-42cv.-Clarice Lispector.-foto Claudia Andujar

«La escritora vive aquí», así tituló sus semblanzas literarias – el perfil de sus obras, pero sobre todo de sus casas – Sandra Petrignani (Siruela) hablando, entre otras figuras destacadas, de Karen Blixen , Grazia DeleddaMarguerite Yourcenar. Pero las casas de muchas escritoras (de muchos escritores) tienen, además de los muros y de las ventanas, de las mesas, los jardines, los objetos útiles o los objetos preciosos, unos espacios silenciosos que comunican con pasillos de soledad y éstos a su vez abren las puertas a las habitaciones del reposo y en el reposo suele vivir la concentración, y en torno a la concentración hallamos nuevamente la soledad y el silencio.

escritores.-09jj.-Marguerite Duras

«La soledad de la escritura – decía Marguerite Duras en «Escribir» (Tusquets) – es una soledad sin la que el escribir no se produce, o se fragmenta exangüe de buscar qué seguir escribiendo.(…) Alrededor de la persona que escribe libros siempre debe haber una separación de los demás. Es una soledad. Es la soledad del autor, la del escribir. Para empezar, uno se pregunta qué es ese silencio que lo rodea. Y prácticamente a cada paso que se da en una casa y a todas las horas del día, bajo todas las luces, ya sean del exterior o de las lámparas encendidas durante el día. Esta soledad real del cuerpo se convierte en la, inviolable, del escritor.»

escritores.-56bnn.-Clarice Lispector

«Es la gran responsabilidad de la soledad. – recordaba a su vez la excelente escritora brasileña Clarice Lispector – En cuento a mí, asumo la soledad. Que a veces se extasía como ante los fuegos artificiales. Soy sola y tengo que vivir una cierta gloria íntima que en la soledad puede convertirse en dolor. Y el dolor, en silencio. Guardo su nombre en secreto. Necesito secretos para vivir.»

También repetía Duras: «Cuando yo escribía en la casa todo escribía. La escritura estaba en todas partes. Y cuando veía a mis amigos, a veces no acertaba a reconocerlos.(…) Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un contrasentido. Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. Un escritor es alguien que descansa, con frecuencia, escucha mucho. No habla mucho porque es imposible hablar a alguien de un libro que se ha escrito y sobre todo de un libro que se está escribiendo. Porque un libro es lo desconocido, es la noche, es cerrado, eso es. El libro avanza, crece, avanza en las direcciones que creíamos haber explorado, avanza hacia su propio destino y el de su autor, anonadado por su publicación: su separación, la separación del libro soñado, como el último hijo, siempre el más amado.»

Por eso cuando se entra en las casas de las escritoras  (de los escritores) el silencio nos abre el picaporte de la soledad y la soledad nos abre las ventanas del silencio.

(Imágenes:- 1.-Clarice Lispector.- foto Claudia Andújar/ 2.-Marguerite Duras.-1955.-foto Lipnitzki- Roger Viollet.-Getty images/3.-Clarice Lispector–hoyesarte.com)