“Recuerda ahora aquellas efigies tumbadas: emperadores, pontífices. Sueños horizontalmente dormidos en San Pedro, en Santa María la Mayor, en iglesitas diminutas o en basílicas amplias. De nuevo rostros y gentes que había visto en Roma a lo largo de siglos y en donde el tiempo ha ido recogiendo pliegues de togas en cada dinastía hasta dejar esas cortas chaquetas de azul vivo y botones de nácar que cruzan en automóviles la esquina de via Condotti o de via Frattina. El tiempo no había logrado suprimir el boquiabierto asombro de las máscaras trágicas y cómicas, asomadas a los mosaicos de las villas y reproducidas ahora en discusiones callejeras por Monte Sacro o por Pietralata. El tiempo lo había bañado y lavado todo: sirenas y faunos, caballos, una hoja seca de laurel, tritones y gruesas matronas, hierbas contra los puentes y columnas derribadas a punto de transformarse en cal…
Ahora, cerca del Pantheón, sonó una guitarra y un acento fuerte y dulce cantó en dialecto romano:
”Roma che la piu bella
Roma che la piu bella
sei der monno…
io canto sto stornello
io canto sto stornello
e te co manno…”
José Julio Perlado —( “El viento que atraviesa”)
(Imágenes—1- Piazza del Popolo- segwayfuncome/ 2-Constante Moyaux- Roma vista desde la villa Medicis- 1863)