DESCRIPCIÓN DE UNA SIESTA

 


“ Son las cinco y media de la tarde— escribe Pla en “El cuaderno gris” —.Hace un tiempo un poco bochornoso, pesante. Las puertas del local que dan al jardín del Ateneo, están abiertas y por ellas entra el rumor sordo de la ciudad. En la Peña hay poca gente. La conversación se produce en voz baja. Don Pere Rahola duerme en un sillón. Hace media hora que  duerme con una beatitud admirable, la cabeza recostada en el respaldo del asiento, la boca medió abierta bajo el bigote abultado, de guías también un poco cyranescas — dicho sea de paso. Respira profundamente y cuando el pecho retoma aire se produce un ronquido amplio y grave. Cada vez que se produce el ruido, los pocos contertulios del local miran al durmiente con una mirada de respeto y de sorpresa; después  se miran mutuamente y no saben, notoriamente, qué palabra tienen que formular. Cada tarde — desde hace muchos años -~ se produce idéntico, impresionante espectáculo. Don Pere va sin nada en la cabeza. A veces me he imaginado el efecto que haría si durmiese con el sombrero puesto. Su calva es fresca, ligeramente rosada. De su persona irradia un perfume de “Piver, rue de la Paix”. Los cabellos  que le rodean la calva le hacen una curva vuelta hacia arriba — una especie de percha en miniatura. Don Pere lleva el bigote y la barba admirablemente cuidados.  Es una barba que no es ni grande ni pequeña; no es fluente y africana como la que llevaba Jaume Brossa, ni metafísica y puntiaguda como una teta de cabra; es una barba sólida, justa y adecuada al prestigio social de la persona que la ha segregado. Bajo la barba , don Pere lleva un plastrón de calidad densa y lujosa. Sobre el plastrón, una perla pálida. Viste de color gris. En el meñique de la mano izquierda — que reposa sobre el brazo del asiento — montado sobre un anillo, un pequeño brillante de un resplandor confortable.”

 

 

 

(Imágenes-: — 1- Albert Gleizes- 1913/ 2- Odilón Redon)

SABER ESCUCHAR

 

 

La muerte de Larry King, el gran periodista y entrevistador norteamericano nos acerca a ese recinto de las preguntas y las respuestas en  donde reposa todo diálogo. Saber escuchar en la vida es muy importante, y en el campo de la prensa eso es vital. Se pregunta, y se escucha con atención, no distraídos ni obsesionados con formular la siguiente pregunta. El “saber escuchar” es tan esencial como el “saber mirar” para conseguir un retrato, no sólo exterior, sino interior del personaje, ese “escuchar bien o al menos dar la impresión de que se escucha bien — decía Pla en “El cuaderno gris” —; y también es muy útil — añadía— decir, de vez en cuando : “¿Quiere  hacer el favor de repetir lo que decía hace un momento? “ “¿ Tendría la amabilidad de aclararme el concepto a que aludía hace un instante?” Los hombres quieren ser escuchados. Es lo que les gusta más (…) La forma más activa y disimulada  — es decir, más eterna —de la adulación es saber escuchar de una manera natural, activa y discreta. Contribuye mucho a llegar a esta naturalidad no cometer la tontería de mostrar lo que uno sabe realmente. Los propios conocimientos  — si es que se tiene alguno  — se han de saber disimular hasta el punto justo, sin caer, en cambio, en el extremo de acentuar demasiado la propia estupidez…”

Hasta aquí, Pla.

Lo importante es saber escuchar  no sólo en el periodismo sino en la vida.

José Julio Perlado

 

(Imágenes—1-Vincent Giarrano/2- Juan Gris)