COMO REPARTIR MI FORTUNA

“Pertenezco a esa categoría de dilapidadores de fortunas imaginarias. Por lo menos una vez a la semana, la víspera de los resultados de la lotería, celebro una fiesta secreta en la que dispongo pródigamente del premio deseado. En tantos años noto que la manera de disponer de esta fortuna mental — confiesa Julio Ramón Ribeyro en su ”Diario” — carece de fantasía y sigue siempre las mismas variantes. Una parte para mí, otra para mi mujer, otra para mi hijo, exactamente iguales. Una cuarta parte, cuyo montante varía de semana en semana según me sienta más o menos generoso, está destinada a nuestras familias. En lo que respecta a mi parte, reservo un porcentaje para ayudar a artistas y escritores, mediante becas o premios, que les permitan vivir un tiempo con holgura, dedicados completamente a la creación. El resto ya está distribuido: una casa en Lima, frente al mar; un pequeño coche para recorrer el Perú; una buena biblioteca y dinero en algún banco o negocio seguro que me permita vivir sin dependencia el resto de mi vida. Tanto he pensado en esto que diría casi que lo he vivido y si alguna vez me llega no me produciría ninguna sorpresa. Diré simplemente: ” Bueno, ya era hora, procedamos.”

(Imágenes—1- Marinus van Reymerswaele- 1539- museo del Prado/ 2-Marka 2008-Societe realiste bronce- wwork)

EL COLOR DEL DINERO

 


“Diseñar un billete de banco es un complicado truco de magia. En parte intenta evocar la identidad nacional. También depende de otros indicadores de valor, como la precisión y la calidad de la producción para prevenir falsificaciones. Pero hay otros mensajes — así lo explica el británico Deyan Sudjic en “El lenguaje de las cosas”—: la modernidad, por ejemplo, suele expresarse mediante la ruptura con las convenciones del diseño de billetes, y esto puede servir como indicador de los valores culturales de los bancos centrales que los firman. El banco suizo los diseña ahora en formato vertical. Poco antes de la adopción del euro, Holanda se empeñó en hacer billetes que rompiesen  los recursos habituales del  diseño de moneda, y culminó el proceso con un flamígero girasol amarillo que ocupaba una cara entera del billete de cincuenta florines.

Pero el grabado en metal aún denota con más convicción el valor de un pedazo de papel que, por ejemplo, un dibujo en acuarela.

 

El dólar estadounidense  juega con la ventaja  de una iconografía imponente —  el ojo que todo lo ve, y esa famosa pirámide —, de modo que, pese a los ajustes que últimamente han debilitado el sentimiento de superioridad de la divisa, aún conserva una cierta aura. Parece valioso porque resulta complicado, gracias a todas esas volutas tipográficas arremolinadas, tan precisas y tan difíciles de dibujar. Parece valioso porque transmite la impresión de ser una revelación casi  divina. Y, por encima de todo, está el color. El verde es ahora, por supuesto, el color del dinero.

Siguiendo los pasos de Estados Unidos, los demás países conjuran a sus héroes nacionales, cuyas imágenes, grabadas con esmero, se utilizan para convencernos de que podemos confiarles los ahorros de las viudas y los huérfanos.

 

La elección del héroe adecuado está sujeta a múltiples consideraciones. Los británicos creen que estas figuras deben pertenecer casi obligatoriamente al siglo XlX, ser varones y estar equipados con un abundante vello facial. Tanto los británicos como los franceses solían inclinarse por el siglo XVlll, pero esta predisposición los obligaba a mostrar a sus próceres, poetas y filósofos adornados con pelucas.

Sea como sea, Gran Bretaña exhibe hoy en sus billetes de veinte libras, sin peluca y con el rostro afeitado, al escocés Adam Smith. La otra cara del billete, con un retrato de la reina, se concentra en una evocación del espíritu británico. El nombre del Banco de Inglaterra está inscrito en una caligrafía gótica de precedentes  dieciochescos, pero también recuerda el aspecto de los billetes  en la década de 1950, cuando los diseñadores empezaron a recuperar motivos gráficos del pasado.

 

 

(Imágenes—1–John Jeong- arario gallery- Corea/ 2-Jonnho Jeon – 2006/ 3– free Imagen/ 4- Marinus van Reymerswaele- 1539- museo del Prado)

LA DESAPARICIÓN DEL DINERO

 

 

“Creo que pocas veces he tenido mayor placer — dice uno de los personajes de una obra de Stevenson — que el que me proporcionó  la clasificación de aquellas monedas. Inglesas, francesas, españolas, portuguesas, del rey Jorge, Luises, doblones y guineas de a dos, moidores y cequíes, retratos de todos los  monarcas europeos durante los últimos cien años, raras monedas orientales que mostraban  extraños haces de cuerdas o trozos de tela de araña, monedas redondas y cuadradas, monedas  con un agujero en medio, como para llevarlas colgadas del cuello; todas las monedas del mundo, según creo, estaban representadas en aquella colección; en cuanto al número, eran como las hojas de otoño, de modo que me dolía la espalda de tanto agacharme y me dolían los dedos de manipularlas para contarlas.”

Ruido y tacto ante tantos hechos pasados, que inmortalizó la pintura y que ya no volverán ante el anuncio del inmediato futuro de la desaparición del dinero tal y como  hoy lo conocemos.

 

(Imágenes—1y 2- marinus van Reymeswaele- 1539 y 1540)

SOBRE LOS NEGOCIOS

 


“Y, por encima de todo aquello, en unas altas letras góticas que imitaban la caligrafía de quien la había legado a las generaciones venideras, se leía aquella célebre máxima: “ Hijo mío, atiende con placer tus negocios durante el día, pero emprende sólo los que te permitan dormir tranquilo durante la noche”.

Thomas Mann— “Los Buddenbrook”

(Imagen —Jonho Jeon arario gallery- Korea)