“Nuestro pueblo — decía Ortega—no admite lo distanciado y solemne. Reina en él puramente lo cotidiano y vulgar. Las formas de aristocratismo “aparte” han sido siempre estériles en esta península. Quien quiera crear algo — y toda creación es aristocracia — tiene que acertar a ser aristócrata en la plazuela. He aquí por qué, dócil a la circunstancia, he hecho que mi obra brote en la plazuela intelectual que es el periódico.”
Hoy Ortega tendría su “plazuela” en internet. Los numerosísimos artículos de Ortega acaban ahora de publicarse en la edición digital de sus Obras Completas. Son artículos y son ensayos. “Estos ensayos carecen por completo de valor informativo — dirá en sus “Meditaciones del Quijote” —; no son tampoco epítomes — son más bien lo que un humanista del siglo XVll hubiera denominado “salvaciones”. Se busca en ellos lo siguiente: dado un hecho — un hombre, un libro, un cuadro, un paisaje, un error, un dolor —, llevarlo por el camino más corto a la plenitud de su significado. Colocar las materias de todo orden, que la vida, en su resaca perenne, arroja a nuestros pies como restos inhábiles de un naufragio, en postura tal que dé en ellos el sol innumerables reverberaciones. Versan unos ensayos sobre temas de alto rumbo; otros sobre temas más modestos, algunos sobre temas humildes. Estos ensayos son para el autor — como la cátedra , el periódico o la política — modos diversos de ejercitar una misma actividad, de dar salida a un mismo afecto. Yo sólo ofrezco posibles maneras nuevas de mirar las cosas”, añadirá Ortega.
Y su “plazuela” donde mostrar la aristocracia de la creación o del pensamiento sería hoy, sin lugar a dudas, Internet.
(Imágenes—1- David Lyle/ 2-Henri Charles Guerard)