VIEJO MADRID (50) : ALGUNAS TERTULIAS

 


“Cuando yo llegué a Madrid en el año 1942  — contaba Fernando Díaz Plaja —, las tertulias estaban todavía en su apogeo y mi deslumbramiento ante ellas fue tal que a veces acudía a varias en el mismo día, a saber: aperitivo de la mañana en el café Gijón con Melchor Fernández Almagro, Vicente Gállego, Joaquín Calvo Sotelo y Mariano Rodríguez de Rivas.

A veces la alternaba con la del “Teide” donde estaba González Ruano en un rincón escribiendo sus dos o tres artículos diarios. Cuando los terminaba nos acercábamos a tomar el aperitivo con él, Alfonso Tovar, Mariano Gómez Santos, Martínez Barbeito. Después de comer y en el “Gijón” ocurría la más importante.  El “Santón” de la tertulia era Gerardo Diego, que apenas hablaba; su alma mater era García Nieto, que tenía habilidad y simpatía para conseguir que nadie se propasase en la crítica personal… me refiero a cuando estaba el aludido presente. La otra no  sólo era aceptada sino que resultaba incluso obligatoria.

La tertulia del Gijón compuesta por E. Azcoaga, García Luengo, Ponce de León, Víctor Ruiz Iriarte, Eugenio Montes (cuando estaba en España), Cela, J. J. Garcés, Suárez Carreño, Pedro de Lorenzo, Mediano Flores, erc terminaba como las otras sobre las cinco.
Tras salir del Gijón, todavía me quedaban dos tertulias que apurar en la jornada. A la hora del aperitivo nocturno me encaminaba a “Lhardy” que tenía una característica especial. La tertulia se hacía de pie en el salón de entrada mientras nos tomábamos un jerez seco o una combinación y la gente seguía entrando a comprar jamón y croquetas. Iban Luis Calvo, el doctor Sacristán, psiquiatra, el pintor Ignacio Zuloaga, el periodista Julio Camba.

Si la tertulia iba a continuar con la cena me trasladaba a “Chicote” donde se reunía alrededor de Miguel Mihura y su hermano Jerónimo un grupo de amigos como Joaquín Calvo Sotelo, Antonio Fernández Cid, José López Rubio, “Tono”.

Y aún me quedaba otra tertulia para después de cenar si  no lo hacía con los de “Chicote”, la del “Lyon d’ Or”, el café de Alcalá junto a Sevilla que presidía José María de Cossío y cuyo santón era Eugenio  d’ Ors, a quien acompañábamos al terminar la velada hasta su domicilio en la calle del Sacramento. Acudían el arabista Emilio García Gómez, los toreros Domingo Ortega y, cuando llegaba de Sevilla, Juan Belmonte, Edgar Neville y su novia Conchita Montes, el profesor Camón Aznar. Se hablaba de toros, de poesía, las dos especialidades de Cossío o de otras disciplinas. El caso, como en las demás tertulias de Madrid, era no quedarse callado.”

 

 

(Imágenes:—1- café Gijón/ 2- banquete a “Don Nadie” en “Pombo”)

MARINO GÓMEZ – SANTOS

 

 

“Las conversaciones con don Gregorio Marañón — contaba el excelente entrevistador y biógrafo Marino Gómez-Santos que acaba de  fallecer — se celebraron en su cigarral de Toledo durante varios fines de semana. Después del almuerzo y mientras doña Lola y sus hijas se retiraban a descansar, salíamos  a la pérgola, y en butacas contiguas, con la cabeza a la sombra, escuchaba yo el relato que esquemáticamente, pero con sentido crítico, me hacía don Gregorio. Más bien parco de palabra, se deleitaba, con generosa cortesía, en escuchar a sus amigos. He sido testigo en las sobremesas del cigarral y en las sesiones de los miércoles en su Instituto de Patología Médica del Hospital Provincial, en que intervenían como conferenciantes invitados, relevantes figuras de la Medicina, tanto españolas como extranjeras. Madariaga, que le admiró, decía de Marañón que ‘gastó no poco de su asombrosa vitalidad en domar al potro bravo que llevaba dentro.” Ello era compatible con su talante liberal y el respeto a la dignidad humana, su espíritu tolerante y comprensivo.”

De todas estas conversaciones y encuentros nació la gran biografía de Marañón que Gómez-Santos escribió.

 

 

“He vuelto a sentir la emoción palpitante de mi primer encuentro con Azorín, en su gabinete de trabajo. Entonces, el retrato con el rostro pletórico que aparecía en las solapas de sus libros, se había descarnado en perfiles cubistas. Hablaba pausadamente y su voz débil emitía un rosario de vocablos. Sólo casualmente respondía a mis preguntas y no era posible encontrar diapasón para el caso, porque con frecuencia enhebraba sus palabras en el guión escrito con lápiz en un pequeño bloc cuadriculado. Me resultaba imposible conseguir un relato ordenado, lineal, cronológico, trasunto de su prosa, tan personal. De su magisterio perduraban en la conversación reminiscencias del estudioso y divulgador de los clásicos castellanos; el interés por los libros raros y curiosos, los usos y costumbres de la vida parlamentaria de su tiempo; la tardía afición al cine.”

Alejandro Casona, Vicente Aleixandre, González-Ruano, Pablo Sorozabal y numerosos testigos de nuestro tiempo, tuvieron cabida en las entrevistas, biografías y retratos del excelente indagador de la cultura que fue Marino Gómez-Santos.

Descanse en paz.

 

 

(Imágenes—: 1- Marañón- revista “Caras y caretas”/ 2- Azorín- por Zuloaga- colección particular/ 3-Bernard FLeetwood walker)