
“La literatura nos da la entrada a muchas experiencias. Los que estamos habituados a la buena lectura — decía C. S. Lewis— no nos damos cuenta de la enorme extensión de nuestro ser que ha supuesto nuestro contacto con los escritores. Es algo que comprendemos mejor cuando hablamos con un amigo que no sabe leer de ese modo. Puede estar lleno de bondad y de sentido común, pero vive en un mundo muy limitado, en el que nosotros nos sentiríamos ahogados. La persona que se contenta con ser sólo ella misma y, por tanto, con ser menos persona, está encerrada en una cárcel. Siento que mis ojos no me bastan; necesito ver también por los de los demás. La realidad, incluso vista a través de muchos ojos, no me basta; necesito ver lo que otros han inventado. Tampoco me bastarían los ojos de toda la humanidad; lamento que los animales no puedan escribir libros. Me agradaría muchísimo saber qué aspecto tienen las cosas para un ratón o para una abeja; y más aún percibir el mundo olfativo de un perro, tan cargado de datos y emociones”.
